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Wanda, Gil Marín, Carmena y todo lo que hay detrás del escándalo de Plaza de España
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Wanda, Gil Marín, Carmena y todo lo que hay detrás del escándalo de Plaza de España

El órdago que ha lanzado Wanda al Ayuntamiento va mucho más allá del Edificio España. El grupo chino se marcha y para retenerle Carmena debería mirar hacia el Calderón

Foto: Miguel Ángel Gil, Wang Jianlin y Enrique Cerezo. (EFE)
Miguel Ángel Gil, Wang Jianlin y Enrique Cerezo. (EFE)

El órdago a la grande que ha lanzado Wanda al Ayuntamiento de Madrid va mucho más allá del Edificio España. El grupo presidido por Wang Jianlin ha puesto contra las cuerdas al consistorio al decidir abandonar Madrid, léase, cerca de 4.000 millones en inversiones de la dimensión de Operación Calderón, Campamento o la remodelación de la Plaza de España.

El escalofrío ha tardado en llegar, quizás porque el Gobierno madrileño creyó que se trataba de un farol, pero, al fin, un mes después de despedir a su plantilla y comunicar el cierre de la oficina madrileña, el miedo ha empezado a correr por la espalda de la propia alcaldesa, Manuela Carmena, que pidió reunirse en persona con una delegación del grupo asiático.

El encuentro fue el martes por la mañana, dos días después de que Laurent Fischler, mano derecha de Wang, aterrizase en Madrid, y horas antes de que los directivos de Wanda acudieran al palco del Atlético de Madrid para ver el partido contra la Real Sociedad. Su participación del 20% en el equipo colchonero es lo único que Wanda tiene claro que quiere mantener en España y una de las puertas que puede abrir Carmena si realmente desea evitar la fuga de uno de los mayores capitales del mundo.

La mano tendida que le ofreció la alcaldesa al emisario de Wanda -que vino a Madrid, entre otros motivos, para testar en primer persona el proceso de venta del Edificio España encargado a JLL-, fue recibida con desconfianza por Fischler quien, cansado de buenas palabras y malos hechos, dejó claro que, si de verdad quieren retenerle, tienen que darle algo a cambio. El tiempo de las promesas se ha terminado.

Como bien dice el proverbio chino, el problema que está teniendo el Ayuntamiento es que los árboles no le dejan ver el bosque, y mientras se enrosca en centrar el debate en el Edificio España, está perdiendo de vista la inmensidad del problema, que son todos los frentes que tiene abiertos en la capital el holding asiático, todos ellos sin resolver.

Wanda se ha cansado de que el consistorio ponga palos en las ruedas a todas sus propuestas. Más allá de la protección de la fachada del rascacielos de la Plaza de España –el grupo tiene más que asumida su protección-, hay otras demandas, como la volumetría o el proyecto de todo el ala posterior del inmueble, que siguen sin ser resueltas.

Suma y sigue, porque al grupo de Wang Jianlin tampoco le ha gustado un pelo el concurso de ideas lanzado por el Ayuntamiento para remodelar la plaza, sin consultar antes con él, que era quien iba a financiar la mayoría de la obra. Vamos, "que no me quieres a mí, pero sí a mi dinero", piensan en Pekín, una carreta complicada de tragar y sin la cual Carmena va a tener serios problemas para llevar a cabo la remodelación.

Pero la alcaldesa tiene varios resortes a los que agarrarse, sobre todo, si pone atención en la única inversión que Wanda ha mantenido todo el rato fuera de la polémica: el Atlético de Madrid. De hecho, fuentes próximas al grupo chino aseguran que éste quiere hacerse con el 80% del equipo colchonero, opción que está sobre la mesa desde hace un año, cuando compró el primer 20%, y que podría suponer un desembolso del entorno de los 500 millones de euros en total. A partir de aquí, sólo hay que empezar a atar cabos.

