Lío sindical en Endesa: acusan a UGT de firmar el convenio sin leerlo
Mientras los sindicatos se sacan los ojos para ocupar el trono en la primera eléctrica española, la empresa se sienta a mirar el espectáculo. No es exactamente lo que Marx tenía pensado...
A las 3:30 de la madrugada del pasado 23 de enero, la Unión General de Trabajadores (UGT), el sindicato mayoritario en Endesa, anunció a bombo y platillo que, "tras más dos años de difícil negociación" habían logrado doblar el brazo a la principal compañía eléctrica de España y acordar un nuevo convenio colectivo para los trabajadores.
La mañana siguiente, muchos empleados y exempleados se dieron cita en las federaciones del sindicato para darse de baja y romper sus carnets.
Isabel Jurado fue una de ellos. "Pertenecía a UGT desde 1980", explica a El Confidencial. Pese a figurar ya como jubilada, Jurado seguía con atención las negociaciones por el convenio, ya que con el nuevo ella y otras 26.000 personas en toda España se jugaban perder beneficios adquiridos como empleados de Endesa, siendo el más notable la electricidad a tarifa reducida. Tanto ella como su marido, aún en activo, han trabajado toda la vida en la compañía.
Cuando llegó a la federación cordobesa de UGT, la mujer que tramitó su descontento con el sindicato le preguntó:
—Necesito que me dé usted un motivo para su baja.
—Porque estoy hasta las narices, son unos sinvergüenzas y unos esquiroles que nos han dejado tirados a cambio de nada.
El 24 de enero, UGT Endesa solicitó una reunión de la Comisión de Seguimiento e Interpretación del Convenio con el objetivo de solicitar un aplazamiento de la nueva regulación, la misma que dos días antes celebraban haber suscrito. Las reacciones no se hicieron esperar:
El día 31 se manifestaban en el municipio coruñés de As Pontes —sede de una de las últimas centrales térmicas que Endesa mantiene en funcionamiento: solicitó su cierre a finales de 2019— 700 trabajadores y extrabajadores de Endesa para expresar su rechazo al convenio. Una vez más, la ira se vertió contra UGT Endesa, acusados de "traidores", que actualmente ostentan una pírrica mayoría y que se someterán a unas elecciones sindicales convocadas por la oposición y que ya están teniendo lugar en los distintos centros de trabajo que Endesa tiene repartidos por toda España.
Conviene recordar en este punto aquellas palabras de Karl Marx: "Del lado del obrero, su única fuerza social es su masa. Pero la fuerza de la masa se rompe por la desunión. La división de los obreros es el producto y el resultado de la inevitable competencia entre ellos mismos. Los sindicatos nacen precisamente del espontáneo impulso de los obreros a eliminar, o por lo menos a reducir, esta competencia".
Los antecedentes
Hasta la aprobación de la reforma laboral del Gobierno Rajoy en 2012, ser sindicalista era más sencillo. Cuando la vigencia de un convenio se agotaba, su contenido seguía siendo aplicable hasta la firma de un nuevo acuerdo con los trabajadores, una característica conocida como ultraactividad. La pelota, por tanto, estaba en el tejado de la empresa, obligada a negociar con los sindicatos para lograr ventajas competitivas en el nuevo convenio.
Con la nueva regulación, la iniciativa para mantener derechos o negociar nuevos beneficios está totalmente en manos de los sindicatos. Si no se ponen de acuerdo con la empresa para suscribir un nuevo convenio, la ultraactividad se prolonga durante un año y luego los contenidos de ese antiguo convenio dejan de aplicarse. El penúltimo Convenio Marco de Endesa se suscribió en enero de 2014, por lo que cuatro años después (más uno de ultraactividad) su contenido se acabó esfumando legalmente el 31 de diciembre de 2018.
De un plumazo, la eléctrica —controlada en un 70,7% por la italiana Enel— pasaba a ahorrarse la provisión de 711 millones anuales que tenía reservada para pagar la tarifa eléctrica de trabajadores y extrabajadores. Todos esos millones pasaban a ser puro dividendo para los accionistas, por lo que las prisas ya no eran para el consejo de administración, sino para los sindicatos.
