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Los desafíos de las multinacionales: no se entienden aunque hablen el mismo idioma
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Los desafíos de las multinacionales: no se entienden aunque hablen el mismo idioma

La internacionalización genera problemas de incomunicación y choques culturales, pero también oportunidades de las que se puede sacar provecho con una gestión adecuada

Foto:  Foto: Istock.
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Esto es un español, un francés y un inglés… Este no es solo el inicio de un chiste sino la realidad hacia la que las empresas (y sus liderazgos) tienden en plena época de la globalización. Eso sí, no solo con tres países sino con decenas de ellos y mucho más diferentes entre sí. Esto lleva aparejado problemas de incomunicación y choques culturales, pero también oportunidades de las que se puede sacar provecho con una gestión adecuada.

En el último informe de ‘The Economist’, llamado “Competir a través de las fronteras”, los analistas defienden que, o bien por la debilidad de mercados locales o por las oportunidades del extranjero, “la internacionalización es un hecho" y “plantea un nuevo desafío, la multiculturalidad”. Las empresas asumen que tienen que tener en sus filas gente de diferentes culturas y países. Cómo traten esa diversidad puede significar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

El idioma vs. la comunicación

La vicepresidenta de Netflix en Europa, África y Oriente Medio, María Ferreras, explicaba que uno de los desafios que se encuentra en su empresa es que cuando acaban cada reunión ella repasa lo que le ha parecido con los participantes y parece que cada uno ha estado en una realidad distinta. Todos entienden inglés de forma perfecta, pero a cada expresión cada uno le atribuye unas connotaciones diferentes que pueden convertir el encuentro en un éxito o el más absoluto fracaso a sus ojos. El asunto no es el idioma sino la cultura de cada integrante. Ferreras comentaba esto durante su intervención en las jornadas de la CEOE sobre mujeres y liderazgo.

Foto: Isabel Tocino fue una de las ponentes de la primera Jornada Mujeres y Liderazgo. (EFE) Opinión
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Una comunicación adecuada entre culturas “es clave” para el éxito financiero, según el informe antes citado. Prueba de ello es su encuesta a más de 700 ejecutivos: destaca que el 51% de los fallos de comunicación se atribuye a diferencias culturales, mientras que solo el 27% se debería a los lenguajes como tal (el 23% que falta se debe a fallos en traducciones).

José Javier Romero, CIO, DPO del grupo IFA e investigador de diversidad cultural en negocios de la UNIR, explica que este es realmente uno de los principales problemas de las empresas deslocalizadas. Por ello, afirma que “el idioma es solo un medio de transporte y, con la multiculturalidad, estas faltas de entendimiento pueden ser un problema”. Por ello, recomienda que un liderazgo vaya más allá de las clásicas conferencias e insista en que el mensaje llegue bien al equipo.

Diferentes tradiciones, distintos objetivos

Romero incide en que más allá de la incomunicación, que es un riesgo, trabajar codo a codo con gente con otra visión del mundo produce grandes choques culturales, y cómo se gestionen puede ser determinantes para el futuro de la compañía.

Cómo recompensar a un trabajador varía dependiendo de su cultura

Un ejemplo de esto es que “recompensar a un trabajador puede variar enormemente dependiendo de la cultura”. La motivación “en base al dinero contante y sonante” puede ser menos eficaz en una cultura antes que el reconocimiento profesional o las condiciones laborales.

El 'coach' empresarial César Piqueras, que ofrece cursos a las compañías de cómo sacar provecho de la multiculturalidad, añade a esto ejemplos más concretos. Él ha detectado que la cultura japonesa es muy largoplacista en comparación con la española. Entonces, la forma de tratar a trabajadores de ambos países es muy diferente porque no tienen los mismos objetivos. También los nipones tienen un mayor respeto a las jerarquías. Los sudamericanos, por su parte, serían menos concretos en las tareas pero con una mejor colaboración y trabajo en equipo.

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Aunque explica que las verdaderas diferencias de fondo se establecen en torno a lo colectivista o individualista que es una cultura, y que saber ver eso es lo que realmente supone un choque en el día a día.

Para tratar estas diferencias que pueden convertirse en problemas, Romero propone talleres donde los miembros del equipo se sensibilicen y vean que “esas diferencias existen, son normales y son una realidad”. Afirma que, “con el ritmo de una empresa, no reparamos en que damos por hecho lo que puede ser muy diferente para otro. Solo con que quede claro esto, ya se irá extrapolando a situaciones del día a día con un trato diferente que puede dar paso a grandes ventajas”.

Las oportunidades

Si una empresa multicultural se traduce en problemas de comunicación y choques culturales que hay que gestionar, ¿qué sentido tiene?

Según Romero, hay dos cosas que son ventajas objetivas:

  1. Más culturas significa más acceso a talento.
  2. En un entorno internacional, para expandirte en México, por ejemplo, tener a gente con esa cultura te ayudará de forma directa.

Te obliga a parar y pensar en lo que damos por hecho, es un petardazo para la innovación

Aunque el motivo fundamental que él defiende es: “Si yo me rodeo de un entorno multicultural y realmente me ocupo de crear el ambiente adecuado, va a haber choques culturales, que a veces son muy pesados, pero significan que en un entorno complejo me voy a parar y a pensar las cosas que nuestra cultura da por hecho. El pararse a mirar enfoques, cosas básicas que damos por hecho y lavarse los ojos, se convierte en un petardazo para la innovación”.

Foto: Foto de archivo del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, junto con la presidenta de Banco Santander, Ana Botín. (EFE)

Por su parte, Piqueras destaca como un activo importante el poder potenciar los aspectos más beneficiosos de las culturas y adecuarlos a tareas más específicas, además de que puedan aportar diferentes puntos de vista.

A día de hoy, la innovación en el sector privado suele ir ligada a empresas con mucha diversidad cultural. En EEUU, según la National Foundation of American Policies, el 51% de los CEO de empresas ‘unicornio’ ('startups' que alcanzaron más de 1.000 millones de dólares en facturación) es gente que no nació en los Estados Unidos. Además, dentro de las mismas, casi ostentan el 71% de los puestos de responsabilidad.

Esto es un español, un francés y un inglés… Este no es solo el inicio de un chiste sino la realidad hacia la que las empresas (y sus liderazgos) tienden en plena época de la globalización. Eso sí, no solo con tres países sino con decenas de ellos y mucho más diferentes entre sí. Esto lleva aparejado problemas de incomunicación y choques culturales, pero también oportunidades de las que se puede sacar provecho con una gestión adecuada.

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