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Villar Mir promete inversiones millonarias en Galicia para detener el desgaste
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75 millones de euros

Villar Mir promete inversiones millonarias en Galicia para detener el desgaste

Ferroatlántica anuncia una lluvia de proyectos en Galicia mientras crece la presión contra la venta de sus centrales hidroeléctricas

Foto: El empresario y abogado Juan Miguel Villar Mir. (EFE)
El empresario y abogado Juan Miguel Villar Mir. (EFE)

Galicia siempre ha sido un buen lugar para los negocios de Juan Miguel Villar Mir, al que unió una fuerte amistad con Manuel Fraga, y entre ellos Ferroatlántica ocupa un lugar destacado, gracias a la explotación de sus tres fábricas y seis centrales hidroeléctricas. Pero los tiempos han cambiado: la compañía tiene ahora su sede en Londres y cotiza en el Nasdaq, después de su fusión con una multinacional de la que surgió la nueva matriz, Ferroglobe, y los nuevos planes contemplan pasar página. Un total de 400 trabajadores de la comarca de Fisterra están en pie de guerra, y la empresa, presidida ahora por el yerno de Villar Mir, Javier López Madrid, reacciona con el anuncio de una lluvia de millones que, lejos de calmar los ánimos de sus detractores, ha llevado a la oposición a hablar de “chantaje inversor”.

Antes de dejar la presidencia de OHL, Villar Mir vio en la segregación y venta de sus centrales la ocasión ideal para hacer caja y saldar las deudas que mantiene en otras de sus sociedades. El reconocimiento por Ferroatlántica de conversaciones con grupos inversores interesados en comprar su división de energía ha provocado encierros de empleados, protestas de los alcaldes de la zona y agrios debates parlamentarios. Son reacciones de rechazo ante lo que se considera la “reconversión y desmantelamiento” de un negocio que cuenta con fábricas de ferroaleación en Cee y Dumbría y centrales hidroeléctricas en los ríos Xallas y Grande. La idea consiste en segregar y vender los saltos de agua, lo que pondría en riesgo el negocio de las dos fábricas, de las que dependen no solo sus cerca de 400 empleados, sino también toda la industria auxiliar generada a su alrededor.


75 millones de inversión

Ante la generalizada alarma, Ferroatlántica ha tirado de anuncios de inversiones: hasta 75 millones de euros, de los que 16 millones corresponderían a las fábricas de Cee y Dumbría. Pero el gran proyecto que presenta el grupo de Villar Mir consiste en una fábrica de carbón vegetal vinculada a la producción de una planta también nueva de silicio solar. La primera de ellas, con un gasto de nueve millones, por 42 de la de silicio, que se instalaría en Sabón (Arteixo, A Coruña).

La Xunta reaccionó con silencio y perfil bajo a los planes de la compañía. Su situación es comprometida, ya que, como se supo después, las centrales que jalonan el curso de los ríos Grande y Xallas están condicionadas por la necesaria autorización del Ejecutivo de Alberto Núñez Feijóo. Los saltos llegaron a poder de Villar Mir tras adquirírselas, junto a Banesto Leasing SAF, a la compañía Carburos Metálicos a principios de la década de los noventa. El Gobierno gallego exigió de los compradores una solicitud de autorización administrativa previa para la transferencia de las concesiones.

Se trata de un documento que afecta a los saltos del Pindo, Castrelo, Puente Oliveira, Fervenza y Carantoña, en el río Xallas, y Santa Eugenia, en el Grande, y que se aprobó definitivamente el 18 de noviembre de 1992. En virtud de ese acuerdo, Ferroatlántica acepta unas condiciones “reiteradamente exigidas” por la Xunta, “en especial la no segregación en dos sociedades”, pero también la vinculación de las plantas a la actividad industrial.

placeholder Ferroglobe en Cee. (ferroglobe.com)
Ferroglobe en Cee. (ferroglobe.com)

Así lo reconoce una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), relacionada con la transmisión de las centrales y la autorización definitiva que Villar Mir quiso declarar nula en 1994. También existen informes del año 2002 del organismo autonómico Augas de Galicia que señalan que esos aprovechamientos van “inexcusablemente unidos a la continuación del negocio de ferroaleaciones y a la no segregación de actividades”.

Villar Mir insiste en la segregación, y condiciona claramente el plan inversor a que se ejecute esta operación. Según transmitió la compañía en un comunicado, las inversiones “solo son posibles con la enajenación de actividades no estratégicas para la compañía y que hoy están desvinculadas de su actividad productiva principal, como es el caso de las centrales hidráulicas que la compañía tiene en España y Francia”.

Planta de carbón vegetal

Ferroglobe incide especialmente en la planta de carbón vegetal, que ocuparía una superficie de 100.000 metros cuadrados y en la que se instalarían 14 hornos y dos equipos de secado. Con ello, la empresa pretende producir 15.000 toneladas anuales de carbón vegetal a partir de 63.000 toneladas de madera, una cantidad que supone el 8% de lo que se tala en Galicia cada año. Las organizaciones ecologistas ven con temor ese proyecto, que atribuyen a la decisión de la Xunta de “liberalizar” el sector de la biomasa y que “podría provocar que se disparase la introducción de especies maderables leñosas invasoras”, como el eucalipto y la acacia.

Ferroglobe incide especialmente en la planta de carbón vegetal, en la que se instalarían 14 hornos y dos equipos de secado

A los recelos de los ecologistas hay que añadir el fiasco de Villar Mir con proyectos similares, si no idénticos, al que quiere desarrollar en Arteixo. Es el caso del que trató de impulsar en Quebec en 2014, con una inversión de 300 millones de dólares para una fábrica dedicada al silicio metálico para ferroaleaciones y para la industria fotovoltaica. Pero a finales de 2015 renunció. Según informó 'Economía Digital', la compañía aseguró entonces que el desarrollo de la industria china dedicada al silicio había provocado una revisión en su estrategia, ya que preveía que la oferta asiática generaría un desequilibrio en el mercado.

“Este nuevo factor obliga a Ferroatlántica a buscar nuevas oportunidades de desarrollo para complementar su estrategia de crecimiento a través de la optimización de sus infraestructuras existentes, particularmente en Europa”, señaló la empresa, que no ha explicado cuáles son las diferencias entre uno y otro proyecto ni qué ha cambiado para apostar ahora por Arteixo.

Galicia siempre ha sido un buen lugar para los negocios de Juan Miguel Villar Mir, al que unió una fuerte amistad con Manuel Fraga, y entre ellos Ferroatlántica ocupa un lugar destacado, gracias a la explotación de sus tres fábricas y seis centrales hidroeléctricas. Pero los tiempos han cambiado: la compañía tiene ahora su sede en Londres y cotiza en el Nasdaq, después de su fusión con una multinacional de la que surgió la nueva matriz, Ferroglobe, y los nuevos planes contemplan pasar página. Un total de 400 trabajadores de la comarca de Fisterra están en pie de guerra, y la empresa, presidida ahora por el yerno de Villar Mir, Javier López Madrid, reacciona con el anuncio de una lluvia de millones que, lejos de calmar los ánimos de sus detractores, ha llevado a la oposición a hablar de “chantaje inversor”.

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