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La década 'horribilis' de la banca: destrucción de valor y la mitad de beneficio
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sigue con el reto de ser rentable

La década 'horribilis' de la banca: destrucción de valor y la mitad de beneficio

El sector financiero sigue castigado en negocio, reputación y en bolsa. Las entidades han saneado sus balances y son más solventes que al inicio de la crisis, pero sin ser rentables

Foto: Oficinas de bancos españoles. (EC)
Oficinas de bancos españoles. (EC)

La banca cada vez pone más difícil mantener que siempre gana. O, al menos, que sea un negocio rentable. Banco Sabadell y CaixaBank evidenciaron este viernes la desconfianza del mercado con pérdidas del 8% y del 7%. El Ibex 35 Bancos, que aglutina a las seis mayores entidades cotizadas, se hundió en 2018 un 30%, y los resultados anuales han cortado en seco los avances mostrados en 2019.

El sector acumula una década con rentabilidades inferiores al coste del capital, que es el retorno que exigen los inversores en función del riesgo asociado. Esto se traslada al parqué, con descensos del 40% para BBVA, del 30% para el Sabadell y del 70% para el Santander desde los máximos históricos anteriores a la crisis, ajustando los datos con dividendos que se supone reinvertidos, según Bloomberg. Bankinter se salva de la quema con un alza de más del 20%, mientras que en ese periodo el Ibex gana un 6,5%.

Las grandes entidades han saneado sus balances y tienen ratios de capital mayores, pero apenas generan un beneficio por acción que es la mitad al de 2008, en los albores de la crisis financiera que desembocó en la Gran Recesión. Los bancos cotizados han finalizado la presentación de resultados anuales con un beneficio de 16.676 millones, un 22,4% más que el año anterior. Entre las entidades que persisten en bolsa desde 2008, Santander, BBVA, Sabadell y Bankinter, solo esta última, la de menor tamaño, genera un beneficio mayor que entonces.

Santander ganó 7.810 millones en 2018, un 18% más que el año anterior, mientras que BBVA incrementó sus ganancias un 51% hasta los 5.324 millones. Banco Sabadell ganó un 54% menos tras enderezar TSB y sanear balance, hasta los 328 millones. En los tres casos las cifras son inferiores a 2008, con lo que aún no alcanzan las cifras del inicio de la crisis tras una década perdida.

La diferencia es más llamativa al ajustar el beneficio por acción, que al final es lo que mide la capacidad de un negocio para retribuir a sus accionistas. El beneficio por acción del Santander en 2018 fue de 0,465 euros, un 62% inferior a 2008; BBVA tuvo ganancias por cada título equivalentes a 0,76 euros, un 44% menos; y Sabadell exhibió 0,05 euros, un 0,92% por debajo.

Las entidades ganan menos, pero tienen más acciones, después de varias ampliaciones de capital. Santander ejecutó dos ampliaciones de más de 7.000 millones en 2015 y 2017, la última para absorber al Popular, mientras que BBVA pidió 5.000 millones al mercado en 2010 para financiar la compra del 25% del turco Garanti, que a la postre ha castigado al valor, y volvió a ejecutar una ampliación de 2.000 millones en 2014. Banco Sabadell, por su parte, captó 400 millones en 2011 con la emisión de nuevos títulos.

Es decir, los bancos han pedido dinero a sus accionistas —o a nuevos inversores—, pero aún no son capaces de remunerarles conforme a la prima de riesgo que asignan al sector. El Banco de España (BdE) estima un coste del capital de más del 10%, con 400 puntos básicos más que para el conjunto del universo cotizado. Pero solo Bankinter y BBVA obtuvieron en 2018 retornos sobre el capital (ROE) de dos dígitos, con un 13,19% y un 11,6% respectivamente. Lejos, eso sí, de los niveles de 2008, cuando Bankinter estaba por encima del 16%, BBVA del 23%, y Banco Santander publicó un 17%, frente al 8,21% de 2018. La rentabilidad cántabra es menos de la mitad que hace diez años. Para Banco Sabadell la comparativa es mucho peor, ya que ha tenido un 2,6% en 2018, frente a los niveles del 16% de inicios de la crisis.

