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Iberia sigue pillada en Venezuela con fondos retenidos por valor de 106 millones de euros
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LA EMPRESA SE PLANTEA suprimir LOS VUELOS A CARACAS

Iberia sigue pillada en Venezuela con fondos retenidos por valor de 106 millones de euros

Iberia asumió en 2014 una carga extra por deudas a cobrar en Venezuela de 82 millones de euros, y al cierre de 2015 mantenía fondos retenidos por valor de otros 106 millones

Iberia se debate en un ser o no ser en Venezuela, pero la opción de abandonar los vuelos a Caracas supondría un importante pellizco para la cuenta de resultados de una compañía que ha conseguido remontar en los dos últimos años sus pérdidas históricas. La ‘broma’ le costará a la línea aérea un total de 106 millones de euros, de acuerdo con los últimos datos oficiales recogidos en la memoria presentada al Registro Mercantil. Dicha cantidad corresponde a los fondos que el grupo encabezado por la compañía española de bandera tiene retenidos en el país latinoamericano y que “están pendientes de que la Autoridad Venezolana autorice su repatriación”.

La mencionada partida de la discordia corresponde fundamentalmente a la venta de billetes y ha sido incluida en el balance dentro del capítulo de inversiones financieras a corto plazo. La contabilidad de los recursos no afecta, por lo tanto, a la cuenta de resultados, lo que induce a pensar que Iberia no está, de momento, interesada en cerrar sus operaciones en Venezuela como han hecho otras empresas de la competencia, entre las que destacan Lufthansa y LATAM, la entidad nacida tras la fusión de la chilena Lan y la brasileña Tam. Anteriormente, Air Canada, American Airlines, Alitalia y Gol redujeron o suspendieron también sus vuelos al país bolivariano.

Iberia viene tropezando con el régimen de Nicolás Maduro en la misma piedra en que ya lo hacía con Hugo Chávez. La repatriación de fondos procedentes de Venezuela ha estado limitada desde diciembre de 2012, según admite la empresa, que ya tuvo que afrontar por este concepto un cargo extraordinario de 82 millones en el ejercicio de 2014, saldado con un resultado antes de impuestos de 87 millones. En otras palabras, la operación venezolana prácticamente se comió de un bocado toda la generación de beneficios de la empresa, que luego pudo mejorar su ‘bottom line’ tras apuntarse 242 millones en créditos fiscales derivados de las pérdidas acumuladas en años anteriores.

Sabiendo cómo se las gasta el consejero delegado de IAG y verdadero comandante en jefe de Iberia, Willie Walsh, no es de extrañar que la empresa española esté explorando muy seriamente cortar los lazos con Venezuela en una decisión que puede resultar histórica desde el punto de vista político. El 'holding' empresarial del que forma parte la línea aérea española celebra este jueves su junta general de accionistas en Madrid, lo que puede resultar una oportunidad para decidir el destino contable de las cuentas a cobrar y su eventual provisión contra resultados, lo que supondría un paso en firme para dar carpetazo a una situación que se hace cada vez más insostenible.

Iberia ha venido reduciendo en los dos últimos años sus conexiones con la capital venezolana. En principio, las frecuencias de vuelo eran diarias, pero en la actualidad se reducen a tres o cuatro veces por semana, dependiendo de la época del año. Al mismo tiempo, se han dejado de vender billetes en Caracas con el fin de evitar el pago en bolívares y el consiguiente riesgo de cambio. Willie Walsh ha reconocido hace pocos días que el desplome de los precios del petróleo y la escasez de dólares en Venezuela inducen a pensar en un panorama poco halagüeño a corto plazo, por lo que Iberia dejará de volar al país si las operaciones pierden sentido comercial.

La compañía redujo el pasado año sus gastos de personal un 25%, lo que ha permitido un beneficio antes de impuestos de 611 millones al cierre de 2015

La prioridad del mercado latinoamericano y la vocación de liderazgo que mantiene la compañía española de bandera en la zona denominada del Atlántico Sur constituyen el último argumento de la permanencia en Venezuela. IAG se resiste a ceder la ruta a Caracas después de haber recuperado otras que fueron suspendidas por falta de rentabilidad, tales como La Habana, San Juan de Puerto Rico, Montevideo y Santo Domingo. La escalada de recuperación emprendida en el último bienio permite todavía cierta flexibilidad a la hora de tomar decisiones drásticas que podrían volver a generar dudas sobre las expectativas de crecimiento consolidadas en 2015.

Al cierre del pasado ejercicio, Iberia ha obtenido unos beneficios antes de impuestos de 611 millones de euros, fruto de unos ingresos de 4.209 millones, lo que supone un incremento del 10,4% sobre la cifra de negocio de 2014. En sentido contrario, los gastos de personal se han reducido en casi un 25% después del proceso de reconversión y el ajuste de empleo pactado con los sindicatos, que se traducirá en una disminución global de plantilla de hasta 5.297 trabajadores. Iberia ha aportado 125 millones a las arcas de la Hacienda pública, de modo que el resultado neto del ejercicio se ha situado en 486 millones de euros, de los que 437 se destinarán a compensar las pérdidas sufridas desde que la compañía entró en barrena en 2008.

El plan de transformación que tantos sobresaltos provocó hace tres años ha dado finalmente los resultados apetecidos, disponiendo a la empresa para sólidos márgenes de productividad que permitirán alcanzar proyecciones de crecimientos anuales del 6,5% en los próximos cuatro años. Con estos ambiciosos objetivos en el horizonte inmediato, los responsables de IAG no quieren mostrar un rostro demasiado complaciente que implique la vuelta a las andadas. El caso Venezuela constituye por ello una piedra de toque que va a poner a prueba la capacidad de gestión del equipo que preside en Madrid Luis Gallego y que vigila desde Londres Willie Walsh.

Iberia se debate en un ser o no ser en Venezuela, pero la opción de abandonar los vuelos a Caracas supondría un importante pellizco para la cuenta de resultados de una compañía que ha conseguido remontar en los dos últimos años sus pérdidas históricas. La ‘broma’ le costará a la línea aérea un total de 106 millones de euros, de acuerdo con los últimos datos oficiales recogidos en la memoria presentada al Registro Mercantil. Dicha cantidad corresponde a los fondos que el grupo encabezado por la compañía española de bandera tiene retenidos en el país latinoamericano y que “están pendientes de que la Autoridad Venezolana autorice su repatriación”.

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