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La maldición de los Gallardo
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La poderosa familia pierde 900 millones en el valor de Almirall

La maldición de los Gallardo

Al cierre de cuentas del año pasado surge la verdad. Las ventas se situaron en 755 M, un 12 % más bajas. Y el grupo entra en abultadas pérdidas: 303 millones de números rojos

Foto: El presidente de Almirall, Jorge Gallardo. (EFE)
El presidente de Almirall, Jorge Gallardo. (EFE)

Noviembre de 2105. En medio de la tensión independentista, Jorge Gallardo, presidente y hombre fuerte de la farmacéutica Almirall, acude a un acto en el Cercle d'Economia. Allí saca pecho. "Nadie me puede dar lecciones de catalanidad. Estos 73 años Almirall ha sido una compañía catalana. Hemos creado empleo de calidad y hemos pagado todos los impuestos —a nivel personal y de empresa— en Cataluña: ni en Andorra, ni en ninguna parte", asegura Jorge Gallardo. La alusión a los Pujol resulta más que evidente. A partir de ahí ha sido como si la sede de Almirall hubiese sido construida sobre un cementerio indio. Ese día el 66 % de Almirall que poseen los Gallardo y su socio histórico Daniel Bravo valía en bolsa más de 1.900 millones. Hoy apenas capitaliza 1.000 millones. Más de 900 millones de euros volatilizados en una serie de catastróficas desgracias.

Habían pasado seis meses del acto en el Cercle d'Economia y el escándalo de los "papeles de Castellana" que destapó Eldiario.es descubría que Jorge Gallardo y su hermano Antonio habían regularizado 113 millones de euros que tenían en Suiza aprovechando la amnistía fiscal. Nada muy grave si eres muy rico en Barcelona. Total, solo demostraba que los Gallardo eran tan catalanes como, por ejemplo, el exalcalde de Barcelona Xavier Trias.

En junio del año pasado la cotización de Almirall cayó a plomo y desde entonces no se ha recuperado quedando fijada alrededor de los 8 euros por acción

Pero ya todo se estaba torciendo. Y la bolsa lo fue reflejando punto por punto. En noviembre de 2015, la acción no estaba en máximos pero valía 17,4 euros. Hoy le cuesta superar los 8 euros por título de Almirall. Por el camino, algunas explicaciones: dio un giro estratégico basado en enajenar el negocio respiratorio para desarrollar medicamentos del área de dermatología. Así había vendido esta división a Astra Zéneca, por 1.500 millones de euros para apostar por los productos dermatológicos. La apuesta no salió bien. A finales de 2016 fracasó en la puja por comprar el negocio dermatológico de Bayer. Además, la expansión en Estados Unidos empezó a naufragar: fracasó en el lanzamiento del antibiótico genérico Acticlate y registró diversos problemas con el Programa de Asistencia al Paciente en ese país.

En noviembre de 2016, Almirall pacta un ERE para 102 trabajadores. Ahora en lugar de crear empleo como, presumía Jorge Gallardo, lo destruye. Ese año los beneficios caen un 42 %, hasta los 75 millones.

'Annus horribilis'

Pero lo peor está por llegar. Los ingresos de su filial estadounidense, Aqua Pharmaceuticals, se desploman. También se abandonan las investigaciones de fármacos de su filial Poli, que ya estaban en fase 3. El mercado huele el miedo y el valor empieza a desplomarse. Primero un poco, entre marzo y junio, cuando pasa de 17 euros a 14 euros. Y luego a plomo ese mismo mes, cuando baja hasta los 8 euros actuales.

En agosto está claro que alguien tiene que pagar por el derrumbe bursátil y salta de su puesto el consejero delegado Eduardo Sánchez, que había asumido la posición ante la negativa de Carlos Gallardo de seguir la senda de su padre, Jorge Gallardo, cuando este se lo propuso en 2015. El encargado de arreglar el estropicio es Peter Guenter que llega tarde para cortar la hemorragia.

placeholder El consejero delegado de la farmacéutica catalana Almirall, Eduardo Sánchez. (EFE)
El consejero delegado de la farmacéutica catalana Almirall, Eduardo Sánchez. (EFE)

A final de año surge la verdad. Las ventas se situaron en 755 millones, un 12 % más bajas. Y el grupo entra en abultadas pérdidas: 303,9 millones de números rojos al cierre de 2017. Pese a ello, que la familia no sufra. En contra de lo que dicta el sentido común, los Gallardo ha decidido repartir 33 millones en dividendos, tal y como consta en la CNMV, lo que supone 0,19 euros por acción. Además, hay una ventaja en ser muy rico. Si tus acciones bajan, puedes comprar más. Y los Gallardo lo son: han pedido permiso al regulador para elevar su participación en un 5 % más.

El divorcio de Susana

Susana Gallardo es la hija de Antonio Gallardo y en muchos sentido el enlace de la familia con La Caixa. Durante mucho tiempo Susana Gallardo fue consejera de La Caixa y en la actualidad lo es de Abertis.

En 2016 Susana Gallardo se divorció de su marido de toda la vida, el propietario de Pronovias, Alberto Palatchi. Cuando se separaron algunas bromas en Barcelona ironizaba sobre lo mucho más rica que era ella en comparación con él, al contrario de lo que suele pasar en estas rupturas.

Al vender las acciones de Pronovias Alberto Palatchi no solo ha acercado su fortuna con la de su exmujer sino que además tiene la cifra en "cash"

Un año después de la separación, Palatchi vendía Pronovias por 550 millones de euros, justo en medio de la debacle bursátil de los Gallardo. Sí, puede que Palatchi sea más pobre que su exmujer. Pero tiene su fortuna en metálico y no en papeles al albur de los caprichos de los mercados.

En todo caso los ricos también lloran pero con un solo ojo. La fortuna al margen de Almirall de los Gallardo es inmensa. Controlan el 'family office' Landon, propietaria de diversos activos inmobiliarios y del 48 % de la cadena hotelera Sercotel. También son los dueños del 80 % del grupo hospitalario Vithas, que mantiene asociados con Criteria, el 'holding' de participadas de La Caixa, y que se ha convertido en el segundo grupo de salud privada de España. Aunque Almirall quebrase, que no es el caso, la familia tendría dinero para tres vidas. Así son los Gallardo, ni una maldición puede con ellos.

Noviembre de 2105. En medio de la tensión independentista, Jorge Gallardo, presidente y hombre fuerte de la farmacéutica Almirall, acude a un acto en el Cercle d'Economia. Allí saca pecho. "Nadie me puede dar lecciones de catalanidad. Estos 73 años Almirall ha sido una compañía catalana. Hemos creado empleo de calidad y hemos pagado todos los impuestos —a nivel personal y de empresa— en Cataluña: ni en Andorra, ni en ninguna parte", asegura Jorge Gallardo. La alusión a los Pujol resulta más que evidente. A partir de ahí ha sido como si la sede de Almirall hubiese sido construida sobre un cementerio indio. Ese día el 66 % de Almirall que poseen los Gallardo y su socio histórico Daniel Bravo valía en bolsa más de 1.900 millones. Hoy apenas capitaliza 1.000 millones. Más de 900 millones de euros volatilizados en una serie de catastróficas desgracias.

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