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Los desafíos de las energéticas: demanda, regulación y medio ambiente
  1. Empresas
un futuro más limpio, descentralizado y digital

Los desafíos de las energéticas: demanda, regulación y medio ambiente

En un escenario marcado por los cambios, ¿cómo se van a adaptar las empresas energéticas a los vaivenes de su industria? Estos son los cinco retos a los que se enfrentan

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La energía es uno de los sectores clave en todo el mundo, no solo a nivel económico sino por sus implicaciones sociales y medioambientales. Según el World Energy Outlook (WEO) 2016, la demanda energética mundial crecerá nada menos que un 30% de aquí a 2040, lo que implica un análisis estratégico sobre las fuentes energéticas del futuro.

En España, también es un factor esencial. Según Eurostat, solo el sector del transporte ya consume el 40,4% de la energía final demandada. A día de hoy, nuestro país depende en un 72,9% de las importaciones de energía para poder satisfacer la demanda.

En este escenario, es evidente que el sector energético necesita evolucionar hacia un futuro más limpio, más descentralizado y cada vez más digital. Por ello, desde hace tiempo, el sector se encuentra en fase de construir un modelo operativo integrado, ágil y resistente que se adecue a los desafíos del siglo XXI.

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Los cinco desafíos esenciales

El sector energético lleva años avanzando hacia un modelo más moderno y eficiente que permita adaptarse al nuevo escenario.

Así lo refleja el informe 'Power & Utilities Risk Pulse Survey', de EY, que recoge las experiencias de los principales ejecutivos del sector eléctrico a nivel mundial sobre los riesgos más importantes para ellos y las estrategias que están implementando para responder a estas amenazas.

1. 'Hackeos' y desastres naturales

En 2017, los huracanes que asolaron el Atlántico dejaron a buena parte del Caribe y varios estados de Estados Unidos con severos problemas de abastecimiento. Algo parecido sucedió en Australia en 2016, cuando las fuertes tormentas dejaron la parte sur del país sin electricidad en una situación sin precedentes. Pero ese no ha sido el único problema para las empresas energéticas: el año pasado, un ciberataque a nivel mundial, incluida España, encontró su blanco perfecto en varias centrales ucranianas, cuyos fallos provocaron apagones totales en varias ciudades.

Ante esta situación, las empresas energéticas necesitan irremediablemente ser ágiles y tener la capacidad de dar respuesta a estos incidentes y, sobre todo, saber gestionar la crisis. A medida que los ciberataques aumenten —que lo harán—, más importante será que las compañías del sector sepan prevenir estas situaciones o, al menos, gestionar de manera efectiva su respuesta. Y lo mismo se puede decir de los desastres naturales.

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2.- Rentabilidad del sector y regulación

Tradicionalmente, la industria eléctrica ha venido operando, al menos en un porcentaje relevante de su actividad, con activos regulados, lo que le garantizaba niveles de rentabilidad predecibles, algo que parece necesario en un sector cuyas investigaciones tienen un largo periodo de recuperación. Sin embargo, en los últimos años, el sector ha ido evolucionando a una gran velocidad, lo que está provocando cambios en los modelos de negocio y adopción de nuevos estándares.

"Según los directivos encuestados en el informe de EY, sus compañías están decididas a invertir en tecnología e innovación, pero se están encontrando con dos problemas: en primer lugar, las regulaciones cambiantes; y en segundo, el escaso foco de dichos modelos en la retribución de la innovación”, explica Francisco Rahola, socio responsable del sector de Energy de EY.

3.- Generación distribuida y baterías

El sector eléctrico está experimentando la entrada de nuevos agentes que, hasta ahora, no eran relevantes. En los últimos años se ha producido un creciente despliegue de la generación distribuida ('distributed energy resources'), es decir, paneles fotovoltaicos u otras fuentes de generación conectadas directamente a la red de distribución de media o baja tensión. Asimismo, las baterías de almacenamiento, aún en ciernes, podrían llegar a ser una posibilidad en el futuro.

