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Inditex, el próximo 'ring' del combate entre Ana Botín, su ejecutor y Emilio Saracho
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Inditex, el próximo 'ring' del combate entre Ana Botín, su ejecutor y Emilio Saracho

El expresidente del Popular comparte el consejo de administración de la multinacional gallega con Rodrigo Echenique, el hombre que guarda los secretos de los Botín

Foto: Entrada a una tienda del grupo Inditex en Italia. (Reuters)
Entrada a una tienda del grupo Inditex en Italia. (Reuters)

Ni una llamada telefónica de cortesía para comentar la jugada, para facilitar el traspaso de poderes, para preocuparse por el estado anímico y de salud tras una primera intervención bancaria de la Unión Europea después de la entrada en vigor de las nuevas normas de supervisión. Nada. Entre Ana Botín y Emilio Saracho, antiguos compañeros de carrera profesional en el Banco Santander y posteriormente competidores en la City londinense, no ha habido el mínimo contacto una semana después de la quiebra del Banco Popular y la adquisición por el precio simbólico de un euro por parte de la entidad controlada por la familia cántabra.

Así lo aseguran fuentes próximas a ambos banqueros. Uno, Ana, disfrutando de la gloria de una operación de libro; el otro, Emilio, pasando unos días complicados tras pasar de la gloria de JP Morgan al entierro de un banco con cerca de cien años de historia. La relación es tan fría que Botín exigió que cuando el Santander se hiciese con la propiedad del Popular, el consejo de administración hubiera sido destituido por los organismos dependientes del Banco Central Europeo (BCE), una forma de evitar mirarse a la cara mientras unos salían y otros entraban en la sede corporativa de la entidad, en pleno barrio de Salamanca, enfrente de las tiendas más elitistas de Madrid.

Sin embargo, a Saracho no se le ha acabado el calvario. No solo por las potenciales demandas que puede recibir en primera persona de los accionistas que consideren que obró de forma inadecuada en sus escasos cuatro meses al frente de la presidencia del Popular. También porque en breve tendrá que compartir mesa, mantel y consejo de administración con el verdadero ejecutor de Ana Botín, Rodrigo Echenique. El considerado albacea de la familia banquera es también vicepresidente de la entidad y, sobre todo, el encargado de resolver todos los entuertos del grupo financiero, como NH Hoteles, Vocento, OHL y Vallehermoso, la ex filial inmobiliaria de Sacyr.

El expresidente del Popular llegó a Zara de la mano de Pablo Isla, pero el verdadero dueño, Amancio Ortega, suele ser alérgico a los problemas

Echenique (72 años), que fue uno de los primeros que entró en la sede del Popular para adiestrar a la alicaída cúpula directiva del banco intervenido, se sienta en el consejo de administración de Inditex desde 2014. En el órgano de gobierno de la mayor empresa española por capitalización bursátil también tiene un lugar privilegiado Saracho (62 años), que fue nombrado en 2010. Fuentes próximas a ambos explican que la convivencia no será fácil de aquí en adelante y que no es descartable que uno de los dos dimita de su cargo en la junta general de accionistas que se celebra el 18 de julio.

Aunque el exbanquero de inversión de JP Morgan es de carácter afable, casi siempre con una sonrisa en la boca, algunas personas cercanas a él aseguran que ni los 300.000 euros que cobra ni el prestigio de ser miembro del consejo de Inditex le compensan sentarse enfrente de su verdugo. Otras aseguran que el expresidente del Popular encaja bien los golpes y que no tendrá problema en continuar acudiendo a Arteixo (A Coruña). Especialmente porque la propietaria de Zara apenas reúne a su principal órgano de dirección entre seis y siete veces al año, no las doce habituales de cualquier otra compañía.

La primera demostración de su capacidad para digerir los entuertos la puso en práctica el pasado jueves, cuando acudió a la junta general de accionistas de International Airlines Group (IAG) para renovar su cargo de consejero. Se presentó todavía como presidente del Popular, lo que no fue muy bien acogido por algunos de los inversores. Pero lo hizo con la tranquilidad que le caracteriza y, si bien no tocaba, se puso a hablar del banco con total desparpajo. Aseguró que intentó evitar que la entidad fuese intervenida y adjudicada por el precio simbólico de un euro al Santander, además de agregar que entiende que los afectados presenten demandas contra él y el consejo saliente.

La clave está en qué pueda decir Amancio Ortega, presidente y máximo accionista de la multinacional gallega. El octogenario fundador de Inditex es amante de dormir bien y alérgico a los líos, especialmente si son ajenos a su negociado. Por este motivo, fuentes cercanas al emprendedor leonés aseguran que lo lógico sería buscar una solución diplomática para el perdedor, pese a que el actual presidente, Pablo Isla, fue quien aconsejó su fichaje hace siete años.

Una pandilla de ilustres sacrificados

En el Santander siguen desde la distancia, pero con proximidad, los movimientos de Saracho, íntimo amigo de Juan Rodríguez Inciarte, uno de los primeros consejeros y directores generales que Ana Botín sacrificó en la primera remodelación directiva del Banco Santander tras su aterrizaje en septiembre de 2014. Ambos han compartido confidencias últimamente en las fincas que tienen entre el sur de Ciudad Real y Córdoba, muy cerca de la que también posee en la zona Alfredo Sáenz, otro banquero que salió mal parado de la entidad cántabra y que Saracho acogió nombrándolo asesor de JP Morgan pese a su condena (y posterior indulto del Gobierno de Zapatero, que luego fue rectificado por el Supremo).

Quien también está preocupado por la mala reputación cosechada en la crisis del Popular es el banco estadounidense. Lo está por su asesoramiento en la fallida venta del banco y por el comportamiento de sus dos hombres de confianza. Primero, el propio Saracho, que salió de JP con un currículum envidiable y contrató a su propio ‘investment bank’ para darle una operación 'top' y poner en valor a sus hijos predilectos. A Enrique Casanueva, su colaborador de toda la vida, al que promocionaron a gran jefe para todo el sur de Europa, y a Ignacio de la Colina, el flamante responsable de JP Morgan España desde enero de 2016 en sustitución del propio Casanueva. Los dos, como no, provenían del Santander, su cuna y su sentencia.

Ni una llamada telefónica de cortesía para comentar la jugada, para facilitar el traspaso de poderes, para preocuparse por el estado anímico y de salud tras una primera intervención bancaria de la Unión Europea después de la entrada en vigor de las nuevas normas de supervisión. Nada. Entre Ana Botín y Emilio Saracho, antiguos compañeros de carrera profesional en el Banco Santander y posteriormente competidores en la City londinense, no ha habido el mínimo contacto una semana después de la quiebra del Banco Popular y la adquisición por el precio simbólico de un euro por parte de la entidad controlada por la familia cántabra.

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