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¿Reindustrializar para fabricar mascarillas? Suelo hay, pero el 'made in Spain' saldrá caro
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EL MAPA INDUSTRIAL DE LA ESPAÑA POS-COVID

¿Reindustrializar para fabricar mascarillas? Suelo hay, pero el 'made in Spain' saldrá caro

Los municipios españoles acumulan 25 millones de metros en promoción de suelo industrial, pero los expertos dicen que asegurar el suministro con material sanitario propio tendrá un coste

Foto: Un operario de Seat monta un respirador mecánico. (EFE)
Un operario de Seat monta un respirador mecánico. (EFE)

Si algo ha revelado el Covid-19, es la debilidad de muchos países desarrollados a la hora de afrontar la pandemia como consecuencia de haber renunciado a disponer de un sector propio de fabricación de productos ligados a la salud pública. La globalización económica, que tantos beneficios ha proporcionado al planeta en clave de convergencia de rentas, se ha destapado como un fenómeno perverso cuando se dispara la demanda mundial de determinados productos básicos y su manufactura se concentra en unos pocos territorios. La factura se mide mucho más allá de lo económico: en todas las vidas humanas que se han perdido por la falta de protección en los primeros días, cuando los 'stocks' de mascarillas, EPI y respiradores se agotaron en los hospitales españoles.

La semana pasada, en una las videoconferencias que la ministra de Industria, Reyes Maroto, mantuvo con patronales de sectores productivos para tratar de coordinar la 'descongelación' de los sectores no esenciales tras los 10 días de permisos retribuidos, el presidente de Consejo Intertextil Español, Càndid Penalba, intervino en el turno de palabra. Planteó abiertamente la necesidad de que el Gobierno aprovechase la reconversión de urgencia de una parte de la industria española de elaboración de tejidos para tratar de consolidarla como sector productivo estratégico del país más allá de la crisis actual del coronavirus. La respuesta de la ministra fue receptiva, e informó de la intención del Ejecutivo de Pedro Sánchez de organizar algún tipo de mecanismo para acaparar reservas estratégicas y amortiguar su dependencia de terceros Estados, principalmente China, en una nueva hipotética situación de emergencia como la actual.

"Un nuevo modelo de infraestructura logística en soporte de las nuevas circunstancias parece estar llamando a la puerta", dicen desde Gobernanza

"La Administración tiene que considerar una industria textil estratégica", dice Penalba, que está impulsando a través de su compañía textil, Cotoblau, un clúster de fabricación de mascarillas y batas en Ontinyent (Valencia) junto a otras empresas de la Comunidad Valenciana como Marie Claire. Este empresario está convencido de que las pautas de consumo van a cambiar y los ciudadanos van a demandar muchos más productos de protección, como ya lo hacen casi culturalmente en los países asiáticos. "Cuando pase todo, aun así, quizá la demanda se multiplicará por 50 y se volverá a comprar en China, pero con que se consuma un 10% de producto de aquí, permitirá consolidar un clúster importante", dice.

placeholder Pinche para ver el mapa de suelo industrial elaborado por Gobernanza Industrial.
Pinche para ver el mapa de suelo industrial elaborado por Gobernanza Industrial.

En ese posible escenario futuro de recuperación del tejido industrial, aunque todavía hipotético, juega un papel clave la logística y la promoción de suelo capaz de albergar la actividad. Y España no parece deficitaria de pistas de lanzamiento. Sesenta municipios del país tienen en marcha, y otros 100 prevén hacerlo en breve, proyectos que suman 25 millones de metros cuadrados de desarrollos logísticos y de suelo industrial, según el primer mapa que recoge todas esas actuaciones en curso, elaborado por Gobernanza Industrial. Se trata de una empresa fundada por Carlos González Triviño y David Muñoz que trabaja en la elaboración de un portal de comercialización de suelo industrial y logístico bajo el paraguas de la Lanzadera de Juan Roig y la multinacional tecnológica ESRI.

Foto: Operarios de Seat en Martorell fabrican respiradores. (EFE) Opinión
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El trabajo, aún inédito y que Gobernanza Industrial ha cedido a El Confidencial para su difusión, califica todas esas actuaciones como "el nuevo tablero de juego de la industria nacional" en un escenario pos-Covid en el que, además, la actividad digital y el comercio 'online' pueden experimentar un crecimiento importante. "Amazon anunciaba la contratación de 1.500 trabajadores en España y 100.000 en Estados Unidos para la gestión del coronavirus. Las estadísticas del tráfico portuario reflejan que el gigante chino está reactivando su potencial exportador apenas pocos días después de controlar la epidemia sanitaria. La probable redefinición de las cadenas de suministro va a impactar, y mucho, en la estructura territorial del suelo industrial, pues ambos se desarrollan simétricamente", señala Carlos G. Triviño.

