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No es solo Trump: la guerra de la manzanilla también divide al mundo de la aceituna
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No es solo Trump: la guerra de la manzanilla también divide al mundo de la aceituna

Los gastos que asume a pulmón la patronal Asemesa para defenderse del ataque del Gobierno americano llevan a algunos socios a replantearse su continuidad por el alto coste

Foto: La cúpula de Asemesa, junto a la ministra García Tejerina y el comisario europeo Phil Hogan (izquierda) en Sevilla. (Asemesa)
La cúpula de Asemesa, junto a la ministra García Tejerina y el comisario europeo Phil Hogan (izquierda) en Sevilla. (Asemesa)

Es una guerra entre David (la pequeña patronal española del sector aceitunero, Asemesa) y Goliat (la Administración de EEUU que dirige Donald Trump) a raíz de los aranceles impuestos provisionalmente por esta última a la aceituna negra española que se exporta al país americano -de un 21% de media-. Y está empezando a dejar secuelas en la asociación empresarial, con sede en Sevilla pero que agrupa a la mayoría del sector de todo el país (Andalucía, Extremadura, Cataluña, Navarra y Valencia). Primero, por los costes económicos astronómicos que están soportando a pulmón las empresas socias, que está generando malestar en algunos de los miembros clave; y, segundo, por la división interna creciente en torno a otro conflicto más local pero nada baladí a futuro: el de la figura de calidad en ciernes IGP Manzanilla y Gordal de Sevilla.

En el primer ámbito, y según fuentes empresariales, la factura legal y de asesoría en que va a incurrir previsiblemente Asemesa en solitario para tratar de defenderse en el expediente abierto por el Departamento de Comercio estadounidense es de casi 5 millones de euros. Varios socios están cuestionando la estrategia seguida por la patronal de encarar a Trump a pecho descubierto, cuando esa cifra podría haberse cofinanciado por parte de la administración española o europea, o ambas. Una decisión de base que se está pagando cara.

Foto: Trabajadores en la recogida de la aceituna en la localidad sevillana de Arahal. (EFE)

Las cuotas extraordinarias de hasta un millón de euros trasladadas desde Asemesa a sus asociados para sustentar esta defensa legal están haciendo a alguno de ellos, relevantes, replantearse su continuidad. Desde Asemesa, su secretario general Antonio de Mora descarta que ningún socio haya expresado malestar con la estrategia de la asociación. "Confío en que todos sigan firmes dentro de Asemesa, lo que sí existe entre los socios es una sorpresa e incomprensión ante el nulo apoyo económico de las administraciones españolas o europeas, ya que ni el coste del contencioso ni el de los aranceles es cubierto por un solo euro público. Y ello pese a que se está atacando una política establecida por las administraciones públicas, la PAC".

Madrid y Bruselas prestan lo que podría denominarse apoyo moral y diplomático, pero no económico, pese a que tanto el comisario europeo de Agricultura, el irlandés Phil Hogan, como la ministra del ramo, Isabel García-Tejerina, respaldan sin fisuras a la aceituna. Ambos saben que la ola proteccionista del Gobierno Trump cuestiona en este caso no un producto concreto, sino las ayudas a la producción agroalimentaria de toda Europa que regula la PAC. Se podría aplicar aquí el dicho popular: "Mucho te quiero perrito, pero pan poquito".

Preocupación creciente por Argentina

De Mora reconoce también que existe malestar en algunos de los socios porque todas las acciones judiciales de defensa ante la demanda en EEUU, que paga Asemesa, se han lanzado "para proteger a los agricultores que reciben las ayudas de la PAC, pero las estamos pagando las empresas". Algunos de los socios de la patronal son puros industriales, como Ángel Camacho o Aceitunas Guadalquivir, mientras otros son cooperativas que producen y envasan, como Agro Sevilla o Dcoop. De Mora avanza que una propuesta que se baraja es que sea la Interprofesional de la Aceituna de Mesa quien corra con todo o parte del coste del litigio, es decir, "que lo asuma el conjunto del sector de la aceituna, toda la industria y todos los productores, no nosotros solos".

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El directivo alerta además de que Madrid y Bruselas deben moverse cuanto antes ya que la mecha que ha prendido en EEUU podría alcanzar también a otros mercados clave en el cono sur americano. Varias voces políticas en Argentina están pidiendo ya, bajo la presión del sector olivícola de este país, que el Gobierno de Mauricio Macri deje fuera del acuerdo de libre comercio UE-Mercosur en negociación al aceite y la aceituna de mesa. Es decir, que se mantengan los aranceles para estos productos ya que allí también se ha empezado a usar el argumento de que están subsidiados por la PAC.

