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La fusión de Fiat y PSA o por qué no comprar un eléctrico es "una locura financiera"
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Crean un gigante de 50.000 millones

La fusión de Fiat y PSA o por qué no comprar un eléctrico es "una locura financiera"

La unión de los dos gigantes automovilísticos pone de manifiesto que el futuro del sector pasa por la concentración de fuerzas y que la electrificación es clave para la supervivencia

Foto: Línea de fabricación del Fiat 500 Eléctrico, en Milán. (Reuters)
Línea de fabricación del Fiat 500 Eléctrico, en Milán. (Reuters)

Le ha costado mucho más de lo que pensaba, pero Fiat ya ha encontrado un salvavidas. Este miércoles se confirmaba que la firma italoamericana había llegado a un acuerdo para fusionarse con PSA, matriz de Peugeot y Citroën, y crear así uno de los mayores fabricantes de vehículos del mundo.

La operación es muy importante para ambas partes, que han acordado que será una fusión en la que aportarán lo mismo al producto final, pero es la última señal de la tendencia que va a marcar el presente y futuro de un sector que se lo tiene que jugar todo a la electrificación.

Foto: Una fábrica de Fiat. (Reuters)

El acuerdo entre PSA y Fiat tiene tres grandes patas: reducir costes, unir fuerzas y hacer que la transición al coche eléctrico sea todo lo suave posible. Esas son, y no es casualidad, los tres remedios que aparecen en la receta que debe ayudar a sanar una industria maltrecha.

Para Fiat, es la posibilidad de entrar en la disputa por dominar el mercado europeo, en el que no hace mucho tenía un importante peso y en el que PSA, a través de sus dos marcas de referencia, está en una buena posición. Entre ambas deberían poder hacer frente a Volkswagen, el todopoderoso gigante alemán. A la vez, a PSA se le abre la puerta del atractivo mercado estadounidense. Todo ventajas.

Así lo ven, al menos, los analistas de 'Bloomberg', que consideran que "Fiat aporta el volumen y el beneficio de marcas como Jeep en Estados Unidos, mientras que PSA pone sobre la mesa la opción de conquistar Europa".

La unión hace la supervivencia

En este caso poco tiene que ver la fuerza. Preocupados por las cuentas y por contentar a los analistas, trimestre a trimestre, los altos ejecutivos de los grandes actores de la industria tienen muy claro que no se están jugando el puesto: se están jugando la supervivencia de las compañías que dirigen.

No hay más que ver las ansias de Fiat por encontrar un compañero de viaje. Han conseguido consumar sus aspiraciones con PSA, pero antes intentaron una alianza con Renault que finalmente se malogró porque el Ejecutivo francés no vio con buenos ojos la oferta de 35.000 millones de dólares, casi 31.500 millones de euros, del grupo italoamericano. Francia, que tiene un 15% de Renault, puso tantas exigencias que acabó con la paciencia de Fiat.

placeholder Los logos de Renault y Fiat en Niza, France, el 3 de junio de 2019. (Reuters)
Los logos de Renault y Fiat en Niza, France, el 3 de junio de 2019. (Reuters)

Ahora todo apunta a que el matrimonio afirmará los votos y todo llegará a buen puerto. La unión presentará una capitalización que se quedaría en el entorno de los 50.000 millones de dólares, casi 45.000 millones de euros, y se pondría al nivel de la japonesa Honda en cuanto a valor. Lejos, muy lejos, queda Toyota, que vale en torno a 200.000 millones de dólares, casi 180.000 millones de euros.

Esos números, en cualquier caso, no son especialmente importantes. Hay una métrica que sí es absolutamente decisiva en la operación: entre Fiat y PSA generan unas sinergias por valor de 7.000 millones de dólares, poco más de 6.250 millones de euros, hasta el año 2023, tal y como señalan los analistas de Evercore. En una nota enviada a sus clientes hace unos días, la estadounidense Bernstein, que gestiona 500.000 millones en activos, explicaba que "la fusión entre Fiat y PSA tiene todo el sentido".

Foto: Fábrica de Volkswagen.

Fiat y PSA no son las únicas que están sumando fuerzas. Renault, pese a dejar escapar la oportunidad con el grupo italoamericano, ha estrechado sus lazos con las niponas Nissan y Mitsubishi y ya venden uno de cada nueve coches en el mundo; Volkswagen va a trabajar con Ford para ahorrar costes; Toyota y Subaru ya trabajan en nuevos modelos, mientras que Jaguar Land Rover, en manos indias, busca un aliado potente en Reino Unido. La tendencia es bastante clara.

Fiat, desenchufado

Hace un año falleció Sergio Marchionne, histórico dirigente de Fiat. Su muerte, por sorpresa, obligó a la compañía a buscar un sucesor y, ya que se ponían, buscaron un perfil radicalmente diferente. El elegido fue Mike Manley.

Su aterrizaje no fue fácil. En sus primeros meses en el cargo tuvo que recortar las previsiones de ingresos y reconocer que en China, el gran mercado ansiado por todos, eran irrelevantes. Su cuota de mercado estaba por debajo del 1%, la mitad que Ford y 10 veces menos que General Motors. También confirmó que Fiat estaba muy por detrás de su competencia en cuanto a electrificación.

