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¿Qué hacemos con Correos? Es un sumidero de dinero público y a la vez un escudo laboral
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PERDIÓ 338 MILLONES EN 2020

¿Qué hacemos con Correos? Es un sumidero de dinero público y a la vez un escudo laboral

El desplome del servicio postal compromete el futuro de Correos, que en 10 años ha recibido 1.280 millones en subvenciones del Estado. Ahora debe competir en un mercado salvaje

Foto: Operarios de Correos, en un centro de tratamiento automatizado en Madrid. (EFE)
Operarios de Correos, en un centro de tratamiento automatizado en Madrid. (EFE)

Así están las cosas en el Grupo Correos: pérdidas de 338 millones de euros en el resultado de explotación de 2020 y previsión oficial de 77 millones de pérdida para 2021, que podrían dispararse a 400 millones si no se cambian las dinámicas. El Correos actual no funciona, y esa no es una buena noticia para los españoles, ya que en el periodo 2011-2020 el Estado ha destinado 1.280 millones de euros en subvenciones para sostener el negocio. Originalmente iban a ser 1.680 millones, pero la Comisión Europea dictaminó que esa cifra era excesiva. A esos 1.280 millones hay que sumarle las pérdidas millonarias de cada ejercicio.

La primera reacción a este descalabro podría ser la de ‘privatícese’ y que Correos haga los ajustes necesarios para ser competitivo en el mercado del transporte y la logística. No en vano, es la empresa de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) más deficitaria. Pero el asunto es mucho más complejo y pone sobre la mesa el gran melón de las relaciones laborales del futuro: ¿Correos pierde cientos de millones al año porque tiene una estructura totalmente anquilosada, comenzando por su presidente, puesto a dedo por el Gobierno de turno, o pierde tanto dinero porque es víctima de una competencia desleal basada en la absoluta desregulación y precarización del empleo? En el punto intermedio de ambas preguntas está la respuesta.

He aquí la tragedia: el Servicio Postal Universal (SPU), es decir, el envío de cartas, supone el 70% de la actividad de Correos y lleva años desplomándose. En 2020, se enviaron en España 561 millones de cartas menos que en 2019, una caída del 35%. La razón del desplome es la pandemia, pero el envío postal no tenía futuro ya desde antes. Entre 2018 y 2019, se evaporó un 15%. Correos está obligado a diversificarse hacia otros negocios, y mientras eso ocurre a la velocidad a que suelen moverse las grandes empresas públicas, es decir, a paso de tortuga, sus cuentas son un sumidero de dinero público.

El Servicio Postal Universal, es decir, el envío de cartas, supone el 70% de la actividad de Correos y lleva años desplomándose

“Con ojos puramente empresariales, Correos es una empresa fallida, pero con ojos de sostenibilidad y bien común, no debemos ser tan críticos”, resume Carlos Roig, experto en logística y profesor de Esade. “En logística, si no haces las cosas muy bien, puedes perder muchísimo dinero. Es un sector hipercompetitivo, con muchísimos ‘players’ de todo tipo y por lo tanto mucha guerra de precios. Como es un sector con poca capacidad para generar valor y capturarlo, el beneficio viene por el lado de bajar los precios. En Correos, los precios están semirregulados, no puede entrar en esa guerra, y además debemos de partir de la base de que el objetivo de Correos no es lucrarse, sino prestar un servicio público de vertebración del territorio. ¿Esto justifica perder 400 millones al año? No sabemos qué volumen de pérdida es tolerable, pero no podemos juzgarla con el mismo rasero que a las demás. Sí sabemos que a Correos le va a costar muchísimo hacer ese cambio de chip para competir en un mercado tan salvaje como este”.

placeholder Una trabajadora de Correos reparte cartas en una calle cubierta de hielo. (EFE)
Una trabajadora de Correos reparte cartas en una calle cubierta de hielo. (EFE)

Un ministerio en la jungla

¿Puede una empresa con la estructura y los ritmos laborales de un ministerio competir contra plataformas digitales y empresas ágiles y desreguladas? No en costes de personal, pero sí en red de oficinas y distribución.

“Estamos obligados a plantearnos un cambio en el modelo de negocio”, admiten desde la empresa postal, una sociedad anónima participada al 100% por el Estado. “El cambio se sostiene sobre dos pilares: diversificación de negocio e internacionalización. Una de nuestras ventajas competitivas es que tenemos la mejor red de distribución del país. Ahí apostamos por el ‘fulfillment’ [la gestión y entrega rápida y satisfactoria de los paquetes, al estilo de Amazon]. En cuanto a la internacionalización, hemos abierto en Portugal y en China como primeros pasos, y ahora estamos explorando América Latina, con el obejtivo de abrir un corredor logístico entre China, la península Ibérica y América”.

