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El órdago de Menéndez (Liberbank) al BCE con su póquer de fusiones rechazadas
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TRAS LA NEGATIVA A UNICAJA

El órdago de Menéndez (Liberbank) al BCE con su póquer de fusiones rechazadas

La entidad asturiana ha cerrado la puerta dos veces a Abanca, una a CaixaBank y esta a Unicaja, y deja claro que quiere seguir en solitario a pesar del empuje del regulador

Foto: Manuel Menéndez, consejero delegado de Liberbank. (EFE)
Manuel Menéndez, consejero delegado de Liberbank. (EFE)

La banca tiene muchos paralelismos con el póquer o el mus. Importan las cartas que se tengan, pero también cómo se juegan. Con la diferencia de que, en el sector financiero, el crupier (BCE-Banco de España) tiene poderes casi ilimitados, teniendo a su alcance decidir quién gana o pierde partidas. En la última mano que se ha disputado, Manuel Menéndez, consejero delegado de Liberbank, ha vuelto a ganar un órdago al croupier. Y no es el primero.

Fuentes próximas al regulador explican en la inspección del Banco de España/BCE todavía no acaban de digerir la ruptura de la fusión entre Unicaja y Liberbank. Los supervisores daban por seguro que esta operación saldría adelante, pudiendo centrarse en adelante en otros retos del sector como la salida a bolsa de Ibercaja o las cajas rurales.

Foto: Manuel Menéndez (izda.), consejero delegado de Liberbank, y Manuel Azuaga, presidente de Unicaja Banco.

El rechazo final a la fusión fue de Liberbank, tras la oferta vinculante presentada hace diez días por Unicaja, en el que daba a la entidad asturiana un 40% del nuevo grupo. El regulador creía que Menéndez aceptaría la propuesta. En su lugar, el financiero, apoyado por sus consejeros-accionistas —en especial el fondo Oceanwood— ha decidido marcar otro rumbo para la entidad. Se vuelve al 'plan de siempre': seguir en solitario, haciendo valer el trabajo de los últimos años y esperando una mejora de los tipos que eleve la rentabilidad y aleje la sombra de las fusiones.

Menéndez ya impuso esta hoja de ruta, también en contra del criterio del regulador, en verano de 2017. Tras la resolución de Banco Popular, el mercado se fijó en Liberbank. La CNMV prohibió las posiciones bajistas y el regulador impulsó a Menéndez a estudiar operaciones corporativas. Se acercaron CaixaBank, que no vio clara la operación, y Abanca. En el caso de la entidad gallega no era la primera ocasión en la que Juan Carlos Escotet se aproximaba a Liberbank. El venezolano veía —y sigue viendo— al grupo asturiano como una oportunidad de crear un banco líder en la cornisa cantábrica e incluso poder salir a bolsa mediante una fusión inversa (el comprador societario es el vendido, para así seguir cotizando).

Plan Alantra

En lugar de estas opciones, Menéndez apostó por seguir en solitario. Diseñó junto a Alantra un plan para conseguir capital y recuperar la confianza de inversores y reguladores. Vendió su inmobiliaria a Cerberus, una gran cartera de activos problemáticos a Bain Capital y amplió capital en 500 millones. Con eso ganó tiempo, aunque el regulador seguía pensando que tendría que buscar una operación en 2018 o 2019.

Algo que llegó con el principio de las negociaciones con Unicaja. Arrancaron en verano del año pasado, aunque formalmente en octubre. Las conversaciones de estas dos entidades despertaron el viejo interés de Abanca, que mantuvo conversaciones con la cúpula y el consejo de Liberbank a finales de 2018. En su propuesta casi formal, que valoraba al grupo asturiano en 0,56 euros por título, pendiente de 'due diligence', se incluía una vicepresidencia para Menéndez. La oferta se filtró a la prensa y se consideró hostil por parte de Liberbank, que prefirió centrarse en las negociaciones con Unicaja.

placeholder El presidente de Unicaja Banco, Manuel Azuaga. (EFE)
El presidente de Unicaja Banco, Manuel Azuaga. (EFE)

En estos dos años, Menéndez ha deshojado casi toda la margarita posible de fusiones. Su mensaje es que la entidad va a seguir en solitario, pese a quien pese, y que las operaciones corporativas no siempre suman, más allá de que exijan dos o tres años para empezar a materializar las sinergias. Salvo que Abanca tenga preparado un 'ataque', los candidatos naturales han ido dejando su camino.

El caso de Unicaja Banco tiene algunos paralelismos. La entidad negoció una posible venta a Santander en 2017, como plan B por si se cerraban los mercados y no podía salir a bolsa. Optó por acudir a la renta variable antes que a la Ciudad Financiera. Fuentes presentes en las negociaciones creen que fue clave Susana Díaz, y que la Fundación podría haber obtenido mejor precio con un acuerdo con Ana Botín que saliendo a bolsa.

Planes de Unicaja

Esta entidad mantiene también el rumbo de seguir en solitario, aunque en caso contrario tendría candidatos, para una venta o fusión. Uno de los que más suena en el mercado es Ibercaja, que tiene hasta 2020 para salir a bolsa. Si los mercados siguen como hasta ahora, la unión con Unicaja podría ser una solución factible para los aragoneses.

La ruptura entre Unicaja y Liberbank ha descolocado las piezas del tablero. El regulador es partidario de que las entidades medianas (los grupos de antiguas cajas) se fusionen para ganar tamaño, obtener eficiencias, economías de escala en los mercados y, en definitiva, rentabilidad. Esta es una alternativa, aunque el BCE y el Banco de España preferirían incluso que estas entidades fueran absorbidas por grupos grandes. Y, tras perder la última mano, el crupier podría ser más exigente en la próxima partida.

La banca tiene muchos paralelismos con el póquer o el mus. Importan las cartas que se tengan, pero también cómo se juegan. Con la diferencia de que, en el sector financiero, el crupier (BCE-Banco de España) tiene poderes casi ilimitados, teniendo a su alcance decidir quién gana o pierde partidas. En la última mano que se ha disputado, Manuel Menéndez, consejero delegado de Liberbank, ha vuelto a ganar un órdago al croupier. Y no es el primero.

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