Principalmente, para el sindicato mayoritario.
De un plumazo, los 711 millones destinados a beneficios sociales se volvieron beneficios para los accionistas de la italiana Enel
"Endesa lo que hizo fue decir 'yo no impugno el convenio ni lo reclamo' y el V Convenio Marco ha estado litigándose dos años y pico no llegando a ningún punto", explica Francisco Montoya, extrabajador de la compañía e histórico miembro de CCOO. "La empresa tenía que tener aprovisionada esa cantidad para tarifa eléctrica y beneficios sociales, ahora esa provisión económica pasará probablemente a beneficio para los accionistas: no hay más".
¿Dónde se rompió todo?
Al principio, todos los representantes sindicales (UGT, Comisiones Obreras, el Sindicato Independiente de la Energía, la Confederación Intersindical Gallega y la Unión Sindical Obrera) hicieron frente común contra la eléctrica dirigida por José Bogas. En enero de 2019, tras fracasar la mediación, interpusieron una demanda por conflicto colectivo en la Audiencia Nacional.
La justicia dio la razón a Endesa. Al fin y al cabo, el convenio colectivo había expirado. En abril, coincidiendo con la junta general de accionistas, los representantes de los trabajadores organizaron una huelga de 24 horas, algo inédito en los 40 años de vida de la empresa. En noviembre, UGT, CCOO y SIE se encerraron en la sede de la energética para seguir presionando en la firma del nuevo convenio.
Por aquel entonces, los sindicatos exigían a Endesa 15.000 kWh para todos los empleados activos y pasivos —hasta entonces, la cantidad de la que disfrutaba cada empleado o exempleado dependía de sus convenios de origen, suscritos entre 1998 y 2003, durante la privatización total de la empresa— mientras que desde la empresa les ofrecían 3.500, que es lo que la compañía cifraba en el consumo habitual de un hogar en España.
La tensión entre empresa y sindicatos siguió en aumento durante las 70 reuniones que mantuvieron en este tiempo. A finales del año pasado, la empresa, inmersa en plena reestructuración desde el carbón a las renovables, parecía empezar a perder su posición dominante. Pero finalmente algo ocurrió. Concretamente, el 30 de octubre, el sindicato dominante anunció su acuerdo con la dirección de Endesa y el resto de sindicatos comenzaron, desde ese momento, a desmarcarse.
¡¡ÚLTIMA HORA!! Tras la reunión de hoy, la Dirección de @Endesa, se ha comprometido con @UGTEndesa en iniciar un proceso de arbitraje para desbloquear la negociación del V Convenio.
— UGT ENDESA (@UGTEndesa) October 30, 2019
En ese momento entraría en escena un actor fundamental: Manuel Pimentel.
El abogado y exministro de Trabajo fue el encargado de arbitrar el conflicto y redactar el laudo que sirvió de antesala a la firma del convenio. Contra el criterio de los otros sindicatos, UGT usó su mayoría del 51,8% para apoyar esta medida. Lo positivo es que resolvería el conflicto; lo negativo, que tendría que aceptar cualquier cosa que saliera del despacho de Pimentel.
Finalmente, el V Convenio Colectivo ofrece a todos los trabajadores, incluidos a los jubilados, 6.000 kWh al año pero con letra pequeña: deben disfrutar un 70% de los mismos en horario valle, es decir, por la noche. Para aquellos prejubilados, pasivos o viudas de trabajadores que antes gozaban de hasta 30.000 kWh por convenio, el nuevo acuerdo les ofrece 3.000 kilovatios extra bonificados al 50% de su precio.
El 22 de enero a las 13:00 horas, Endesa compartió con los sindicatos el contenido del convenio y emplazó a CCOO a darles una respuesta esa noche, antes de la reunión que la empresa mantendría con UGT. Sobre las 21 horas, CCOO emitió un comunicado pidiendo al sindicato ugetista que no firmara. A las 3:30 de la madrugada se conocía por fin el desenlace de la reunión.
Que, por cierto, no es el fin de la historia.