"Durante el estado de alarma, se han vivido picos de demanda propios de un Giga-Black Friday, y el comercio 'online' ha adquirido con el confinamiento una intensidad aún más reforzada. Por su parte, la importancia crítica de las formas de entrega y la logística de última milla regresan al orden de las prioridades desde una perspectiva que comprende ahora la gestión de las pandemias, las restricciones de los desplazamientos, el confinamiento de la población y las condiciones sanitarias de entrega. Un nuevo modelo de infraestructura logística en soporte de estas nuevas circunstancias parece estar llamando a la puerta", añade.

Las fábricas, a medio gas

En paralelo, la parálisis económica derivada de las medidas de confinamiento ha dejado la industria española a medio gas, con las factorías de automóviles paradas, las metalurgias con los pedidos al ralentí o las azulejeras reorganizando fletes en sus exportaciones y ajustando la producción para no tragarse el 'stock'. Solo la industria alimentaria, con las dificultades propias de la actual situación, parece haber amortiguando el golpe a rebufo de las grandes cadenas de distribución y los supermercados, pues el canal Horeca (restauración y hostelería) se ha cegado igualmente.

Cada vez más voces reclaman un empuje para relanzar la actividad de un sector, el de la industria productiva, que genera el 13% del PIB de forma directa y hasta el 12% del empleo. La Alianza por la Competitividad de la Industria Española, entidad que agrupa a las grandes patronales del automóvil, refino, papel, química, alimentación, cemento o siderurgia, ha lanzado su propia propuesta de Plan Marshall para la manufactura, reclamando al Gobierno inversiones en infraestructuras, incentivos fiscales, reducción de costes energéticos y medidas de apoyo a la exportación y acceso a mercados internacionales.

Foto: EC.
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El debate también ha llegado al Congreso de los Diputados, con el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, reclamando la recuperación de un instrumento de apoyo estatal similar al Instituto Nacional de Industria (INI), que creó en 1940 el ministro franquista Juan Antonio Suanzes. La respuesta de la vicepresidenta tercera de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha sido proponer un "gran plan de reformas e inversiones", junto con un "plan de recuperación económica", a nivel también europeo, "para abordar el ingente volumen de inversiones para la reconstrucción económica y la recuperación", una vez superada la crisis sanitaria.

Pero desafiar la globalización económica no saldrá barato. Más allá de la irrupción logística del 'e-commerce', si España quiere contar con una industria propia estratégica de determinados productos, favorecer la relocalización de la producción y afrontar con mejores garantías posibles pandemias futuras, debe asimilar que tendrá que pagar un coste y perder competitividad. Es lo que opina Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). "La pandemia ha puesto de manifiesto el riesgo de la creciente globalización de las economías, que son más vulnerables por varios motivos, entre ellos, por la creciente movilidad de bienes y personas, y por la dependencia de los productos importados. De esta crisis vamos a sacar muchas lecciones, y una de ellas es que habrá que renunciar a algunos beneficios de la globalización en favor de más seguridad, incluyendo la de aprovisionamientos de productos básicos con producción nacional", afirma.

Maudos: "Vamos a sacar muchas lecciones, y una es que habrá que renunciar a algunos beneficios de la globalización en favor de más seguridad"

"La teoría de las ventajas competitivas establece que cada país se especializa en aquello que mejor saber hacer [menor coste], pero a partir de ahora eso no va a ser del todo cierto, porque preocupa más la seguridad en el abastecimiento. Optaremos por producción nacional aunque sea más cara, porque es más segura ante una pandemia. Vamos a renunciar a importar bienes de los países que hasta ahora los producen a menor coste", añade. Esta suerte de 'peaje de la mascarilla' permitiría que las cadenas de valor se vieran menos afectadas si se repite en el futuro una pandemia.

Aun así, Maudos coincide en que va a aumentar la demanda de productos ligados a la salud y la seguridad sanitaria, "pero no es fácil reconvertir industrias". El profesor parte de la premisa de que una parte de la pérdida del sector industrial de los últimos años que vemos en las estadísticas del PIB y empleo es ficticia, "ya que no se corresponde con la caída de los bienes que produce la industria, sino con una externalización de una parte del proceso productivo, en muchas ocasiones en favor del sector servicios".

En cualquier caso, el papel de la manufactura en la 'reconstrucción' cuando amaine la crisis sanitaria y económica y su valor estratégico siguen sin definirse. Ahora parece primar la batalla de las UCI y la lucha en los hospitales. Pero urge comenzar a planificar la España pos-Covid.

Si algo ha revelado el Covid-19, es la debilidad de muchos países desarrollados a la hora de afrontar la pandemia como consecuencia de haber renunciado a disponer de un sector propio de fabricación de productos ligados a la salud pública. La globalización económica, que tantos beneficios ha proporcionado al planeta en clave de convergencia de rentas, se ha destapado como un fenómeno perverso cuando se dispara la demanda mundial de determinados productos básicos y su manufactura se concentra en unos pocos territorios. La factura se mide mucho más allá de lo económico: en todas las vidas humanas que se han perdido por la falta de protección en los primeros días, cuando los 'stocks' de mascarillas, EPI y respiradores se agotaron en los hospitales españoles.

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