En resumen, estamos en un escenario en el que 'independizarse' de las redes energéticas puede llegar a ser una posibilidad. En todo caso, existe un debate abierto —España es un ejemplo de ello— sobre la retribución al uso parcial de las redes que hacen los propietarios de fuentes de generación distribuida. Parece necesario definir un modelo regulatorio que permita la entrada de estos nuevos agentes sin perjudicar a las eléctricas tradicionales, que realizaron sus inversiones a largo plazo en un marco diferente.

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4.- Regulación energética y medioambiental

Llevamos décadas hablando de modelos energéticos alternativos que nos lleven hacia un futuro más eficiente y, sobre todo, más comprometido con la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, más allá de las intenciones, ¿está habiendo medidas realmente efectivas para propiciar estos cambios?

Las empresas del sector energético se están encontrando con un problema: los cambios de opinión de muchos gobiernos a la hora de regular estos aspectos, así como la inexistencia de una posición unánime a nivel mundial para enfrentarse a un problema global. Es razonable decir que las políticas gubernamentales en prácticamente todo el mundo caminan en la buena dirección. Sin embargo, la continua modificación de dichas políticas así como la existencia de diferentes regulaciones a nivel global, nacional, regional y local, acaban provocando una incertidumbre que dificulta la toma de decisiones por parte de las empresas energéticas.

5.- Clientes más informados que nunca

Con la consolidación de la tecnología digital y de la sociedad de la información, los usuarios cada vez estamos más informados sobre todos aquellos servicios que consumimos a diario y que hasta ahora, simplemente, no nos interesaban demasiado.

En la actualidad, los clientes están más conectados que nunca: exigen más opciones, diferentes productos y un mejor servicio, lo que representa un riesgo significativo para las compañías eléctricas que no responden a estas expectativas. Las empresas están reaccionando ofreciendo nuevos servicios y ofertas más adaptados al perfil de consumo de cada cliente, aprovechando para ello los contadores inteligentes, en cuyo despliegue España ha sido un país modélico.

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¿Cómo sobrevivir en el futuro?

Los desafíos identificados en el informe de EY serán cada vez más importantes, de modo que las empresas del sector eléctrico deberán modificar su estrategia si quieren tener éxito. El informe plantea cuatro estrategias básicas:

  • Cultura de riesgo. Las compañías están empezando a abandonar el tradicional miedo a la incertidumbre. Los riesgos son inherentes a un escenario tan cambiante como el actual. Las compañías eléctricas deben aprovechar el impacto positivo sobre un modelo de negocio que, bien encauzado, puede afrontar cualquier riesgo.
  • Modelo ágil. En este entorno, es necesaria la definición de un modelo de liderazgo con responsabilidades claras y funciones perfectamente asignadas que permita la reacción rápida ante cualquier eventualidad.
  • Nuevos modelos de negocio. Las empresas eléctricas acceden a un enorme número de clientes. Parece obvio que dicho acceso les debería permitir el desarrollo de modelos comerciales novedosos y sostenibles, así como la posibilidad de explotar nuevas fuentes de ingresos adicionales diferentes al puro suministro de electricidad.
  • Apuesta por la innovación. Hace tiempo que la innovación ha dejado de ser una opción o una mera alternativa; ahora es una obligación dentro de cualquier modelo de negocio. Y en el sector eléctrico no es una excepción. Sus principales agentes ya están invirtiendo en innovación, que no solo está enfocada a la actividad comercial sino a procesos internos que reducirán los costes más significativos.

La energía es uno de los sectores clave en todo el mundo, no solo a nivel económico sino por sus implicaciones sociales y medioambientales. Según el World Energy Outlook (WEO) 2016, la demanda energética mundial crecerá nada menos que un 30% de aquí a 2040, lo que implica un análisis estratégico sobre las fuentes energéticas del futuro.

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