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La infanta Cristina, la 'estrella' oculta de la convención de directivos de Caixabank
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fue invitada pese a su situación judicial

La infanta Cristina, la 'estrella' oculta de la convención de directivos de Caixabank

La hermana del Rey no tuvo ningún rubor en participar en la cumbre de ejecutivos del banco pese a que su situación judicial hace cada vez más incómoda su permanencia en él

Foto: La infanta Cristina de Borbón, inmersa en el juicio por el caso Nóos, sigue en Caixabank. (EFE)
La infanta Cristina de Borbón, inmersa en el juicio por el caso Nóos, sigue en Caixabank. (EFE)

El desfile de la Infanta Cristina por los juzgados de Palma de Mallorca para testificar se hace de rogar. Los tres magistrados del tribunal que juzgan el caso Nóos han retrasado sin día concreto la declaración de la hermana de Felipe VI, prevista para este pasado viernes. Podría producirse el próximo día 26 o la semana siguiente, quién sabe, porque la justicia española es tan lenta como azarosa, especialmente cuando se trata de pedir cuentas a los que se han sentido hasta poco inmunes a la ley.

Pero mientras se aguarda su testimonio, que tiene de los nervios a la Casa Real y al 'establishment' político, para saber si sabía algo de los tejemanejes de su marido Iñaki Urdargarin, la heredera al trono de España cumple con su trabajo a pies juntillas. Aparentemente se gana el pan como otro ciudadano cualquiera. Su incómoda situación judicial no le condiciona a la hora de ejercer su función como ejecutiva del Grupo Caixabank, que la mantiene en nómina contra viento y marea, después de haberle echado ya una mano de varios millones con la hipoteca del palacete de Pedralbes.

De hecho, pese a que la causa que enjuicia los numerosos presuntos delitos de su pareja y de ella misma está en plena ebullición, la amarga coyuntura no le impidió desfilar hace quince días por la Convención de Directivos del Grupo Caixabank. Fue uno de los 1.670 invitados al acto celebrado en el Palau de Congressos de Barcelona, después de que la entidad presentase sus resultados de 2015. La Infanta estuvo presente en este evento reservado a la cúpula del banco en calidad de directora del área social de la Fundación La Caixa, rol que desarrolla desde Suiza pese a que la institución financiera no facilita el teletrabajo a su plantilla como norma general.

Su presencia en la exclusiva reunión de ejecutivos provocó reacciones encontradas porque en el banco no se entiende que Fainé la mantenga aún en nómina

Al encuentro asistieron 1.600 directivos de Caixabank, 30 de Criteria, el holding del grupo, y 30 miembros seleccionados de la Fundación, entre los que se encuentra Cristina de Borbón. Su presencia causó reacciones diversas. Según distintas fuentes, hubo directivos que se acercaron a saludarla con educación y amabilidad, interesándose por su estancia en Ginebra, preguntándole con distancia por sus líos maritales. Otros prefirieron obviarla, darle la espalda, porque en las plantas nobles de la entidad está cada vez más extendida la sensación de que su permanencia en el banco es perjudicial para la imagen de la institución. Mancha el brillo de la estrella de Joan Miró, el símbolo de la casa.

Así se lo han hecho saber a Isidre Fainé personas de su máxima confianza. El asunto es tema de debate entre consejeros y miembros del comité de dirección, los cuales daban por hecho que si finalmente la Infanta fuera imputada (ahora investigada) se la expulsaría del Grupo Caixabank. Pero la decepción fue máxima cuando, tras denegarle la aplicación de la doctrina Botín y tener que ir a declarar a la Audiencia de Palma de Mallorca, el líder espiritual del banco no movió ficha. Todo lo contrario. Fainé mantuvo la invitación a la mujer de Iñaki Urdargarin a la Convención de Directivos, por donde, pese a pasearse con discreción, generó más de un comentario poco cortés. 

Porque Fainé está en la tesitura de hacer caso a su profundo 'seny', ese que le dice que no tiene justificación alguna pagar 210.000 euros al año a la hermana del Rey, exiliada a Suiza precisamente para que las cámaras no la capten entrando a las torres negras de Caixabank, o seguir haciéndole el favor a Juan Carlos I, quien le implora que le mantenga el sueldo para hacer frente a los gastos corrientes, los cuatro colegios privados de los niños en Ginebra y el alquiler de la vivienda, que se comen casi toda la nómina.

Hasta el momento, pese a la reprobación social y las críticas internas, pese a que su decisión va contra lo más profundo del carácter del buen catalán, la honradez, el presidente de Caixabank se inclina por lo segundo, por la misma sinrazón por la que Telefónica, Endesa, Repsol, Gas Natural, Abertis, Enagás, Iberdrola o OHL contratan a políticos de distintos pelajes. Favores personales o corporativos, ninguno basado en el mérito, difíciles de explicar a los clientes y accionistas, los verdaderos dueños de las empresas, pero sin voz ni voto a la hora de la verdad.

Aun así, la próxima declaración de la Infanta inquieta y mucho en Caixabank. Porque si mantiene la tesis difundida por su abogado, Miguel Roca, de que no sabía nada y que firmaba las cuentas de las distintas tapaderas de Urdargarin sin conocimiento de causa, el banco queda mal parado, ya que pondría de manifiesto que no tiene la preparación suficiente para ejercer sus funciones. Si así fuera, cuesta entender qué hacía en la Convención de Directivos, un acto en el que Fainé habló de los retos de la entidad financiera, en un difícil contexto de bajos tipos de interés, con estrechamiento de los márgenes, poca rentabilidad y exigencias de capital crecientes.

Al contrario, si se enteró de lo que habló Fainé, en referencia a los conceptos financieros de 'fully loaded', 'pay out' (dividendo), ROCE (Return on Capital Employed) o test de estrés, entonces aún sería más difícil de justificar ante los magistrados que desconocía la contabilidad creativa de su esposo, basada en un esquema rudimentario de corrupción, cuyo fin era la prevaricación, la estafa, el fraude a la administración, algunos delitos fiscales y el consabido blanqueo de capitales. Nada que no sea capaz de tramar un alcalde cualquiera.

El desfile de la Infanta Cristina por los juzgados de Palma de Mallorca para testificar se hace de rogar. Los tres magistrados del tribunal que juzgan el caso Nóos han retrasado sin día concreto la declaración de la hermana de Felipe VI, prevista para este pasado viernes. Podría producirse el próximo día 26 o la semana siguiente, quién sabe, porque la justicia española es tan lenta como azarosa, especialmente cuando se trata de pedir cuentas a los que se han sentido hasta poco inmunes a la ley.

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