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Doble rasero de la Generalitat y las fusiones: neutral con el Sabadell, hostil con CaixaBank
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Inexplicado cambio de criterio

Doble rasero de la Generalitat y las fusiones: neutral con el Sabadell, hostil con CaixaBank

En dos meses, la Generalitat ha cambiado su posición ante las concentraciones bancarias. Toda la hostilidad que desplegó hacia CaixaBank-Bankia se ha tornado ahora en indiferencia

Foto: El presidente del Govern en funciones, Pere Aragonès, en el Parlament. (EFE)
El presidente del Govern en funciones, Pere Aragonès, en el Parlament. (EFE)

La Generalitat está aplicando un curioso doble rasero con las fusiones bancarias. Toda la hostilidad que desplegó con la unión de CaixaBank con Bankia ha desaparecido dos meses después. Se ha pasado de una oposición que se llevó a todos los terrenos consumo, mediático, político y legal— a una neutralidad cercana al pasotismo. La portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó, ha sido incapaz de justificar este giro. “Hace tiempo que se sabía que podía pasar”, ha zanjado la 'consellera' de Presidència. Con CaixaBank-Bankia había “preocupación”, en palabras de la propia Budó. Pero ante la pretensión del BBVA de absorber Banco Sabadell, se ha mostrado desde Palau poco más que indiferencia.

En términos financieros, resulta poco justificable. Al final, Isidre Fainé es un banquero que compra Bankia. Aunque solo acabe teniendo el 30% de la entidad resultante, será el socio de referencia. Por el contrario, Josep Oliu vende Banco Sabadell a una entidad mucho mayor y de fuera de Cataluña. En el marco de la catalanidad, la operación que resulta más lesiva es la segunda, pese a ser justo la que menos ha molestado a la Generalitat. Como pérdida de centros de decisión, es evidente que Barcelona puede salir tocada en la fusión con Bankia, pero hundida en la operación que lidera el BBVA. Y desde el punto de vista del empleo, los servicios centrales del Sabadell sufrirán en la nueva concentración.

Foto: Oficinas de BBVA en Madrid. (EFE)

Sin embargo, ha sido la primera operación la que fue puesta en cuestión por la Administración, la que en principio, y sobre el papel, resulta menos lesiva para los intereses catalanes. Y fue la que provocó la petición de informe a los servicios jurídicos de la Generalitat, en concreto, a los de la vicepresidencia económica, “sobre si la Generalitat puede pedir a la Comisión Europea que estudie el grado de concentración bancaria en Cataluña”, en palabras de Budó. Ahora, ese mismo dictamen legal, que por cierto Budó dice desconocer, aunque lo encargó la 'conselleria' que dirige, es apenas “un informe interno”, sin el menor valor. Pero es que hace dos meses la ofensiva llegó a Bruselas, con intervenciones de Carles Puigdemont y el resto de eurodiputados de JxCAT lanzando preguntas a la Comisión Europea para que interviniese. Clara Ponsatí incluso hizo un llamamiento de boicot contra CaixaBank en protesta por el movimiento de la absorción de Bankia.

El Confidencial ha pedido a la Conselleria de Economía una valoración oficial sobre la fusión BBVA-Sabadell. La respuesta ha sido que la haría el Govern, pero tras el Consell Executiu, Budó ha optado por mirar hacia otro lado. También se ha solicitado el mencionado informe jurídico sobre la operación CaixaBank-Bankia y se ha obtenido una respuesta negativa.

Sin competencias ni criterio

Una cosa es que la Generalitat no tenga competencias sobre una fusión bancaria. No las tiene. Renunció a ellas en 2010, cuando decidió que el marrón de las cajas catalanas se lo comería el Gobierno español, porque ellos no iban a poner un duro. Otra cosa es que no tenga criterio, ni político ni financiero. El bandazo resulta inexplicable. O la Generalitat se equivocó cuando atacó la fusión de CaixaBank-Bankia, como hizo el 'conseller' de Empresa, Ramon Tremosa, o yerra ahora, cuando quiere ignorar cualquier negatividad de la operación del BBVA.

La Generalitat carece de competencias para vetar una fusión bancaria, pero debería tener criterio a la hora de establecer sus bondades o perjuicios

El Gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, visitó Barcelona el pasado viernes. Al mismo acto estaba invitado Pere Aragonès, 'conseller' de Economía y presidente en funciones de la Generalitat. Pero decidió no acudir. Visto lo visto, no fue un acierto. Tal vez hubiera sido posible no enterarse de la nueva fusión por los comunicados a la CNMV. Son cosas que pasan en esa Generalitat heredera de octubre de 2017, una Administración entera que ha decidido vivir de espaldas a España aunque España siga su camino, como prueban las dos fusiones bancarias que están sacudiendo el tablero financiero catalán.

Símil con el Barça

Un analista financiero residente en Cataluña y que prefiere no dar su nombre explica este cambio de actitud única y exclusivamente por motivos sentimentales, al margen de cualquier lógica financiera o lógica a secas: “CaixaBank para ellos no es CaixaBank, todavía es La Caixa. Y la sienten que algo suyo, como las montañas de Montserrat. Es como si Nike comprase un día el Barça. Para muchos, sería un drama. Pero un empresario chino ha comprado el Espanyol y no ha pasado nada. Pues eso es lo que explica este caso. Para muchos catalanes, y eso vale para los que están ahora en la Generalitat. CaixaBank es como el Barça y Banco Sabadell solo el Espanyol”.

La Generalitat está aplicando un curioso doble rasero con las fusiones bancarias. Toda la hostilidad que desplegó con la unión de CaixaBank con Bankia ha desaparecido dos meses después. Se ha pasado de una oposición que se llevó a todos los terrenos consumo, mediático, político y legal— a una neutralidad cercana al pasotismo. La portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó, ha sido incapaz de justificar este giro. “Hace tiempo que se sabía que podía pasar”, ha zanjado la 'consellera' de Presidència. Con CaixaBank-Bankia había “preocupación”, en palabras de la propia Budó. Pero ante la pretensión del BBVA de absorber Banco Sabadell, se ha mostrado desde Palau poco más que indiferencia.

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