Elecciones y demandas
La dirección logró que UGT retirara la demanda interpuesta contra Endesa, pero las de CCOO y el SIE siguen ahí, junto a las que muchos prejubilados y jubilados —algunos de ellos todavía con el asesoramiento de UGT— presentaron a título individual.
"La firma del convenio lleva aparejada una serie de cuestiones que nos van a perjudicar en las demandas individuales", dice Montoya.
En las últimas semanas, los otros sindicatos han dejado de mirar a la empresa y ahora miran a UGT, a quien aspiran a destronar a lo largo de este mes. Cada centro de trabajo o territorio realiza las elecciones en una fecha distinta. "Importante: difundid el mensaje. 7 elecciones de delegados, 7 para CCOO. UGT se hunde en las elecciones", circulaba estos días por WhatsApp.
Esta semana se ha reunido en Madrid la coordinadora nacional de empleados pasivos de Endesa, que ha evidenciado lo que Marx temía: CCOO, SIE y una parte de UGT, los jubilados, "han expuesto su repulsa manifiesta a la firma del V Convenio Marco", desgranaba Montoya, asistente a la reunión. "La dirección nacional de UGT no se pronuncia y la territorial menos, los que se muevan, como los compañeros de UGT Andalucía, a la picota".
El convenio está ahora en el periodo de consultas, un plazo de 15 días tras el que Endesa ha convocado a los sindicatos a la reunión definitiva, que tendrá lugar el próximo 13 de febrero.
En algún momento del otoño pasado, CCOO y SIE pasaron sutilmente del modo combativo al modo electoral. Pese a que ellos también apoyaron la mediación para resolver el conflicto en notas conjuntas con UGT, una vez se anunció el laudo se quitaron de en medio y comenzaron su particular campaña.
"Los de enfrente están a verlas venir, sin hacer nada, esperando a ver si la gente se cabrea y coger lo que puedan pescar", opina Jurado. "Estos son los sindicatos que tenemos ahora, dicen que los agricultores son unos terratenientes y ellos no han currado una jornada completa en su vida".
Pero a falta de menos de 15 días para las elecciones, no está claro que UGT las vaya a perder. La clave estará en los llamados AVS (Acuerdo Voluntario de Salidas), un grupo de cientos de trabajadores que se prejubilaron con unas condiciones particulares que les sitúan en una tierra de nadie, entre activos y jubilados.
"Hay algo oscuro con el tema de los AVS, son gente que tiene un contrato paralizado pero sigue perteneciendo activamente a la empresa porque, de hecho, si alguna vez los necesitan pueden tirar de ellos", dice Montoya. "A efectos legales son trabajadores en activo, y de hecho, las subidas salariales les afectan".
El tema es que estos AVS están del lado de la oposición sindical y cabreados con UGT por su papel en la firma del nuevo convenio. "Si finalmente dejan votar a los AVS, probablemente pierdan la mayoría", añade. "UGT ha hecho números y ha impugnado que puedan votar, lo cual es ilegal".
El enemigo público nº1
La persona hacia la que se dirigen actualmente todas las críticas es Manuel Jaramillo, el secretario general de la sección sindical de UGT. Desde que se conoció la firma del convenio, el líder sindical se dedica a recorrer el país de punta a punta para explicar a los trabajadores de Endesa el contenido del nuevo acuerdo antes de que depositen su voto en la urna. El día que muchos afiliados fueron a romper sus carnets de UGT, Jaramillo llamó a muchos de ellos para dar explicaciones y tratar de contener la ola de indignación contra el sindicato.
"Eres el esquirol más grande que hay en Endesa", le dijo por teléfono una de ellas. Es de lo más suave que ha escuchado en los últimos días. Otros les acusan de haber traicionado a los trabajadores a cambio de enchufar a sus hijos. Así vive ahora Jaramillo, en mitad del fuego cruzado. Un día hace noche en Cataluña y el siguiente a las 8:30 está camino de Mérida desde Badajoz. Es una frenética lucha contrarreloj porque, en cada sitio, los otros sindicatos tratan de que se voten delegados sindicales lo antes posible. Cada hora perdida puede significar un delegado menos para UGT.