Los propios banqueros se encargaron de recordar su baja rentabilidad ante las amenazas de un impuesto especial por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, primero; y por las sentencias contradictorias del Supremo en el tributo de actos jurídicos documentados (AJD), después. De fondo, las entidades están en el foco por su maltrecha reputación, hundida en la crisis, y afectada ahora por el presunto espionaje masivo del excomisario José Manuel Villarejo en pleno asalto de Sacyr a BBVA para derrocar a Francisco González (FG).

Baile de marcas

La crisis de la última década ha cambiado de raíz el sector financiero, cuya supervisión ha virado hacia el Banco Central Europeo (BCE), creando nuevos mecanismos de resolución para evitar el uso de dinero público que comprobaron con dolor los accionistas y bonistas del Popular, con pérdidas del 100%. Aunque mientras que no se avance en la unión bancaria quedarán dudas en los procedimientos y, según los propios banqueros, será difícil ver fusiones transfronterizas.

Foto: Andrea Enria, futuro presidente del Mecanismo Único de Supervisión (MUS). (Reuters)

Lo que sí ha habido son fusiones a escala nacional. En España se ha pasado de 62 bancos y cajas de ahorros a tan solo 11 en diez años (ver gráfico). Todas las autoridades han incentivado las operaciones corporativas para que los bancos aumentaran tamaño, sanearan sus balances y mejoraran en eficiencia. Los bancos españoles llevaron a cabo el grueso de las fusiones en 2012 tras los dos decretos Guindos que afloraron los activos tóxicos en el balance con la necesidad de más provisiones. El siguiente paso, que es el que no llega, es el de la rentabilidad.

Los bancos han incrementado sus activos a raíz de las fusiones y las compras en el exterior. Especialmente Banco Santander y BBVA, que han diversificado su negocio a mercados como México, Brasil, Reino Unido o Turquía, lo que les ha permitido volver a incrementar sus beneficios a costa de incrementar la prima de riesgo que asignan los inversores. Esto es, por las incertidumbres asociadas a estos países. El activo (o pasivo más recursos propios) aumentó un 39% hasta los 146.000 millones; el de BBVA, un 25% hasta los 677.000 millones; y el del Sabadell se disparó un 177% hasta los 222.000 millones. Bankinter, menos activo en operaciones, elevó este volumen un 40% hasta los 76.500 millones.

Por su parte, Bankia y CaixaBank, los otros dos bancos del Ibex 35, tienen activos por 205.223 millones y 386.622 millones respectivamente. En el banco nacionalizado que preside José Ignacio Goirigolzarri, ha habido un descenso cercano al 30% desde que salió a bolsa en 2011, y en CaixaBank crece un 40% desde su debut bursátil el mismo año.

Los bancos han ido recuperando los niveles de eficiencia previos a la crisis que empeoraron tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, volviendo a niveles inferiores al 50% (se mide como coste sobre ingresos, con lo que cuanto más baja es la ratio mejor). Este avance es un requisito necesario para que las entidades mejoren sus cuentas de resultados, así como la diversificación de ingresos. Los dos grandes lo han hecho geográficamente y Bankinter lo hizo por negocio, con la rama aseguradora de Línea Directa y la venta de fondos de inversión, un camino que ha emprendido también el resto de sector los últimos años.

Estas vías son las que les quedan a los bancos frente a las caídas de márgenes por los tipos al 0%, que según cálculos del propio BCE redujeron los ingresos en más de 10.000 millones entre 2008 y 2015. "Los tipos nos están matando", dijo FG en 2016. La sangría sigue, ya que la capacidad de rentabilizar la actividad tradicional de captar y prestar dinero se anula con el 'precio del dinero' al 0% y el tipo de facilidad de depósito en el -0,4%. Esto es, los bancos pagan al BCE por aparcar su liquidez en el banco central.