"El cambio se sostiene sobre dos pilares: diversificación de negocio e internacionalización", afirma Correos

El comercio electrónico, uno de los dos pilares de futuro que señala Correos, es el ejemplo perfecto del problema que se le viene encima. La paquetería es hoy lo que el envío postal era hace 20 años. Se acabó el negocio de las cartas, que Correos tiene en exclusiva, y llegó el de la paquetería impulsado por las compras 'online'.

¿Podrá Correos sufragar con la paquetería lo que pierde con las cartas? Tiene de largo la red de oficinas y la plantilla profesional más potentes de España, y de hecho posee el 60% de la cuota de negocio, sirviendo entre otros al gigante Amazon. Pero también es la empresa menos flexible de todas, por mucho que el grupo haya creado una filial para competir, Correos Express, la cual se rige por un convenio colectivo distinto al de la matriz que le permite precarizar el empleo y jugar en la misma liga que MRW, Seur o DHL, por citar solo tres de las grandes.

placeholder Un repartidor de Correos Express mueve paquetes en su furgoneta en Ronda (Málaga). (Reuters)
Un repartidor de Correos Express mueve paquetes en su furgoneta en Ronda (Málaga). (Reuters)

Un negocio dudoso

Tal como advierte Eduard Álvarez, experto en transporte y logística y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), “el servicio de largo recorrido es muy rentable, pero el transporte de última milla [la entrega de las compras de comercio electrónico] es deficitario para todos y el modelo de negocio es muy opaco”.

Si un operador quiere tener éxito, tiene que tirar los precios y ser muy rápido en la entrega, y eso suele hacerse a costa de precarizar al extremo las condiciones laborales, convirtiendo a los repartidores en lo mismo que son los ‘riders’ que entregan comida a domicilio: autónomos sin derechos que cobran ratios miserables por entrega y han de estar disponibles a todas horas.

¿Puede Correos coger a sus funcionarios y contratados y ponerlos a luchar en el ‘ring’ contra estos autónomos? La respuesta es que no. Así que tendrá que apostar por subcontratar a su competencia el uso de sus instalaciones y servicios, en especial para repartir fuera de las grandes ciudades.

"Correos tiene una estructura gobernada por funcionarios que no piensan ni operan igual que directivos de una empresa privada"

“Nadie tiene la capacidad de distribuir capilarmente a todo el territorio como Correos, y eso en logística es una ventaja enorme”, explica Roig. “La duda es si sabrán explotarla, porque Correos tiene una estructura organizativa gobernada históricamente por funcionarios que no piensan ni operan igual que los directivos de una empresa privada. En este sector, especialmente en la distribución de última milla, para tener éxito no solo cuenta tener infraestructura y volumen de negocio, también hay que ser muy ágil, flexible y enormemente adaptable".

Y en eso, el profesor de ESADE no es muy optimista: "La estructura de costes de Correos es muy rígida, y como los funcionarios tienen unas condiciones especiales de contratación y cobran un sueldo fijo hagan lo que hagan, a diferencia de los autónomos superprecarizados de la competencia que trabajan a destajo, termina perdiendo la partida e incurriendo en pérdidas pese a tenerlo todo a favor. Esto ha pasado en muchos países, pero la diferencia es que en Alemania pusieron al frente del grupo a directivos que venían del sector privado, mientras que Correos no”.

La mejor opción para que Correos pueda competir es que los tribunales fallen en contra del modelo laboral de las empresas de transporte

La mejor opción para que Correos pueda luchar de tú a tú con la competencia, incluida Amazon, aunque este gigante juega en una liga que va más allá de la pura logística, es que los tribunales empiecen a fallar en contra del modelo laboral de las empresas de transporte, igual que han empezado a fallar contra Glovo y Deliveroo por las condiciones de sus ‘riders’. Si las empresas comienzan a verse obligadas a contratar a sus repartidores, ahí el tablero cambia en favor de Correos y en favor también de nuestros derechos laborales como país. Y no es que ser empleado de Correos sea una ganga. Los sueldos de sus 55.000 empleados promedian los 1.200 euros, principalmente entre los nuevos contratos, con una eventualidad del 25%.

placeholder Un operario de Correos gestiona envíos en un almacén. (EFE)
Un operario de Correos gestiona envíos en un almacén. (EFE)

Precariza que algo queda

“Por el momento, estas empresas y plataformas digitales de prestación de servicios se aprovechan del vacío legal para precarizar el mercado y acelerar su implantación. Si una sentencia del Tribunal Supremo les obliga a contratar a sus trabajadores, ellas ya estarán implantadas y sabrán en qué mercados les interesa operar porque son rentables y cuáles dejan a un lado”, vaticina Álvarez. Y eso es un problema para Correos, ya que, si las plataformas logísticas no tienen interés en distribuir en la España rural, Correos no podrá subcontratarles el servicio de entrega y sacarle jugo a su enorme (y deficitaria) red de oficinas y almacenes.

