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El fiasco del Mobile, el último naufragio de la colaboración público-privada
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La GSMA promete que la cita volverá en 2021

El fiasco del Mobile, el último naufragio de la colaboración público-privada

GSMA no pone un duro después del fracaso. Ofrece la promesa de que el año que viene celebrará el MWC en la capital catalana. Una promesa que no sabe si podrá cumplir

Foto: Entrada al Mobile World Congress desierta. (Reuters)
Entrada al Mobile World Congress desierta. (Reuters)

Esta semana la superstición le dijo a la tecnología que el pulso entre ambas seguía abierto y lo hizo con un gesto contundente: la clausura de la edición de este año del Mobile World Congress (MWC) sin que haya habido razones objetivas y de salud pública para ello. Solo el pánico al coronavirus de miles de directivos que tenían que viajar a un congreso con fuerte presencia de países asiáticos y con expositores chinos tan potentes como Huawei, Xiaomi o la operadora ZTE. Más allá de eso, el modelo de colaboración público-privada, el nuevo mantra liberal, queda entre dicho. En cuanto ha habido problemas, los privados, GSMA, se han lavado las manos y los públicos –Fira, Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat y Gobierno español– se van a tener que comer un marrón de costes millonarios.

GSMA no pone un duro después del fracaso. Solo ofrece la promesa de que el año que viene celebrará el MWC en la capital catalana. Una promesa que en realidad no sabe si podrá cumplir. La guerra comercial entre China y Estados Unidos le seguirá afectando. De hecho, la paradoja en los debates en el seno de la GSMA fue que mientras que las grandes multinacionales como BT o Vodafone abogaban por retirarse, las chinas antes mencionadas ofrecían ocupar más espacio. GSMA diseñó el MWC en Barcelona como un punto de encuentro a medio camino entre Oriente y Occidente. Y el nuevo clima geopolítico, que no ha sido la causa de la clausura pero no ha ayudado a la resolución de la crisis, no parece el más favorable a la celebración del evento.

Foto: El GSMA estudia la cancelación del Mobil World Congress. (EFE)

Además pesarán sobre GSMA las reclamaciones de cientos de proveedores que se espera que exijan compensaciones millonarias, por mucho que el consejero delegado de GSMA, John Hoffman, asegurase una y otra vez que se había dado una situación de "causa mayor", con lo que quiere eximir a la entidad que dirige de cualquier responsabilidad. La clausura no la cubrirá el seguro de más de 100 millones contratada con el corredor internacional Willis Tower, ya que no existe clausula que contemplase el supuesto de una alerta sanitaria. De manera que se esperan pleitos, muchos de ellos interpuestos desde Barcelona, lo que no facilitará una nueva edición en la capital catalana.

placeholder Trabajos de recogida del Mobile World Congress (MWC) . (EFE)
Trabajos de recogida del Mobile World Congress (MWC) . (EFE)

Pero esa promesa vaga de un futuro mejor, un año mejor en el 2021, es lo único que tienen las administraciones que hacían de otra pata de la colaboración pública-privada. Y a esa pata se agarran los políticos, desde Ada Colau hasta la incomparecente Nadia Calviño, que además de vicepresidenta ministra de Economía es la responsable de las telecomunicaciones en el gabinete de Pedro Sánchez y que ha logrado surfear por el desastre sin decir esta boca es mía.

La humillación viene de serie

Este fracaso de la colaboración público-privada ha añadido una novedad: la humillación pública de los políticos. Mientras Hoffman explicaba en rueda de prensa que no pensaba negociar un año más con Fira de Barcelona por el certamen perdido, se hacía el loco sobre los 15 millones de dinero público que se aportan cada año a la Mobile World Capital o afirmaba que no asumirían ninguna compensación económica porque "esto no es una cuestión de dinero", las clase política en pleno compareció para dar su apoyo… a GSMA. Lo hizo Colau, lo hizo la alcaldesa de L’Hospitalet Núria Marín, los consellers de la Generalitat Jordi Puigneró; Meritxell Budó i Alba Vergès; la delegada del Gobierno, Teresa Cunillera.

Ante ellos se reconoció que Fira perderá más de 60 millones de euros de su facturación y que ante esta debacle, que afecta a un ente público, los responsables políticos hicieron poco más que encogerse de hombros. Y apoyar mucho a GSMA, como si la edición de 2021 estuviese asegurada cuando resulta dudoso que muchas de las compañías que hasta ahora se gastaban fortunas en acudir al Mobile vayan a acudir entonces después de ver que si un año no se celebra tampoco pasa nada.

Fondos públicos en juego

Sobre los 15 millones de dinero público, Fira ha matizado que se destinan a la Fundación Mobile World Capital, que se dedica a fomentar el tejido de 'start up' en Barcelona. Y que por lo tanto, "no tiene nada que ver con la celebración del MWC. Pero eso no es lo que pone el presupuesto de la Fundación: "Por lo que refiere a los gastos, en 2019 la Fundación destinará 9.530 euros de los 15 millones de euros recibidos por las Administraciones Públicas al pago de la Contribución Anual (Annual Contribution), prevista en el Host City Parties Agreement y 588 mil euros a sufragar actividades de soporte del Mobile World Congress, comprometidas también en dicho Acuerdo". Por tanto, sí que hay una vinculación al Mobile y muy estrecha. De hecho, más 10 millones se van para allá. Pero de nuevo, explicaciones las justas, no vaya a ser que GSMA se enfade.

Esta semana la superstición le dijo a la tecnología que el pulso entre ambas seguía abierto y lo hizo con un gesto contundente: la clausura de la edición de este año del Mobile World Congress (MWC) sin que haya habido razones objetivas y de salud pública para ello. Solo el pánico al coronavirus de miles de directivos que tenían que viajar a un congreso con fuerte presencia de países asiáticos y con expositores chinos tan potentes como Huawei, Xiaomi o la operadora ZTE. Más allá de eso, el modelo de colaboración público-privada, el nuevo mantra liberal, queda entre dicho. En cuanto ha habido problemas, los privados, GSMA, se han lavado las manos y los públicos –Fira, Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat y Gobierno español– se van a tener que comer un marrón de costes millonarios.

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