El gráfico es explícito: los márgenes de intereses en la actividad bancaria en España son inferiores a hace una década en Santander, BBVA o Sabadell pese a que han incrementado su perímetro con Popular, Unnim, Catalunya Banc o CAM, entre otros. Por su parte, el beneficio local es apenas la mitad que en 2008 o 2009, pese al aumento de ingresos por comisiones y los recortes.

De hecho, la banca ha recortado el 30% del empleo y el 40% de su red de oficinas en la última década, y todavía quedan más ajustes: CaixaBank negocia un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) con los sindicatos para el despido de hasta 2.157 empleados, el mercado da por hecho que Santander hará otro recorte de 3.000 empleos y Unicaja acordó con los sindicatos la salida de 760 trabajadores.

Nuevos intentos para recuperar la rentabilidad perdida, una vez que el desafío de la solvencia parece superado, pese a que el BdE siempre recuerda a los bancos españoles que están a la cola de Europa en capital. Aun así, tienen niveles muy superiores a 2008, y sin ponderar los activos por riesgo (ratio de apalancamiento), están al nivel de sus pares europeos. Una investigación de economistas del Banco de España Mikel Beda, Ángel Estrada y Jesús Saurina, demuestra que el colchón de capital de los bancos es clave para suavizar las crisis, al evitar que se contraiga excesivamente el crédito. Quizás la próxima crisis sea diferente.

Cambios de directivos

Las salidas también han llegado en la alta dirección. Banco Santander ha sido protagonista este mes por dar marcha atrás con el fichaje anunciado del italiano Andrea Orcel como consejero delegado, puesto en el que seguirá "indefinidamente" José Antonio Álvarez, según su presidenta, Ana Botín, que sustituyó a su padre Emilio Botín a su muerte en 2015. Durante la crisis, Álvarez ha sido el tercer CEO tras Javier Marín y Alfredo Sáenz, indultado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

El caso más representativo es el de Rodrigo Rato, elegido por el Gobierno de Mariano Rajoy para enderezar el rumbo de Bankia con la salida a bolsa. Pero el exvicepresidente económico con Aznar está en prisión por las 'tarjetas black', el gran icono de los desmanes de los gestores de las antiguas cajas de ahorros (entre los que había representantes de partidos políticos, sindicatos y patronales), y está imputado en el Caso Bankia, una de las investigaciones que quedan de la crisis, como la del Popular, tras la resolución en la noche del 6 al 7 de junio de 2017 y la venta por un simbólico euro al Santander.

Rato sustituyó en 2010 a Miguel Blesa, que se suicidó en 2017. En 2012, el prestigioso banquero vasco Goirigolzarri asumió las riendas de Bankia, en la que el Estado inyectó 22.424 millones para capitalizarla, y ha recuperado 3.083 millones entre dividendos y la venta del 14,5%. Aún controla a través del Fondo de Reestructuración y Reordenación Bancaria (FROB) el 61%, valorado en bolsa actualmente en 4.700 millones. Es la última vía para recuperar el dinero público del rescate bancario, que asciende a 54.353 millones, según las estimaciones del BdE.

Goirigolzarri hizo carrera en BBVA —igual que Jaime Guardiola, ahora CEO del Sabadell—, donde fue consejero delegado entre 2001 y 2009, saliendo por desavenencias con González, presidente ejecutivo durante 17 años y, por ahora, presidente de honor. Su sucesor fue Ángel Cano, que salió del banco por el mismo motivo en 2015. Su sustituto fue Carlos Torres y, esta vez sí, contó siempre con el apoyo de FG incluso para sucederle. Este año podría tener que cerrar el círculo con la decisión sobre la presidencia de honor y la pensión de su antecesor con la investigación interna y la presión de los supervisores.

La banca cada vez pone más difícil mantener que siempre gana. O, al menos, que sea un negocio rentable. Banco Sabadell y CaixaBank evidenciaron este viernes la desconfianza del mercado con pérdidas del 8% y del 7%. El Ibex 35 Bancos, que aglutina a las seis mayores entidades cotizadas, se hundió en 2018 un 30%, y los resultados anuales han cortado en seco los avances mostrados en 2019.

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