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Claves del conflicto laboral desatado en la fábrica de Opel de Zaragoza
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fuerte impacto para la economía de Aragón

Claves del conflicto laboral desatado en la fábrica de Opel de Zaragoza

La compañía lanzó un órdago esta misma semana con el anuncio de paralización de las inversiones en la planta de Figueruelas y la búsqueda de una nueva fábrica para el Corsa

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La paz social ha saltado por los aires esta semana en la fábrica de Opel de Figueruelas. La cuestión no es baladí. 8.000 empleos están en juego de forma directa y una parte importante de la economía aragonesa teme las consecuencias del órdago planteado por PSA (Peugeot y Citroën), dueña de la compañía. El fabricante ha comunicado la paralización de las inversiones en la planta zaragozana y busca un nuevo destino de fabricación de su modelo estrella, el Corsa.

La decisión "unilateral" se produjo después de que los sindicatos rompieran las negociaciones y no se avinieran a la propuesta de convenio colectivo planteado por la dirección. Los trabajadores han reaccionado con movilizaciones, a lo que la compañía ha respondido con un ultimátum para llegar a un acuerdo el próximo lunes. El Gobierno regional presidido por Javier Lambán trata de mediar para lograr un acuerdo entre las partes.

El choque de trenes tiene varias claves que explican cómo se ha llegado hasta aquí. Opel pertenece al grupo francés PSA después de que la firma alemana fuera vendida por General Motors hace menos de un año. El gigante estadounidense decidió deshacerse de su filial europea después de muchos años de pérdidas. En concreto, se estima que perdió 20.000 millones de euros en Europa desde 1999. GM fue rescata por EEUU tras la crisis financiera, sin embargo, no fue capaz de dar la vuelta a la situación de Opel. Quien sí lo consiguió, previa entrada de accionistas chinos y el estado francés, fue PSA, que también atravesó serias dificultades financieras hasta 2014.

Foto: Carlos Tavares, presidente del grupo PSA, a la izquierda, junto a Michael Lohscheller máximo responsable de Opel.

Fuentes de la compañía sostienen que parte de la recuperación del grupo se produjo tras hacer esfuerzos también en el plano laboral. Con este esquema, PSA compró Opel con el objetivo de sanearla. Esto se tradujo en el plan estratégico PACE, presentado en noviembre de 2017, que pasaba por hacer la electrificación y recortes, aunque sin el cierre de fábricas y de esa forma volver a ser rentables en 2020. Desde ámbitos beligerantes con el comportamiento de la empresa, creen que los supuestos números rojos de Opel son producto de la ingeniería contable.

La meta es conseguir con ajustes y las sinergias de la fusión de los dos grupos ahorrar 700 euros por vehículo. En el momento de la adquisición, los analistas de Citi argumentaban que la firma hasta entonces de General Motors era más productiva pero menos rentable. Algo que corroboran fuentes de PSA, que sostienen que la producción de Figueruelas es más costosa que la de las plantas del grupo de Vigo y de Madrid.

placeholder Fuente: Grupo PSA.
Fuente: Grupo PSA.

Ahora precisamente uno de los objetivos de la multinacional es lograr igualar los costes de las tres plantas, lo que pasa por flexibilizar y recortar en Figueruelas. Los sindicatos, por su parte, no se oponen a flexibilizar sus condiciones. Los representantes de los trabajadores han expresado como principal objetivo garantizar la producción de la planta a medio plazo, después de que ya tuvieran que ajustarse el cinturón hace años.

¿Amenaza o realidad?

Fuentes expertas consultadas consideran que estamos ante un conflicto laboral de manual. Los trabajadores se resisten a un recorte que es respondido con un órdago de deslocalización y un ultimátum por parte de la compañía. Sin embargo, dudan de que realmente PSA planee reducir drásticamente la producción de Figueruelas. La razón es que a corto plazo consideran que Opel no tiene la capacidad suficiente para absorber la producción de Corsa, modelo cuestionado, en el resto de sus centros productivos.

No obstante, no dudan de que si no logran sus objetivos pueden acometer una retirada gradual. El órdago, además de sembrar el temor entre los trabajadores, puede meter en la ecuación a las administraciones públicas afectadas, que ven amenazada más del 50% de la exportación de Aragón. El gran problema de los políticos en un mundo globalizado, que se ven a merced de las grandes empresas capaces de generar una parte importante de la riqueza de la región.

Como ejemplo muy cercano en el tiempo y en el espacio está el caso de Nissan y Renault. Los empleados de la fábrica de la japonesa de Ávila se resistían hace unos meses a reducir sus condiciones al nivel del de sus homólogos de Valladolid y Palencia. Sin embargo, la amenaza de cierre forzó la negociación. Pese a que desde 2019 ya no se fabricará el camión NT400 que se hacía hasta ahora, la planta se mantendrá como fábrica de recambios para las factorías que el grupo tiene en Castilla y León.

Foto: Grupo de vehículos a punto de salir de fábrica. (Reuters)

Pero no todo pasa por reducir salarios y encontrar el apoyo de las instituciones públicas. Opel cuenta, según los expertos, con algunos problemas de negocio que le han ido lastrando. Uno de ellos es su mala posición de ventas fuera de Europa, donde no ha acabado de lograr una cuota de mercado al nivel de otros fabricantes. También sufre el debilitamiento de su posicionamiento en el mercado, que pretende ir mejorando.

En la gama de SUV o 'crossover', que está siendo una de las puntas de lanza en la actualidad, no está posicionado al nivel de otras compañías de la competencia. Y por último, pese a la intención de todos de ir hacia el coche eléctrico, de momento aún están más en planes que en realidades. Esta es una tendencia generalizada. Y aunque todos saben que ese es el futuro, la posición del eléctrico sigue siendo residual y nadie quiere limitar sus producciones por miedo a que la competencia ocupe ese espacio del mercado. Eso sí, países como Alemania o Reino Unido están impulsando desde la administración este vehículo. En España, los planes Movalt y Movea demuestran que hay interés. Pero no es suficiente para animar las inversiones por ahora.

Foto: Un hombre prueba el proyecto de LiveWire, la primera motocicleta eléctrica de Harley Davidson. (EFE)

Todo esto, además, en un momento en que la disrupción tecnológica, la robotización y automatización sigue amenazando la mano de obra, sobre todo aquella menos especializada. Un contexto que obliga a las empresas a exprimir al máximo sus recursos ante la feroz competencia, sobre todo, de países asiáticos. Una guerra que hoy libra Opel y que tiene como gran damnificado al trabajador, que se ve en el dilema de conservar un puesto en peores condiciones ante la amenaza de perderlo.

La situación está extendida. La legislación acaba abriéndose a los recortes, como se demostró en España y ahora con la reforma laboral de Macron en Francia. Otros, en otros sectores, como Carrefour, viven situaciones laborales en el país galo similares estos mismo días. El desenlace de lo que ocurra con Opel y su fábrica de Figueruelas aún está por escribir.

La paz social ha saltado por los aires esta semana en la fábrica de Opel de Figueruelas. La cuestión no es baladí. 8.000 empleos están en juego de forma directa y una parte importante de la economía aragonesa teme las consecuencias del órdago planteado por PSA (Peugeot y Citroën), dueña de la compañía. El fabricante ha comunicado la paralización de las inversiones en la planta zaragozana y busca un nuevo destino de fabricación de su modelo estrella, el Corsa.

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