Tocaba tirar de chequera, y Manley no escatimó. Preparó 5.000 millones de euros para que sus factorías de Mefli, de donde tendrá que salir el Jeep Renegade híbrido, y de Milán tuvieran líneas de montaje preparadas para modelos eléctricos o híbridos como el 500D. La idea es que de esa factoría del sur de Italia salgan, para 2022, 10 modelos híbridos y cuatro eléctricos. ¿La factura por conseguirlo? Otros 9.000 millones, según la hoja de ruta publicada por la propia compañía.

placeholder Coches híbridos de Fiat. (Fiat)
Coches híbridos de Fiat. (Fiat)

No cabe duda de que el presente y el futuro de los vehículos pasa por la electrificación. Tampoco que un gigante como Fiat necesita estar en la vanguardia y, para eso, hay que preparar inversiones. El problema es que ha empezado a hacerlo cuando sus competidores ya han tomado posiciones y han comenzado a recoger réditos.

Un ejemplo: Volkswagen, el gran dominador del mercado europeo y peso pesado de la economía alemana, tiene previsto vender un millón de vehículos eléctricos en China antes del año 2025.

Tener una importante línea eléctrica es fundamental para las ventas, pero también para cumplir con los objetivos de emisiones que ya impone la Unión Europea. La normativa mide las emisiones de los vehículos de cada compañía, pero deja abierta la puerta a que exista una suerte de compensación entre los modelos de cada fabricante. Se entiende mejor con un ejemplo: Fiat tiene serios problemas para cumplir por la inexistencia de una línea eléctrica o híbrida, de energía limpia, que pueda compensar las emisiones de los modelos diésel o gasolina. En cambio, cuando la fusión con PSA sea efectiva, sí que lo tendrá más fácil para estar dentro de las exigencias de la ley, ya que los modelos híbridos y eléctricos de Citroën o Peugeot, más numerosos, ayudarán a equilibrar la balanza.

Foto:  Vista de Madrid con el parque empresarial de las Cuatro Torres (i), en el Paseo de la Castellana de Madrid, y las Torres Kio (d), cubiertas por la 'boina' de contaminación (10-03-2017)

Hasta ahora, Fiat iba poniendo parches a este problema con una solución poco eficaz: tirar de chequera. El año pasado pagó 2.000 millones de dólares, casi 1.800 millones de euros, a Tesla para comprarle sus emisiones. Los coches de la firma de Elon Musk son totalmente limpios, por lo que venden sus derechos sobre esas emisiones a otras marcas necesitadas de ellos.

El efecto Trump

Es evidente que la industria automovilística, que hasta hace no mucho era especialmente potente en Estados Unidos o Alemania, pasa por serios problemas. Sería lógico, por tanto, que los dirigentes de países cuyas economías descansen sobre sectores así les dediquen cierta atención y cariño. O, al menos, que no les pongan palos en las ruedas. Por desgracia para Fiat, General Motors o Ford, Donald Trump no es uno de esos dirigentes.

placeholder El presidente de EEUU, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, en la cumbre del G20 en Osaka. (Reuters)
El presidente de EEUU, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, en la cumbre del G20 en Osaka. (Reuters)

La guerra comercial en la que se ha embarcado el presidente de Estados Unidos está afectando seriamente a los fabricantes de automóviles, que tienen en China, principal oponente en esta disputa arancelaria, su mercado más importante y deseado. China es la meca de los coches eléctricos y las marcas ya están sufriendo las consecuencias de pagar el gravamen que supone llevar hasta allí bienes fabricados en suelo estadounidense.

Bien lo sabe Elon Musk, que ha decidido regatear esos aranceles y ha instalado en Shanghái la segunda Gigafactoría de la que saldrán sus vehículos. Musk tiene puestas todas sus esperanzas en que de esa planta salgan al año alrededor de 250.000 coches y será clave para el triunfo del Model Y, un SUV más barato que el inalcanzable Model X cuyo precio supera los 100.000 euros.

La vía Tesla

¿Es Tesla el gran modelo de éxito de los vehículos eléctricos? Todavía no se puede responder a esa pregunta con seguridad. La compañía fundada y dirigida por Elon Musk vive con la angustia de saber si se podrán cumplir los exigentes objetivos que plantea el genio sudafricano trimestre a trimestre.

Tras sobrevivir a un "infierno logístico" como él mismo lo calificó, la compañía ha vuelto a la rentabilidad de acuerdo a los resultados que presentó el pasado 24 de octubre. Entre junio y septiembre ganó 150 millones de euros, lo que sirvió para reducir un agujero de pérdidas que en lo que llevamos de año está en 907 millones de euros. Los ingresos se dispararon casi un 21% hasta los 17.200 millones de dólares, una cifra más que buena.

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El problema con Tesla es que no es una compañía estable y que la estrategia de Musk, además, está acabando con los dos modelos más rentables: el Model X y el Model S. Ambos son los que más márgenes dejan en las arcas de la firma, pero también son los menos populares, precisamente porque el Model 3 y el Model Y llegan como alternativas baratas para alcanzar ventas de masas.

Así, el Model 3 y el Model Y solo darán a Tesla la rentabilizad si son capaces de fabricar y despachar cientos de miles de unidades. En cuanto baje el apetito del mercado se reducirán las ventas y la economía de escala empezará a jugar en su contra.

Tendrá sus detractores y su compañía está lejos de ser siquiera rentable, pero Musk no andaba falto de razón cuando dijo que es "una locura financiera comprar un coche que no sea eléctrico". Y los demás fabricantes lo saben.

Le ha costado mucho más de lo que pensaba, pero Fiat ya ha encontrado un salvavidas. Este miércoles se confirmaba que la firma italoamericana había llegado a un acuerdo para fusionarse con PSA, matriz de Peugeot y Citroën, y crear así uno de los mayores fabricantes de vehículos del mundo.

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