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El Gobierno pone un impuesto a la banca de 400 millones a dos meses de las elecciones
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PARA SALVAR LOS CRÉDITOS FISCALES

El Gobierno pone un impuesto a la banca de 400 millones a dos meses de las elecciones

Los 40.800 millones de créditos fiscales de la banca quedan salvados definitivamente, pero no será gratis. El sector tendrá que pagar un nuevo impuesto de 419 millones a dos meses de las elecciones

Foto: Luis de Guindos saluda al secretario del Tesoro de EEUU, Jack Lew, el pasado viernes (Efe)
Luis de Guindos saluda al secretario del Tesoro de EEUU, Jack Lew, el pasado viernes (Efe)

El Ministerio de Economía ha confirmado hoy la salvación definitiva de los créditos fiscales (activos fiscales diferidos, DTA por sus siglas en inglés) de la banca en Bruselas, tal como adelantó El Confidencial en agosto. Ahora bien, esta salvación tiene truco: para contentar a la Comisión Europea y como arma electoral, los bancos tendrán que pagar como peaje un nuevo impuesto que supondrá unos 419 millones, según el departamento de Luis de Guindos. Un impuesto que las entidades pagarán con gusto puesto que la alternativa es quedarse sin estos activos, que suponen 40.800 millones, lo que implicaría ampliaciones de capital generalizadas.

El mercado tenía dos grandes temores sobre la banca española, y los dos van a resolverse de forma electoralista: los DTA, que se salvan con el mencionado impuesto, y las cláusulas suelo de las hipotecas, donde el Gobierno está buscando fórmulas para elimiralas, como también adelantó El Confidencial. Los DTA son créditos contra la Hacienda pública procedentes de las fuertes provisiones realizadas en los años de la crisis para sanear la exposición inmobiliaria y las aportaciones a planes de pensiones (que no son gastos deducibles en el Impuesto de Sociedades), y se restarán de los impuestos que pagarán las entidades en los próximos años.

Ahora bien, su recuperabilidad dependía de que la entidad tuviera beneficios en el futuro para pagar todos esos impuestos, por lo que las normas de solvencia de Basilea III obligaban a restarlos del capital. Para evitarlo, los distintos gobiernos nacionales, incluido el español, garantizaron su recuperación íntegra aunque no se alcance el nivel de beneficios necesario. Y esa garantía es lo que había cuestionado la Comisión Europea por si constituían ayudas de Estado y lo que ahora se resuelve mediante el nuevo tributo. De esta forma, las entidades podrán mantener como capital todos sus DTA.

Las fuentes gubernamentales citadas no reconocen que son las autoridades de la UE las que han impuesto esta nueva medida (de hecho, niegan hasta que hubiera una investigación comunitaria). Pero lo cierto es que el propio Guindos se puso rápidamente en contacto telefónico con la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, y que Rajoy en persona llamó en mayo al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, para tratar el asunto.

Pero sí admiten que se ha negociado con Bruselas, que esta ha dado su visto bueno y que, en consecuencia, se elimina toda la incertidumbre sobre la cuestión. Algo que los analistas y los bancos reciben de muy buen grado, ya que dichas dudas eran uno de los motivos de la pobre evolución bursátil de la banca española comparada con la del resto de Europa. De ahí que vayan a pagar la tasa sin rechistar.

Tasa sobre los DTA por los que no se ha tributado

Técnicamente, lo que hace el Gobierno es dividir los DTA en dos clases: por un lado, los generados cuando la entidad tenía beneficios y pagaba impuestos por ellos, y por otro, los generados cuando tenía pérdidas y, en consecuencia, no pagaba a Hacienda. Los primeros, que suponen unos 12.000 de los 40.000 millones totales, están salvados en todo caso porque los bancos ya han tributado sin deducirse estos costes y tienen derecho a ese crédito fiscal como cualquier otra empresa (recordemos que los DTA son gastos en que incurre un banco pero que no puede deducirse ante Hacienda para reducir sus impuestos; por tanto, en esos años ha pagado de más al Fisco y los DTA le permiten recuperar ese exceso de tributación).

El problema estaba en el segundo tipo, porque han generado un crédito fiscal sin haber tributado por el beneficio en esos años; es decir, no hay un pago hecho que se quiera recuperar, sino que son un 'regalo' de Hacienda. Aquí está el grueso de los DTA, unos 28.000 millones, y la fórmula para salvarlos es que los bancos paguen algo por tener derecho a anotárselos: concretamente, un 1,5% sobre la diferencia entre el valor de los DTA y lo tributado por ellos. Este porcentaje supone unos 419 millones con las cifras de cierre de 2014.

Se trata de una tasa anual, así que los bancos tendrán que pagarla todos los ejercicios a partir de 2016. Ahora bien, como se espera que el sector siga aumentando su beneficio, irá consumiendo los créditos fiscales (para reducir sus impuestos actuales) y, en consecuencia, la base sobre la que se aplicará ese 1,5% irá bajando año tras año. Además, no se trata de una tasa propiamente dicha, sino de una "prestación patrimonial", ya que tiene carácter voluntario: las entidades pueden decidir no pagarla, pero entonces no podrán computar los DTA como capital (por eso van a pagarla todas).

El Ministerio de Economía ha confirmado hoy la salvación definitiva de los créditos fiscales (activos fiscales diferidos, DTA por sus siglas en inglés) de la banca en Bruselas, tal como adelantó El Confidencial en agosto. Ahora bien, esta salvación tiene truco: para contentar a la Comisión Europea y como arma electoral, los bancos tendrán que pagar como peaje un nuevo impuesto que supondrá unos 419 millones, según el departamento de Luis de Guindos. Un impuesto que las entidades pagarán con gusto puesto que la alternativa es quedarse sin estos activos, que suponen 40.800 millones, lo que implicaría ampliaciones de capital generalizadas.

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