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Tambores de crisis: la industria encadena su peor racha de consumo eléctrico en 5 años
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El BCE advierte de ralentización económica

Tambores de crisis: la industria encadena su peor racha de consumo eléctrico en 5 años

Las últimas estadísticas reflejan la desaceleración de la industria y aviva los fantasmas de desaceleración. Los fabricantes de automóvil cerraron el ejercicio con caídas de producción y exportación

Foto: Foto de archivo de una fábrica de coches. (EFE)
Foto de archivo de una fábrica de coches. (EFE)

Las estadísticas confirman los peores augurios para la industria española. La demanda eléctrica de las grandes factorías, termómetro para medir la salud del sector, encadena la peor racha desde los años 2012 y 2013, cuando la crisis económica más castigaba a España.

El consumo total del sector industrial ha retrocedido un 3,6% en 2018, según los datos presentados este viernes por Red Eléctrica de España. Con los datos de diciembre, la industria encadena un año a la baja. Este desplome se da en plena revisión de estimaciones de las principales instituciones del mundo como el FMI, la OCDE o el BCE.

Dentro de la industria el que más sufre es la metalurgia (-3,2%), y la industria química (-12,1%). La propia Red Eléctrica matiza que el desplome de esta última "viene determinada en gran parte por el cierre de las plantas productoras de cloro que deben cambiar su tecnología productiva por imposición de las directivas comunitarias".

También hay una fuerte caída de las coquerías y refino de petróleo (-5,4%), sin embargo este se debe en parte a las paradas técnicas por mejora de las plantas de las petroleras españolas.

El automóvil cierra 2018 en negativo

Otra de las que más cae es la industria del automóvil (-2,3%), responsable de más del 10% del PIB español y movilizador de la economía y tractora del empleo de ciudades como Valencia, Barcelona, Zaragoza, Vigo, Valladolid, Palencia, Pamplona o Vitoria, entre otras.

Foto: El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi (Reuters)

Los datos de la industria del automóvil también son preocupantes. Según la patronal de los fabricantes (Anfac), los datos de cierre de 2018 apuntan a un descenso tanto de la producción como de la exportación. Llueve sobre mojado porque esta caída viene precedida también por retrocesos el año anterior.

Esto ya está teniendo consecuencias sobre el terreno, Renault suspendió el tercer turno el pasado ejercicio ante la moderación de la actividad. Los trabajadores de Ford viven en los últimos días el temor de que la multinacional estadounidense reduzca la actividad de las plantas Almussafes en favor de otros centros productivos como Turquía tras anunciar miles de despidos en Europa.

Foto: Protestas en la planta de Alcoa en A Coruña. (EFE)

Además de la desaceleración económica, el sector vive una transición hacia vehículos alternativos que pone en jaque la actividad de las plantas españolas, cuyos centros de decisión están todos fuera de territorio nacional.

El panorama no es más alentador fuera del ensamblaje de automóviles. Alcoa ha decidido cerrar dos plantas en Avilés y A Coruña, donde el Gobierno trata de buscar un inversor a contrarreloj para salvar el empleo. La Naval en Vizcaya declaró el cese definitivo de la actividad del astillero. Cemex también ha clausurado dos plantas y Vestas cerró su planta de León. Su competidora Gamesa también cerró hace justo un año su fábrica de palas en Miranda de Ebro (Burgos). Otra firma con problemas es Tubos Reunidos, que atraviesa un periodo de reestructuración por problemas financieros.

Por si todo esto fuera poco, las centrales térmicas de carbón en manos de las eléctricas (cuatro de Naturgy, dos de Endesa y dos de Iberdrola) también ha anunciado recientemente el desmantelamiento de sus plantas, lo que ahonda la desindustrialización de España. Pero el sector servicios no está tampoco pasando por su mejor momento. Vodafone, Caixabank, Unicaja están en pleno ere. Todo ello, a pocos meses de elecciones municipales, regionales y quien sabe si también generales.

Las estadísticas confirman los peores augurios para la industria española. La demanda eléctrica de las grandes factorías, termómetro para medir la salud del sector, encadena la peor racha desde los años 2012 y 2013, cuando la crisis económica más castigaba a España.

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