"Argentina es el principal suministrador de aceituna de Brasil, que es el verdadero mercado clave en la zona. Cuando la cosecha viene corta allí, España aumenta sus exportaciones, y mantener los aranceles busca el mismo objetivo que los de los demandantes americanos: proteger su mercado a costa nuestra", lamenta De Mora. La inseguridad jurídica del país austral ya derivó en los últimos años en el cierre de las fábricas que Agro Sevilla y Ángel Camacho tenían en el país, donde solo se mantiene Aceitunas Guadalquivir.

La patronal, que agrupa al 70% del sector en España, propone que sea la Interprofesional de la Aceituna quien costee todo o parte del litigio

En paralelo a la lucha contra los aranceles, dentro de la propia Asemesa existe división en torno a la decisión de la patronal de mantener una pugna legal desde hace dos años contra la Junta de Andalucía -y productores olivareros y sindicatos agrarios agrupados en la asociación APAS- en contra de la creación de una Indicación Geográfica Protegida para las variedades Manzanilla y Gordal de Sevilla. Ambos tipos de aceituna, la manzanilla y la gordal, se cultivan en su inmensa mayoría en la provincia hispalense, y la creación de la IGP trata de proteger que toda la aceituna que lleve esos nombres varietales en sus etiquetas proceda efectivamente de Sevilla. La Junta de Extremadura y una agrupación local de empresarios de Almendralejo (Badajoz) también han recurrido.

Esta IGP estaría operativa en el ámbito de la Unión Europea, ha sido aprobada por los Gobiernos de Sevilla y Madrid y está pendiente de inscripción definitiva en Bruselas. Pero Asemea litiga legalmente ante el Tribunal Superior andaluz (TSJA) para defender a algunos de sus socios, que no quieren verse constreñidos a la hora de adquirir producto dentro o fuera de Sevilla para venderlo luego con esas denominaciones en sus etiquetas. Carlos Camacho, presidente de Asemesa, es directivo y miembro de la familia que controla Ángel Camacho Alimentación, uno de los grandes del sector. Y algunas voces critican que el interés de algunas empresa envasadoras -no productoras de aceituna-, como Camacho, esté arrastrando al conjunto de la patronal a esta guerra contra la propia administración andaluza.

placeholder Instalaciones de Agro Sevilla. (Agro Sevilla)
Instalaciones de Agro Sevilla. (Agro Sevilla)

De hecho, la vuelta del gigante cooperativo andaluz Dcoop a Asemesa el pasado año precisamente para hacer piña ante el ataque de Trump ha reequilibrado el peso de productores y envasadores dentro de la patronal. Dcoop en cualquier caso produce y también envasa. Importantes cooperativas aceituneras sevillanas integradas en Dcoop están solicitando internamente al grupo que preside Antonio Luque su entrada en APAS (Asociación para la Protección de la Aceituna Sevillana), aunque formalmente aún no se ha dado el paso. Ello supondría, indirectamente, un cuestionamiento serio de la actuación de Asemesa en este campo. Pleitear contra la administración a la que al mismo tiempo se pide ayuda ante el ataque de Trump se antoja además una paradoja.

De Mora defiende que los estatutos de Asemesa recogen la actuación conjunta en defensa de los temas que se decidan promover, recurrir o defender por parte de la patronal. "Beneficien más a unos o a otros en unos casos u otros, las decisiones que se toman en conjunto se llevan hasta el final", zanja el secretario general.

Es una guerra entre David (la pequeña patronal española del sector aceitunero, Asemesa) y Goliat (la Administración de EEUU que dirige Donald Trump) a raíz de los aranceles impuestos provisionalmente por esta última a la aceituna negra española que se exporta al país americano -de un 21% de media-. Y está empezando a dejar secuelas en la asociación empresarial, con sede en Sevilla pero que agrupa a la mayoría del sector de todo el país (Andalucía, Extremadura, Cataluña, Navarra y Valencia). Primero, por los costes económicos astronómicos que están soportando a pulmón las empresas socias, que está generando malestar en algunos de los miembros clave; y, segundo, por la división interna creciente en torno a otro conflicto más local pero nada baladí a futuro: el de la figura de calidad en ciernes IGP Manzanilla y Gordal de Sevilla.

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