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Mapfre arranca la puja por los edificios del Popular y envía una muestra de interés
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Mapfre arranca la puja por los edificios del Popular y envía una muestra de interés

La aseguradora ha llamado a la puerta del banco para interesarse por el futuro de sus principales edificios, unos activos trofeo que prometen despertar mucho interés en el mercado

Foto: El presidente de Mapfre, Antonio Huertas.
El presidente de Mapfre, Antonio Huertas.

La carrera por hacerse con los edificios de Banco Popular ha comenzado. Apenas una semana después de que Santander haya adquirido la entidad por el simbólico precio de un euro, los grandes patrimonialistas del país han empezado a mover ficha para intentar hacerse con algunas de las joyas de su corona.

Uno de los primeros en abrir fuego ha sido Mapfre Corporación, que se ha acercado ya a la entidad mostrando su interés por conocer los activos que podrían salir al mercado.

Fuentes de mercado aseguran que el objeto de deseo de la aseguradora es la nueva sede que Popular está terminando de construir en la calle Juan Ignacio Luca de Tena, aunque desde la compañía presidida por Antonio Huertas niegan esta máxima, y limitan su movimiento a una mera muestra de interés por conocer los activos que podrían salir al mercado.

Además de esta ciudad financiera, que consta de 100.000 metros cuadrados para uso de oficinas, otros 20.000 metros cuadrados para servicios y 1.500 plazas de aparcamiento, el banco ahora controlado por Santander posee otro edificio en la calle Abelias 1, justo enfrente de la nueva sede, al otro lado de la autovía A-2.

Construido hace apenas cinco años, el inmueble cuenta con 54.000 metros cuadrados de superficie repartidos en seis plantas en altura, una baja y tres bajo rasante. Desde 2013, el edificio alberga todo el centro de procesamiento de datos de la entidad y acoje a 1.600 empleados, de los 11.000 que tiene en todo el mundo.

Estos dos complejos están a nombre de diferentes filiales inmobiliarias de Popular que, en el caso de Abelias 1, perciben una renta de 3,9 millones de euros todos los años del propio banco por su alquiler. El hecho de que acoja el centro de procesamiento de datos, labor crítica para la operativa de los bancos, permite confiar en que este activo mantenga la misma función tras haber sido absorbido por Santander.

En cambio, existen más interrogantes sobre el futuro de la nueva sede, cuyo valor en el mercado dependerá mucho de si termina albergando a trabajadores del nuevo grupo Santander-Popular, o si el equipo de Ana Botín opta por venderlo vacío. En las cuentas de auditoría, las inversiones inmobiliarias de estos dos edificios suman 245 millones de euros.

Comprador patrimonial

En el mercado es conocido el interés de Mapfre por invertir en buenos inmuebles en rentabilidad, así como su deseo de cerrar una gran operación este año, ya que su última gran adquisición se remonta al verano de 2015, cuando se hizo con el número 6 de la plaza de la Independencia de Madrid, justo enfrente de la Puerta de Alcalá, por 82 millones de euros.

Hace apenas dos meses, dentro de su política de rotación de activos, la aseguradora vendió a GMP la sede de su dirección en Madrid por 72 millones, inmueble que deberá abandonar este ejercicio, con la única excepción de la planta baja comercial, munición que alimenta los rumores de que está preparando una gran compra.

Sin embargo, la joya de la corona de las oficinas de Banco Popular, el Edificio Beatriz, no es propiedad del banco, sino de uno de sus antiguos accionistas, la sociedad Vyosa, que puso este inmueble como garantía en la última refinanciación de su participación indirecta en las acciones de Popular, ante lo que se espera que este mismo año pueda verse obligado a vender este auténtico activo trofeo, objeto de deseo de todos los inversores patrimonialistas conservadores, como Mapfre.

La carrera por hacerse con los edificios de Banco Popular ha comenzado. Apenas una semana después de que Santander haya adquirido la entidad por el simbólico precio de un euro, los grandes patrimonialistas del país han empezado a mover ficha para intentar hacerse con algunas de las joyas de su corona.

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