“Por eso como sociedad debemos plantearnos hacia dónde tenemos que tender. Aunque las tendencias de consumo cambien, hay que hacer compras informadas y saber qué opciones de entrega son más sostenibles económica y medioambientalmente. Seguramente no necesitamos que nos entreguen una compra al día siguiente y podemos desplazarnos a una taquilla o una oficina si un día no estamos en casa”, insiste Álvarez.

O como lo expone Roig: “Aunque sea deficitario, es mil veces más justo el modelo de Correos no porque pague mejor, sino porque los otros están machacando vivos a sus repartidores, muchos de ellos inmigrantes sin recursos. La sostenibilidad puede ser ecológica pero también social, y estas empresas donde todo vale están rompiendo los ecosistemas sociales a base de crear no mileuristas, sino 'quinientoseuristas' y 'minijobs'. La paquetería tiene que salir de esta espiral”.

El sector incrementó su actividad un 30% respecto a 2019 en la pasada campaña de Navidad

Según datos de Uno, la patronal de la logística y el transporte, durante la pasada campaña navideña el sector ha experimentado un incremento de actividad de un 30% con respecto al año anterior. En concreto las empresas de logística y paquetería han logrado distribuir 110 millones de paquetes desde el Black Friday hasta el día de Reyes. Correos también incrementó un 31% su actividad en comparación a 2019, repartiendo 51,1 millones de paquetes.

Por lo tanto, su problema no es la falta de negocio, pues es la empresa que más volumen tiene, sino su estructura de costes. ¿Es Correo altamente ineficiente o es que respetar los derechos laborales le supone un lastre frente a una competencia ágil y laboralmente tóxica? De nuevo, ambas afirmaciones son ciertas.

placeholder Empleados de Amazon, en una protesta por la precariedad laboral en 2018. (EFE)
Empleados de Amazon, en una protesta por la precariedad laboral en 2018. (EFE)

Según Óscar Vareo, responsable de empresas públicas del sindicato CSIF, ni la empresa ni los trabajadores de Correos deben caer en la espiral. “Nuestra apuesta ha de ser la calidad, ya que tenemos 55.000 profesionales formados, pero no se puede esperar de nosotros que estemos un domingo a las 11 de la noche entregando un paquete. La empresa deberá elegir su modelo para el futuro, pero para CSIF la línea roja es el mantenimiento de los derechos laborales y económicos. Creemos que Correos es un servicio público con futuro que no debería estar compitiendo, como no compite la educación o la sanidad. No podemos valorar la labor de Correos solo en base a sus beneficios”.

El grupo lleva un año y medio diseñando el giro estratégico que debe salvarla de la ruina, pero cada vez le queda menos margen. Su cúpula se ha marcado 2021 como el año clave para cambiar de rumbo. Si no lo hace, la previsión de pérdidas para el año 2023 es de 634 millones, según apunta 'La Información', un agujero insostenible para una empresa que factura 2.000 millones de euros anuales.

Cuando este giro se produzca y el negocio del servicio postal pierda peso en favor del de la paquetería y el comercio electrónico (junto al transporte internacional de mercancías), Correos se encontrará con otro problema todavía más delicado, que los sindicatos ya se están temiendo: ¿qué hacer con una plantlla de 55.000 personas cuando el nuevo modelo de negocio exige funcionar con una fracción de ese personal?

Así están las cosas en el Grupo Correos: pérdidas de 338 millones de euros en el resultado de explotación de 2020 y previsión oficial de 77 millones de pérdida para 2021, que podrían dispararse a 400 millones si no se cambian las dinámicas. El Correos actual no funciona, y esa no es una buena noticia para los españoles, ya que en el periodo 2011-2020 el Estado ha destinado 1.280 millones de euros en subvenciones para sostener el negocio. Originalmente iban a ser 1.680 millones, pero la Comisión Europea dictaminó que esa cifra era excesiva. A esos 1.280 millones hay que sumarle las pérdidas millonarias de cada ejercicio.

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