Hablamos con él durante el receso de una de estas asambleas.
PREGUNTA. Tras hablar con varios empleados y exempleados de Endesa percibimos cierta unanimidad en las críticas en este momento. Absolutamente todas son hacia usted.
RESPUESTA. Sí. Yo, como soy de Extremadura, tengo una manera de decirlo. Ahora el hijo de puta soy yo, antes eran los italianos. Todo el mundo dice que la culpa es de la UGT, pero lo que estoy tratando de explicar en las asambleas es que la UGT no les ha quitado derechos a los trabajadores de Endesa en ningún momento, ni se los va a quitar mientras esté yo presente.
P. ¿Cómo explicaría lo que ha pasado?
R. Tuvimos que ir al arbitraje porque no llegábamos a un acuerdo con la empresa. La única solución que teníamos, en vista de todos nuestros asesores, era esa o esperar a la sentencia del Supremo y quedarnos a cero, tanto activos como pasivos. Antes de quedarnos sin nada creo que hemos sido conscientes y responsables. Nuestros asesores nos decían que en el Supremo íbamos a palmar y el arbitraje nos lo concedieron después de muchas medidas de presión de los tres sindicatos, que fuimos juntos. Y tras 15 días de encierro la empresa cedió. La empresa nunca quiso el arbitraje porque ella decía que para qué, si ya tenía una sentencia y solo tenía que esperar a que la ratificara el Supremo.
Ante este escaparate que teníamos, asumimos la responsabilidad. ¿Que no quieren firmar? Pues vamos solos.
P. ¿No tuvo dudas a la hora de apostar por esta solución, pese a romper la unidad de los sindicatos?
R. Tenía muy claro que había que tirar para delante. La empresa había puesto en la CNMV un documento con las pérdidas por el cierre de las centrales térmicas. Más de mil compañeros están en el aire y no saben qué va a pasar con ellos o dónde se van a recolocar. Porque si no hay una herramienta de salida, ¿qué hacemos con ellos? La empresa había planteado hasta un ERE encima de la mesa porque no había herramienta de salida, y un acuerdo voluntario de salidas (AVS) como el que hemos firmado no es lo mismo que un ERE. Lo primero para un sindicato es garantizar el empleo, y encima hemos creado mil puestos de trabajo para los próximos cuatro años.
P. ¿Por qué cree entonces que este convenio ha decepcionado a tanta gente? Se han presentado en las oficinas de UGT cabreados a romper carnets.
R. La explicación es que los otros sindicatos, al dar el paso atrás, me han calumniado, han difamado, me han puesto a parir por todos sitios... han dicho que la UGT se ha bajado los pantalones, pero la UGT no se ha bajado los pantalones. Hemos seguido adelante porque no hemos llegado a acuerdos con ellos. Y que no se olvide que los tres sindicatos hemos estado con el Director General de Trabajo para solicitar que interviniera. Una vez en enero, otra en mayo y otra en septiembre. Él nos dijo, varias veces, que la única solución podía ser el arbitraje.
En diciembre de 2018, Endesa nos entregó a los trabajadores en activo un documento diciéndonos que podía suprimir los derechos sociales y tarifas. Esto lo hizo por la estrategia empresarial, porque lo del convenio siempre ha sido una estrategia para llevarse los 765 millones de euros para Italia. En ese momento pusimos la demanda en la Audiencia Nacional, con la mala suerte de que la sentencia no nos fue favorable. Ese mismo día, el 8 de abril, la empresa podría haber quitado los beneficios sociales a todos los trabajadores, activos y pasivos. ¿Qué ha pasado? Que los otros sindicatos han promovido elecciones sindicales para que no se aplique el nuevo convenio y van diciendo que UGT nos quita los beneficios sociales. No hombre, no seáis mentirosos. Los beneficios nos los quitaba la sentencia, no la UGT.
