Los tres consejos que el 'presi' de JP Morgan dio a Saracho antes de irse al Popular

“Queremos agradecer a Emilio su liderazgo, dedicación y armonía con los clientes, camaradería y buen humor". Con estas cariñosas palabras, Jamie Dimon, presidente de JP Morgan, despidió en público a Emilio Saracho tras comunicar su marcha del banco de negocios de Wall Street para presidir el Banco Popular, un histórico de la banca comercial española que atravesaba por serios problemas de gestión y gobernanza.

Eran los últimos días de diciembre de 2016. Saracho ponía fin a 25 años dentro de las filas de JP Morgan para emprender una aventura doméstica, un reto personal y un servicio a la causa, tras haber llegado, a sus 62 años, a lo más alto (casi) dentro una marca global del mundo de las finanzas, nada menos que vicepresidente y responsable de la región EMEA (Europa, Oriente Medio y África). Era un salta hacia atrás, pero un desafío profesional.

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Antes de dar el sí quiero, Saracho meditó mucho el paso. No en vano, habían ido a buscarle. Y cómo no, una de las personas cuya opinión tuvo en cuenta fue la del propio Jamie Dimon. El presidente de JP Morgan comentó al ejecutivo español que su decisión implicaba tres niveles de riesgo: un 33% de que saliera bien, otro 33% de que fuera mal y un 33% neutro. Antes de tomar la decisión, esos eran los escenarios a tener en cuenta.

Esta críptica recomendación tenía trampa. Así lo ha reconocido el propio Saracho en más de una ocasión, siendo ya presidente del Popular, en alguna de las jornadas de caza organizadas en su finca cordobesa. El consejo de Dimon era críptico. Donde el ejecutivo español vio un 66% de opciones favorables, también podría haber valorado al contrario, como una advertencia de que la probabilidad de fracaso podía ser del 66%.

Sarachó dejó JP Morgan porque quiso ver el vaso del Popular medio lleno. Le pudo su deseo y ánimo por aceptar. Sin embargo, él mismo, al poco de aterrizar a los mandos del banco, en febrero de 2017, tras un periodo de transición ordenada con Ángel Ron, se dio cuenta de que el vaso en realidad estaba medio vacío. En muy poco tiempo, el presidente confesaba, a quien quería oírle, el cometido imposible que significaba su mandato.

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Según detallan algunos invitados de esas monterías, Saracho supo pronto que su papel en el Popular era una misión imposible. El propio ejecutivo lo ha reconocido en privado cuando ha recordado las palabras que tuvo con él Dimon antes de abandonar JP Morgan. Le pudo el ánimo optimista de emprender su último gran desafío personal. Sólo tuvieron que pasar tres meses para sentirse engañado. El problema era que ya no había marcha atrás.

Ese súbito desencantó sorprendió a quienes fueron testigos directos de sus confesiones, incluso con recién conocidos a su llegada al Popular. Costaba imaginar que fuera por boca del propio Saracho de donde saliera una radiografía tan negativa de la situación del banco. Ni el balance era lo que parecía, ni la banca comercial se maneja como la de negocios. Si a eso se sumaba la falta de tiempo y de equipo, el reto era una quimera. Tal vez, todo eso fue lo que Dimon quiso decirle.