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¿Por qué las empresas que mejor pagan de España son las que llevan luz y gas a tu casa?
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Los salarios en el sector eléctrico y el gas

¿Por qué las empresas que mejor pagan de España son las que llevan luz y gas a tu casa?

El salario medio en las empresas que suministran electricidad y gas en España se sitúa en 50.992 euros al año, casi cuatro veces más que en el sector hotelero. Estos son los motivos

Foto: Evolución de los salarios anuales en los sectores mejor pagados. (EC)
Evolución de los salarios anuales en los sectores mejor pagados. (EC)

La hostelería es el sector con los salarios más bajos de España, con una media de 14.125,34 euros al año. A nadie se le escapa que se trata de una actividad con mucha competencia, una rotación constante, empleos de baja cualificación castigados por la estacionalidad y los vaivenes del turismo, trufada de casos de explotación laboral… Es en el otro extremo del mercado laboral donde viene la sorpresa. En el listado elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) destaca por encima del resto una categoría que engloba el “suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado” y que roza los 51.000 euros de media, casi un 20% más que el sector financiero, el segundo de la lista. Es decir: nadie gana tanto en España como aquellos que consiguen trabajo en una de las empresas que nos envían facturas de luz y gas a casa, aquellas a las que hay que pagar sí o sí cada mes, sin alternativas al alcance. Y fundamentalmente tres: Endesa, Iberdrola y Naturgy.

Un directivo de una de las grandes reconoce que, para tratarse de España, los salarios son elevados. “Pero es que el índice de educación también lo es. En mi equipo son casi todos ingenieros y más de la mitad tienen un máster. Un administrativo o una secretaria cobran más o menos como en otra gran empresa, pero la media es muy alta porque tenemos personal muy formado. En general, preferimos pagar algo más y tener en un parque a un ingeniero de responsable, aunque su trabajo diario sea ir con el coche y hablar con los alcaldes. Además, se trata casi siempre de empleos estables que generan antigüedad: el que entra aquí no se va porque las perspectivas son muy buenas, los horarios... El 80% de los empleados acaba a las tres de la tarde. Y son empresas que no van a hundirse de la noche a la mañana porque nuestro suministro hace falta siempre”, comenta. Por si todo esto fuera poco, en muchos casos la luz de sus hogares particulares es gratis, corre a cargo de la eléctrica para la que trabajan.

En el ramo energético los ingresos vienen determinados en un porcentaje muy alto por el BOE

Otro alto ejecutivo, esta vez de la competencia, lo explica como una suma de factores. En primer lugar, destaca la estabilidad en los ingresos. Las compañías de este sector manejan un bien de primera necesidad cuyo consumo es ineludible. La crisis económica ha golpeado con fuerza otros sectores como la banca o el consumo, donde se han encadenado, casi sin solución de continuidad, diferentes expedientes de regulación que han ido mermando el poder adquisitivo de los trabajadores. “Pero en el ramo energético los ingresos vienen determinados en un porcentaje muy alto por el Boletín Oficial del Estado, que regula una parte importante de su retribución”, asegura.

La estabilidad en los ingresos de la que hablan también se logra por la incapacidad de terceros, sobre todo hasta hace pocos años, de competir con estas compañías. “Hay muy pocos actores capaces de montar una gran central de generación, por la inversión que supone y la tecnificación que requiere”, resume el directivo. De hecho, el sector energético está dominado por un número reducido de grandes corporaciones, tanto en electricidad como en gas y combustibles, muy fácilmente reconocibles por el público en general. Estas dominan porcentajes en muchos casos superiores al 90% del mercado, lo que les otorga un elevado poder como 'lobby'. Un sistema oligopólico que los reguladores han denunciado recurrentemente. La CNMC ha impuesto diferentes sanciones por abuso de posición dominante o pacto de precios a modo de cártel tanto en el sector eléctrico como en la venta de carburantes.

placeholder La central nuclear Vandellòs II en Tarragona. (EFE)
La central nuclear Vandellòs II en Tarragona. (EFE)

Otro factor determinante que les permite reducir la competencia y mantener su poder es su integración vertical. Se trata de multinacionales que operan en toda la cadena de valor. Iberdrola, Endesa, Naturgy o EDP generan electricidad, la distribuyen y posteriormente la venden. Joaquín Coronado, consejero delegado de la comercializadora independiente Podo, pone encima de la mesa esta cuestión como clave para abaratar el precio de la luz, en máximos históricos para el recién terminado septiembre. Reclama que “debe revisarse la integración vertical de las empresas que hoy limita la competencia y frena la innovación. La separación jurídica ya no es suficiente, porque los grandes grupos cotizados tienen la obligación fiduciaria de maximizar el retorno para sus accionistas explotando al límite las ventajas que les proporciona la integración".