P. ¿Cree que los otros sindicatos estaban pensando más en las elecciones que en lograr un buen acuerdo?
R. Siempre, siempre. Ellos no han ido al arbitraje por dos motivos. Los dos secretarios generales habíamos decidido ir a este proceso, pero ellos en la última semana se cargaron al secretario general: lo echaron porque firmaba conmigo. ¿Ahora qué pasa? Que en cuanto hemos ido al arbitraje ellos lo primero que han hecho es convocar rápidamente elecciones para que nosotros no pudiésemos explicar el convenio. De hecho en algunos centros pequeños los trabajadores han votado antes de saber la realidad.
Ayer estuve en Cataluña y la gente creía que perdían la paga social de 1.500 euros, otros que solo eran cuatro años, y yo diciéndoles que no, que la mantenían hasta que se jubilaran. Pero son situaciones para generar dudas en el ambiente.
P. ¿Las elecciones sindicales no se celebran todas en un mismo día?
R. Nosotros siempre hacemos un protocolo para que en todos los sitios se vote un mismo día. Este año no se ha firmado un protocolo, ¿por qué? Porque no les ha interesado. Querían que hubiera este revuelo para esto.
P. En un comunicado reciente decían "podríamos seguir refugiados en la nostálgica idea de la Endesa de los años 80 o 90, o incluso 2000; pero todos sabemos, al menos los trabajadores que estamos en activo, que esta Endesa ya no es la misma". ¿Este convenio es mejor que el anterior o solo el mejor convenio que se ha podido obtener dadas las circunstancias de 2020?
R. Es el mejor convenio que se ha podido obtener, eso no lo dude. Incluso en el arbitraje hay cosas que nos han concedido y me han sorprendido, como una garantía en los planes de pensiones. Ahí los italianos nos iban a meter un palo y sin embargo los hemos asegurado hasta el 2035. En principio teníamos apalabrado esto hasta un año después del convenio con la idea de prolongarlo y que nos diera esa tranquilidad, al fin y al cabo estamos en una empresa que gana 4.000 millones de euros de ebitda.
Al fin y al cabo estamos en una empresa que gana 4.000 millones de euros de ebitda
También hemos logrado el Acuerdo Marco de Garantías y el Acuerdo Voluntario de Salidas, que este año es para recolocar a toda la gente de las centrales que tiene que salir. Hemos mandado un documento recomendando a toda la gente de 57 años que se vayan en acuerdos voluntarios y en esos huecos entren los compañeros de las centrales.
P. ¿Ustedes están intentando que estos AVS no voten en las elecciones sindicales?
R. Todo el mundo que pueda votar que vote, eso es un derecho. Lo que ha pasado en Endesa es que se ha creado esa herramienta del Acuerdo Voluntario de Salida, donde hay 1.910 compañeros que se van para su casa y ya no vuelven. En las otras elecciones, todos los sindicatos firmamos un documento para que estos compañeros no pudieran votar, porque cómo vas a votar desde tu casa.
P. ¿Los otros sindicatos firmaron eso también?
R. CCOO y SIE firmaron eso, claro. Entonces, ahora como se están contando tantas mentiras lo que están intentando es que voten. Pero si en las últimas elecciones no votaron, ¿por qué ahora tienen tantas ganas de que voten?
P. La verdad es que, desde fuera, da la impresión de una guerra descarnada entre sindicatos donde la empresa se ha sentado a mirar y los derechos del trabajador quedan en un segundo plano.
R. Aquí ha habido mucha guerra particular por intereses de las organizaciones sindicales, pero precisamente este que le está hablando ha antepuesto la defensa del interés de los trabajadores de Endesa a los intereses de mi organización y a estas guerras sindicales. Yo ahora estoy perdiendo delegados en estas elecciones por no haber llegado a tiempo a ofrecer mi discurso, pues ya se recuperarán, yo creo que la gente no está siendo tonta.
Ahora tiene que llegar la verdad.
A las 3:30 de la madrugada del pasado 23 de enero, la Unión General de Trabajadores (UGT), el sindicato mayoritario en Endesa, anunció a bombo y platillo que, "tras más dos años de difícil negociación" habían logrado doblar el brazo a la principal compañía eléctrica de España y acordar un nuevo convenio colectivo para los trabajadores.