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Repsol sufre un deterioro de su patrimonio de casi un 30% en menos de un año
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Por la descarbonización y la bajada del crudo

Repsol sufre un deterioro de su patrimonio de casi un 30% en menos de un año

La compañía está haciendo un ejercicio de saneamiento sin precedentes (9.000 millones ya) para tratar de poner los activos de la empresa en consonancia con el futuro que afronta.

Foto: Una estación de servicio de Repsol. (EFE)
Una estación de servicio de Repsol. (EFE)

Repsol está atravesando un momento difícil. La petrolera se está viendo golpeada en el corto plazo por el hundimiento coyuntural del petróleo y el gas derivado de la crisis del coronavirus y tiene que lidiar con un impacto estructural de medio y largo plazo como es la descarbonización de la economía.

Ambos factores ya están siendo recogidos en la valoración en libros de sus activos. A cierre de junio de 2020, el patrimonio neto de la multinacional que preside Antonio Brufau es de 22.940 millones de euros, según los datos remitidos a la CNMV este mismo jueves. El valor global contabilizado por todos sus activos a cierre de septiembre de 2019, antes de realizar los test de estrés, era de 31.600 millones. Esto significa que la compañía ha hecho una revisión y bajo el escenario actual de nueva normalidad su patrimonio es 8.860 millones inferior al del otoño pasado. Un 28% menos. Es el patrimonio más bajo desde el año 2009, cuando era de 21.290 millones, según las cifras reportadas por la propia petrolera. Estas cifras se trasladan a la bolsa de forma más agresiva. Repsol cotiza por encima de los siete euros cuando a principios de año rondaba los 14 euros.

¿Por qué deteriora sus activos?

Confluyen varios factores en el hecho de que Repsol, a instancias de su auditor, haya decidido rebajar la valoración de los activos de la compañía. En primer lugar, la transición energética hacia la descarbonización plena en 2050. El Acuerdo de París llevó a la petrolera española a deteriorar el patrimonio en 4.800 millones en diciembre de 2019. A ello hay que añadir el nuevo ajuste de casi 2.500 millones implementado a cierre de junio de 2020. En este caso, basado en la fuerte caída de los precios del petróleo y del gas.

El crudo llegó a mínimos históricos cuando la pandemia más golpeaba España a finales de marzo. La falta de acuerdo entre los países productores y la intensa caída de la demanda fruto del confinamiento de la población fueron una bomba de relojería para los precios. Las estimaciones de Repsol a 50 dólares el barril de Brent se han puesto en un escenario de 35 dólares por unidad de crudo.

Foto: Foto: Reuters.

Esto provoca que los activos de exploración de extracción de petróleo se perciban menos valiosos que antes. Y aunque la crisis del coronavirus se considera de corto plazo, hay factores que podrían ser estructurales, como el crecimiento del teletrabajo y el fomento de las relaciones telemáticas, que desincentivan los desplazamientos físicos o la menor demanda de transporte aéreo. Dos factores que inciden directamente sobre el negocio petrolero. No en vano, Cepsa alertó recientemente de que compañías como Apple, Google o Tesla suponían una amenaza.

Motivos para el optimismo

Y pese a la tormenta perfecta, desde el sector ven motivos para el optimismo. En primer lugar, hay que destacar que Repsol cuenta con una base diversificada de negocios que le permite mantenerse en pie. No en vano, pese a estallar una de las peores crisis económicas que se recuerdan, el beneficio neto ajustado del primer semestre ha sido de 189 millones de euros. Las pérdidas en el negocio de 'upstream' y la corporación se compensan con los números en positivo de su parte industrial, refino ('downstream'), química y venta de lubricantes y energía (estaciones de servicio, electricidad y gas). Y este es un factor clave, ya que ese es el negocio, el capital que recibe por su actividad. El patrimonio son apuntes contables, no hay salida de caja.

En el mercado, hay quien cree que los actuales saneamientos están ayudando a tapar viejos excesos del pasado, como la compra de Talisman tras la salida de YPF. Sin embargo, la realidad es que firmas comparables con Repsol están teniendo que ir mucho más lejos. Shell ha anunciado que tendrá que deteriorar sus activos por hasta 22.000 millones de euros. BP ha sufrido un golpe patrimonial de hasta 15.000 millones. También han hecho lo propio grandes multinacionales como Eni, Equinor, Exxon Mobile, Petrobras o a menor escala también Cepsa. En el ámbito de las 'utilities' que utilizan carbón o gas como Endesa o Naturgy, también se han hecho importantes saneamientos.

Foto: Torre Cepsa, en Madrid. (EFE)

Muchas de estas firmas, dependientes en alto grado del 'upstream', el negocio con peores perspectivas, han tenido que acompañar sus medidas de ajuste de recortes de dividendo y ajustes laborales (BP va a despedir a 10.000 empleados). Repsol ha mantenido el dividendo de un euro por acción y por ahora no hay ajustes de plantilla. Aunque sí hay un plan de resiliencia a la crisis actual con una minoración de la inversión y el gasto en 'capex' (crecimiento) y 'opex' (mantenimiento) sin reducir ni un euro la inversión en activos de futuro como las renovables y todo lo que tiene que ver con sostenibilidad. Además, se suspendió una amortización de capital con que se pretendía remunerar al accionista. Todo ello manteniendo a raya la deuda, en niveles muy bajos desde hace ya años.

El objetivo de la empresa es cuidar la caja y reenfocar la compañía hacia el futuro. Por eso, están inmersos en la elaboración de un plan estratégico que presentarán en noviembre. La retribución al accionista seguirá siendo una prioridad, según el consejero delegado, Josu Jon Imaz. El actual consejero delegado, reconocido en el sector por el manejo de la anterior crisis en Repsol por la fuerte bajada del petróleo en 2016, está tratando de dar la vuelta a la compañía para que esté adaptada al escenario de descarbonización plena en 2050. Todo ello mientras lidia con problemas en el día a día en lugares tan dispares como Venezuela, Libia o Vietnam. Ello les está llevando a invertir con fuerza en renovables y lo que llaman negocios de bajas emisiones. Todo con el objetivo de que activos que actualmente están en proceso embrionario puedan aflorar valor en los próximos años y recuperar el patrimonio que años atrás les daba el petróleo y que ha mermado su valor en libros.

Repsol está atravesando un momento difícil. La petrolera se está viendo golpeada en el corto plazo por el hundimiento coyuntural del petróleo y el gas derivado de la crisis del coronavirus y tiene que lidiar con un impacto estructural de medio y largo plazo como es la descarbonización de la economía.

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