Mucho capital y poco trabajo

Todas las fuentes consultadas subrayan además que se trata de un sector intensivo en capital pero no en mano de obra. Y esto significa, entre otras cosas, que a la hora de hacer cuentas y recortar gastos no se tiene tanto en cuenta la masa salarial, como sí sucede por ejemplo en la banca. “Eso no significa que no nos preocupen los sueldos. Se está ajustando, pero con mucho cuidado, por mantener la paz social. Bastante mal vistos estamos como para ponernos a echar gente. Hay personal que sobra, pero intentas recolocar, aunque sea sin asignación clara", dice uno de los directivos.

"Aun así, el nivel de pérdida salarial en el sector ha sido muy grande", continúa. "Se jubila un tío de 60 años en un ERE y se va con una pasta. Luego el que entra a sustituirlo es joven y gana menos de la mitad, sin todas esas ventajas heredadas de seguros médicos, gastos farmaceúticos y beneficios que han desaparecido”. El “kilo de ingeniero”, argumenta un analista del sector, es mucho más barato ahora que en los años setenta u ochenta, las décadas de las grandes contrataciones. “Sencillamente ya no es necesario pagar tanto para captar a alguien con la formación necesaria porque hay más”.

Foto: Oficina de atención al cliente de Naturgy. (Naturgy)

Sumando todo, el retrato que nos queda es el del perfecto contrario al de la hostelería: alta cualificación, escasa rotación, convenios colectivos consolidados, sin apenas competidores, facturación estable, personal cualificado… A ello se agregan otras particularidades que tiran al alza. Por ejemplo, el rechazo que han provocado los desastres relacionados con el sector a nivel mundial, sobre todo después de la catástrofe de Chernobil, que ha obligado a las empresas que operan a elevar los salarios muy por encima de la media no solo para puestos cualificados sino en todos los niveles, sobre todo en el sector nuclear.

Así, el cierre de estas plantas suele venir acompañado del rechazo frontal de las zonas afectadas, muy dependientes de los ingresos de la producción atómica. Algo similar, aunque en otro nivel, sucede con los trabajadores del carbón: los efectos perniciosos para la salud han llevado a cobrar históricamente salarios por encima de la media a las personas dispuestas a lidiar con el negro mineral.

Con todo, el sector no está ni mucho menos atravesando sus mejores momentos. De hecho, los trabajadores con menos de 40 años sienten que han llegado tarde a la fiesta. Un responsable de recursos humanos de una de las grandes eléctricas recuerda que los convenios en los primeros años ochenta, momento de proliferación nuclear y auge del carbón, crecían entre el 10% y el 15% anual, algo inimaginable a día de hoy, aunque la inflación entonces hiciera su mella. “Históricamente, se venía de salarios altos y se va corrigiendo, cada convenio es peor que el anterior y la gente acepta”, remata uno de los dos directivos consultados.

Jesús Crespo, secretario de Industrias Extractivas de CCOO, opina que los datos extraídos del INE pueden llamar a engaño. “Hay dos o tres escalas dentro del sector y eso no queda reflejado nunca. Lo que está dentro de convenio es una cosa, pero cada vez hay más fuera de convenio y ese personal tiene condiciones muy distintas”. Incluso la media de los protegidos por los acuerdos, insiste, se sitúa en una horquilla de entre 30.000 y 35.000 euros al año. “Yo creo que habría que separar a los directivos del resto”, puntualiza.

Los salarios de las cúpulas directivas son, de manera recurrente, uno de los aspectos más polémicos dentro y fuera de estas empresas. Rubén Sánchez, portavoz de la organización de consumidores Facua, los considera “obscenos”, recordando que algunos presidentes llegan a cobrar decenas de miles de euros al día. “Debería haber una intervención estatal mucho más contundente en un sector que viene de una liberalización tramposa que ha fomentado un aumento brutal de los precios para los consumidores y con ello un aumento de los beneficios para los cargos directivos”.

