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Hispano-Suiza hay más de una: el Supremo zanja la pelea por la mítica marca de coches
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70 años después de que dejaran de fabricarse

Hispano-Suiza hay más de una: el Supremo zanja la pelea por la mítica marca de coches

Una sentencia permite a otra empresa registrar 'Hispano-Suiza' para fabricar automóviles. Los herederos de la legendaria marca del siglo XX pierden la exclusividad por falta de uso

Hispano-Suiza es historia del lujo. Entre 1904 y 1946, una empresa de Barcelona fabricó estos coches de alta gama que competían con los Rolls Royce. Alfonso XIII los conducía, ganaban carreras por Europa y James Bond se montó en uno. Los automóviles dejaron de fabricarse, pero la marca ha protagonizado siete décadas después una curiosa pugna jurídica sobre quién es el dueño del nombre que el Tribunal Supremo acaba de zanjar. Los descendientes de los fundadores intentaron bloquear que una empresa de la competencia registrara la marca Hispano-Suiza para fabricar coches. Pero la sentencia afirma que han perdido la exclusividad por falta de uso. Esta es una historia de patentes, propiedad industrial y coches muy, muy chulos.

En 1904, los empresarios Damián Mateu y Francisco Seix se unieron al ingeniero suizo Marc Birkigt para fundar la Hispano-Suiza. El primer coche de calle fue vendido a Alfonso XIII. Al rey le gustó tanto que permitió que usaran su nombre para venderlo. Dicen que decía que los Hispano-Suiza eran los únicos deportivos que no se conducían como un camión. Durante 40 años, fabricaron coches de lujo exclusivos con un éxito por toda Europa y que aún se disputan los coleccionistas. Los hay espectaculares, como Hispano-Suiza Dubonnet Xenia, propio de un malvado de cómic. En 1946, la empresa, ya en horas bajas, pasó al Instituto Nacional de Industria, que allí fabricó los camiones Pegaso.

El Hispano-Suiza era historia, pero los Mateu conservaron la marca. Organizaban reuniones de amigos de Hispano-Suiza y se vendían coches en miniatura. En 1999 hubo un primer litigio por la marca, cuya ejecución quedó en acuerdo. Hace casi una década, una empresa de Barcelona, Delmar 04, negoció con los Mateu para construir un Hispano-Suiza al que llamarían X10V, aunque al final no hubo acuerdo. Poco después, en el salón del automóvil de Ginebra de 2010, Hispano-Suiza parecía reaparecer. Estos empresarios anunciaron que la marca renacía con un deportivo que iba a costar unos 700.000 euros.

El Supremo: "La reputación asociada al signo Hispano-Suiza es esencialmente histórica, sin que esté relacionada o vinculada a la empresa actual"

El anuncio generó cierto revuelo y los herederos de Mateu reaccionaron de forma airada. En un comunicado, "la Hispano-Suiza Fábrica de Automóviles SA", marca registrada desde 1986, cargó contra el "supuesto 'relanzamiento' de su marca legendaria Hispano-Suiza". Los herederos de Mateu, junto con la empresa francesa Safran, se presentaban "como propietarios únicos de los derechos sobre la denominación y marca históricas de Hispano-Suiza” y añadían que "ni han participado en dicho proyecto, ni han dado su autorización a utilizar la denominación y marca". Anunciaron demandas y cumplieron. Los herederos de los Mateu son ahora el Grupo Peralada, una empresa con multitud de intereses —de casinos a viñedos— en manos ahora de la cuarta generación. Pertenecen al núcleo duro de la burguesía catalana. La madre de los actuales directivos es Carmen Mateu, nieta del fundador de Hispano-Suiza.

Comenzó entonces otra película. Los Mateu exigían retirar el registro de Hispano-Suiza a Delmar 04, la empresa que había realizado el anuncio en Ginebra. Ellos conservaban la 'Hispano-Suiza Fábrica de Automóviles SA', pero en el complejo mundo de las marcas los matices son importantes. No es lo mismo que 'hispano-Suiza'. Además, le exigían una indemnización por competencia desleal porque en el salón de Ginebra usaron los míticos símbolos de los Hispano-Suiza originales: el escudo alado de un radiador y una cigüeña. En respuesta, Delmar 04 solicitó que se declarara la caducidad de "la Hispano-Suiza Fábrica de Automóviles SA" por falta de uso.