La eterna mudanza del club al estadio de la Peineta es una de las opciones -si no 'la opción'- que tiene el consistorio para compensar a Wanda, que en los últimos días ha visto como este sueño largamente acariciado se ha ido desbloqueando un poco al lograr un crédito de 160 millones de Carlos Slim –otra de las grandes fortunas mundiales que ha apostado por nuestro país- para desbloquear las obras.

Su 20% en el Atlético de Madrid es la única inversión que Wanda ha dejado fuera de la polémica e, incluso, está interesado en comprar hasta el 80% del club

Cómo enderezar las cuentas del club para devolver ese dinero es una de las pelotas que tiene en su tejado Carmena para reconducir la situación. Fue el propio Miguel Ángel Gil Marín, socio de Wanda en el capital del club y su persona de máxima confianza en España, quien dejó entrever públicamente el pasado lunes, en un debate en la sede del Colegio de Abogados de Madrid, el camino a seguir: una modificación del plan urbanístico.

El equipo colchonero aspira a que el Ayuntamiento les permita, por una parte, quedarse en propiedad los terrenos de la Peineta, en vez de que sea una concesión, lo que abre la puerta a todo tipo de aprovechamientos en las zonas próximas, y, por otra, desbloquear la Operación Calderón, es decir, el proyecto residencial planteado sobre los terrenos de su actual estadio.

Al lógico interés que tiene el club colchonero, y sus principales accionistas, de trasladarse al nuevo campo, se le deben sumar también los cerca de 200 millones de euros que podría reclamar a Carmena si esta mudanza no está en fecha por culpa de la inoperancia del Ayuntamiento. Otro argumento de peso para acercar posturas.

La importancia del 'Atleti'

Lo llamarán coincidencia, labor de Gobierno, o pura casualidad, pero lo cierto es que Gil Marín realizó estas declaraciones después de que el concejal de Urbanismo, José Manuel Calvo, haya mantenido hasta tres reuniones oficiales con el Atlético de Madrid desde que estalló el escándalo del Edificio España. Y todavía se recuerda al empresario saliendo del Palacio de Cibeles junto el presidente del club, Enrique Cerezo, el pasado 12 de enero, día que se filtró el cierre de la oficina de Wanda en Madrid.

Aquel fue el último día en que Calvo llevó la voz cantante en las negociaciones de esta crisis, ya que la propia alcaldesa encargó a su sobrino político, Luis Cueto, ponerse al frente de las mismas, aunque su gestión ha dado los mismos pocos frutos que la anterior.

Ante la gravedad de la crisis, con Wanda decidida a irse, dicen las malas lenguas que ha sido el propio marido de Manuela Carmena, el arquitecto Eduardo Leria -que, por cierto, se arruinó en China-, quién ha intercedido ante la alcaldesa para que tome personalmente las riendas y trate de reconducir la situación. Será cierto o falso, eso sólo lo saben ellos, pero la realidad es que, para evitar el escándalo que supone dejar escapar a un empresario dispuesto a invertir 4.000 millones en Madrid, hacen falta mucho más que buenas palabras, como las pronunciadas en la reunión del pasado martes.

Wanda no lo va a poner fácil, porque, además, no tiene necesidad de ello. El mundo es muy grande y sus millones son bien recibidos en otros países, como se ha visto esta misma semana con la firma del acuerdo entre el grupo asiático y el francés Inmochan para invertir 3.100 millones. La única persona en la que confía Wang Jianlin en España es Miguel Ángel Gil Marín, y por todos es sabido qué quiere el colchonero del consistorio. Ahora le toca a Carmena mover ficha.

El órdago a la grande que ha lanzado Wanda al Ayuntamiento de Madrid va mucho más allá del Edificio España. El grupo presidido por Wang Jianlin ha puesto contra las cuerdas al consistorio al decidir abandonar Madrid, léase, cerca de 4.000 millones en inversiones de la dimensión de Operación Calderón, Campamento o la remodelación de la Plaza de España.

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