Ni una sola limpiadora en plantilla

Las externalizaciones también son parte de la ecuación y entran de lleno en el discurso de los sindicatos. Uno de los directivos consultados dice que ha ido viendo cómo, en los últimos años, muchos trabajos han acabado en manos de subcontratas. “Mantenimiento, atención al cliente… Eso eleva la media salarial porque, por ejemplo, no hay ninguna limpiadora contratada. En muchos sitios tenemos un jefe de estación, dos operarios y el resto lo subcontratas. De los que están en plantilla, el que menos cobra tiene que subirse a una línea de alta tensión y jugarse la vida, de manera que necesita una formación adecuada y un sueldo acorde”, apuntilla.

Crespo, de CCOO, calcula que cerca de la mitad de los puestos de trabajo del sector que representa se han externalizado en los últimos tiempos. “Ordenanzas, telefonistas, mantenimiento, seguridad… Si antes eran 30.000 trabajadores en cada una de las empresas grandes, ahora estamos con unos 10.000. Eso no sale en algunas estadísticas y hay que tenerlo en cuenta, como el tema de los becarios”.

Hay un último factor a la hora de analizar los salarios de este tipo de empresas: la herencia pública, con condiciones mucho más reguladas que las de las empresas recién nacidas. En el rango más alto no se nota tanto, pero sí es muy significativo en los empleos de menor nivel. Compañías como Endesa nacen como la consolidación de empresas públicas. Y no hay que olvidar que muchos de los trabajadores que en la etapa actual están a punto de jubilarse iniciaron su carrera en estas empresas públicas y mantienen unos sueldos que nada tienen que ver con los que hay ahora. Sin ir más lejos, Endesa soporta una carga laboral de trabajadores pasivos (prejubilados) muy superior a los que están en activo. La firma dirigida por José Bogas cuenta con una plantilla de cerca de 10.000 empleados mientras paga a casi 30.000 que ya no trabajan, según fuentes conocedoras de la situación.

Endesa cuenta con una plantilla de cerca de 10.000 empleados mientras paga a casi 30.000 que ya no trabajan (prejubilados)

De hecho, esta situación empieza a hacer mella en las compañías. A medida que van entrando nuevos actores a las actividades liberalizadas, la operativa de las grandes corporaciones puede suponer un lastre. Los responsables al más alto nivel operativo tratan de capear todo el proceso de digitalización sin que eso haga mella sobre sus cuentas de resultados. Y hay ejemplos en otros sectores, donde nuevos actores como Amazon están provocando un derrumbe de las viejas estructuras.

Aunque aún los ingresos dependen en gran medida del BOE, muchos empiezan a verse amenazados por los nuevos actores entrantes. Y precisamente la elevada masa salarial que soportan es una mochila a tener muy en cuenta. Naturgy (Gas Natural Fenosa) en este proceso de cambio ha lanzado un fuerte plan de ajuste de costes que contempla, por ahora, la reducción de 2.500 empleados a nivel mundial mayores de 55 años, según adelantaba El Confidencial la semana pasada. A día de hoy, a diferencia del pasado, la generación eléctrica ya permite la entrada de pequeños competidores. "La tarta cada vez es más pequeña y ahora hay muchos más comensales que quieren su parte", resumen.

La hostelería es el sector con los salarios más bajos de España, con una media de 14.125,34 euros al año. A nadie se le escapa que se trata de una actividad con mucha competencia, una rotación constante, empleos de baja cualificación castigados por la estacionalidad y los vaivenes del turismo, trufada de casos de explotación laboral… Es en el otro extremo del mercado laboral donde viene la sorpresa. En el listado elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) destaca por encima del resto una categoría que engloba el “suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado” y que roza los 51.000 euros de media, casi un 20% más que el sector financiero, el segundo de la lista. Es decir: nadie gana tanto en España como aquellos que consiguen trabajo en una de las empresas que nos envían facturas de luz y gas a casa, aquellas a las que hay que pagar sí o sí cada mes, sin alternativas al alcance. Y fundamentalmente tres: Endesa, Iberdrola y Naturgy.

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