En primera instancia, un juez de lo mercantil falló que los herederos ya no tenían derecho sobre la marca porque solo la usaban para "exhibiciones de automóviles en ferias, edición de artículos, la Fundación del Club Hispano-Suiza y actividades de la misma, la intervención en eventos relacionados con clubes de coleccionistas de vehículos y otros productos con la marca Hispano-Suiza, organización de 'rallies', y las transacciones efectuadas por terceros en subastas". Consideró que un anunció de las plumas Parker con un Hispano-Suiza no era suficiente. Advirtió de que "el uso de la marca hubiera sido real y efectivo si se hubiera realizado públicamente en el sector del mercado en que se comercializan los productos identificados con la marca". Además, desestimaba la reclamación por competencia desleal.

La Audiencia Provincial de Barcelona rectificó en parte ese fallo y consideró que sí hubo competencia desleal en la presentación en Ginebra por la nueva Hispano-Suiza porque aludía a la marca original. Por ello, fijaba una indemnización de 35.560 euros. Pero insistía en que no habían pirateado el nombre, para lo cual los herederos debían haber demostrado que Hispano-Suiza era conocida por su actividad actual. "Aunque pueda resultar notorio el conocimiento de la marca Hispano-Suiza en una parte sustancial del territorio nacional, no estimamos que sea consecuencia del uso del nombre comercial 'La Hispano Suiza, Fábrica de Automóviles, SA', sino exclusivamente de la pervivencia del recuerdo de los automóviles legendarios a los que tal marca se aplicó".

Tras esos dos fallos, el Supremo zanjó el asunto el pasado 8 de febrero. La sala de lo civil, en una sentencia en la que ha sido ponente Ignacio Sánchez Gargallo, coincide en esa interpretación. "Si bien la memoria asociada al signo Hispano-Suiza evoca el prestigio que tenían unos automóviles que dejaron de fabricarse hace más de 80 años, en atención al tiempo transcurrido sin que la demandante [los herederos] haya vuelto a dedicarse a la actividad comercial de fabricación, reparación y venta de vehículos con el reseñado signo, no solo ha perdido los registros de marca y nombres comerciales que había llegado a tener, sino que además carece en la actualidad de posición alguna en el mercado de fabricación y venta de automóviles de la que pudiera aprovecharse la demandada con su registro".

Y añade que el nuevo registro de la marca Hispano-Suiza "no ha podido suponer ningún aprovechamiento de prestigio y reputación alguna que en la actualidad se pudiera asociar, por medio de aquel signo, a la actividad empresarial de la demandante". Por todo, concluye: "La reputación asociada al signo Hispano-Suiza es esencialmente histórica, sin que esté relacionada o vinculada a la demandante en cuanto fabricante y vendedor de coches, que tenga una posición en el mercado de la que quiera beneficiarse la demandada". Sí ratifica que hubo competencia desleal en el acto del salón de Ginebra en 2010 y mantiene la multa de 35.560 euros para Delmar.

"El uso de la marca hubiera sido real y efectivo si se hubiera realizado en el sector del automóvil"

Fuentes del Grupo Peralada muestran su respeto por la decisión judicial pero insisten en que nunca han dejado de usar el nombre de Hispano-Suiza. Ignacio Barroso, abogado que ha defendido a Delmar 04 y que ha conseguido mantener la marca Hispano-Suiza para la nueva empresa, destaca lo que ha decidido el Supremo. "Aunque la marca ahora registrada evoque a los coches famosos, si los propietarios de la marca antigua no tienen una actividad empresarial que pueda asociarse a la marca famosa y antigua, no pueden impedir el registro actual, por mucho que este último evoque ciertamente la marca legendaria. Y, en mi opinión, esto, conceptualmente, es un palo para los que pretendan vivir del pasado".

El caso ha terminado en los tribunales, pero a la historia aún le faltan capítulos. El pasado 18 de febrero, días después de que el Supremo dictara la sentencia, llegó una nueva solicitud para registrar la marca Hispano-Suiza. Continuará.

Hispano-Suiza es historia del lujo. Entre 1904 y 1946, una empresa de Barcelona fabricó estos coches de alta gama que competían con los Rolls Royce. Alfonso XIII los conducía, ganaban carreras por Europa y James Bond se montó en uno. Los automóviles dejaron de fabricarse, pero la marca ha protagonizado siete décadas después una curiosa pugna jurídica sobre quién es el dueño del nombre que el Tribunal Supremo acaba de zanjar. Los descendientes de los fundadores intentaron bloquear que una empresa de la competencia registrara la marca Hispano-Suiza para fabricar coches. Pero la sentencia afirma que han perdido la exclusividad por falta de uso. Esta es una historia de patentes, propiedad industrial y coches muy, muy chulos.

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