El Gobierno puede bajar el recibo de la luz si suspende las ventas de electricidad a Francia
Las exportaciones a Francia se han incrementado de manera paulatina desde el pasado mes de octubre cuando el país vecino inició un parón de sus centrales nucleares
El Ministerio de Energía ha articulado las primeras medidas para contener la escalada del recibo de la luz, fomentando de entrada una mayor tensión competitiva en el sector del gas al que ahora se achaca la responsabilidad directa del problema. Pero, además de las causas endógenas que se derivan de un mercado extraordinariamente volátil y que han despertado incluso el celo investigador de la Fiscalía del Tribunal Supremo, existen también factores externos y muy claros que han influido poderosamente en la actual tendencia alcista de los precios de la electricidad. Entre ellos, las exportaciones de energía a Francia que han contribuido a inflamar la demanda en favor del sistema eléctrico pero en contra de los consumidores españoles.
La historia se remonta al pasado octubre cuando la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) del país vecino inició un programa de revisión de sus centrales atómicas ante los indicios de lo que en la jerga del sector se considera como ‘fatiga de materiales’. El temor fundado a una sobrecarga en los generadores de vapor de los reactores motivó que casi la mitad de las 58 centrales nucleares de Francia hayan tenido que ajustar sus niveles de producción con paradas que todavía afectan a un total de 7.000 megavatios de potencia instalada. La situación es tanto más grave dada la dependencia absoluta de la energía nuclear que existe en Francia y teniendo en cuenta además que la revisión técnica de las plantas puede extenderse a lo largo de todo este año.
La situación ha propiciado que España se convierta en un exportador neto en su balanza energética con Francia poniendo de manifiesto la trascendencia de las interconexiones eléctricas que tantos recelos suscitaron en su día dentro del país vecino. Al final, la mediación de la Comisión Europea ha facilitado el entendimiento para la puesta en marcha de una infraestructura, todavía en una fase incipiente de desarrollo, que permitirá a España superar su aislamiento energético pero que, de momento y he ahí la paradoja, está resguaradando a Francia de la actual oleada de frío polar que se extiende por el Viejo Continente.
El sistema energético español se ha convertido en el salvavidas del Gobierno Hollande, enfrentado a las lógicas tensiones sociales que acompañan cualquier crisis de suministro en el sector eléctrico. Alemania, el otro gran proveedor potencial de Francia, ha decidido que su producción tiene que destinarse en beneficio del abastecimiento nacional, al servicio de sus propios consumidores domésticos. En definitiva, desde hace varias semanas, es España la que está calentando en buena parte los hogares franceses con la venta directa de una media diaria de entre 2.000 y 3.000 megavatios/hora, una cifra equivalente a la producción de casi tres centrales nucleares.
Los cálculos extraoficiales señalan que la factura a los consumidores domésticos podría bajar entre un 5 y un 10% si se corta el suministro de luz a Francia
Las exportaciones a Francia están suponiendo lógicamente un incremento de la demanda total que recibe España y que estos días ha llegado a alcanzar niveles de hasta 41.000 megavatios. El crecimiento desbocado del consumo por la caída vertiginosa de las temperaturas se traslada automáticamente al precio del mercado mayorista, lo que se traduce en mayores ganancias para las empresas eléctricas. Los damnificados son los consumidores españoles, cuya factura anual se verá encarecida en una cifra aproximada a los 100 euros adicionales, según los datos manejados por el propio ministro de Energía, Álvaro Nadal.
La pregunta que surge a partir de este entramado de intereses reside en saber el ahorro que supondría para una familia media la reducción de la punta de consumo si en estos momentos Francia no estuviera consumiendo electricidad producida en España. La respuesta se guarda con especial celo entre los expertos del sector, las propias empresas generadoras y los servicios técnicos de la CNMC que vienen analizando al detalle desde hace días los movimientos del mercado. En todo caso, y aunque no existen confirmaciones oficiales, los cálculos estimados fijan entre un 5 y un 10% la bajada potencial del recibo si el Gobierno decidiera suspender de golpe y porrazo las exportaciones al país vecino.
La decisión tiene un carácter eminentemente político y no parece que el presidente Mariano Rajoy esté por la labor de enfrentarse a toda la Comisión Europea cerrando las interconexiones eléctricas que con tanto ahínco han sido defendidas por España. La solución de cortar la luz a Francia es tan simple desde el punto de vista técnico como inviable en el terreno práctico, pero los grupos parlamentarios de la oposición no van a dudar en presionar al Gobierno a poco que las inclemencias meteorológicas sigan haciendo de las suyas. De ahí la urgencia del Ministerio de Energía de salir al quite con medidas de mucho menor calado que permiten desviar el núcleo del problema y que, con un poco de suerte y algo de lluvia, apaciguarán la tensión en el mercado eléctrico a partir de los próximos días.
El Ministerio de Energía ha articulado las primeras medidas para contener la escalada del recibo de la luz, fomentando de entrada una mayor tensión competitiva en el sector del gas al que ahora se achaca la responsabilidad directa del problema. Pero, además de las causas endógenas que se derivan de un mercado extraordinariamente volátil y que han despertado incluso el celo investigador de la Fiscalía del Tribunal Supremo, existen también factores externos y muy claros que han influido poderosamente en la actual tendencia alcista de los precios de la electricidad. Entre ellos, las exportaciones de energía a Francia que han contribuido a inflamar la demanda en favor del sistema eléctrico pero en contra de los consumidores españoles.
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