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Los inversores mantienen su confianza en El Corte Inglés a pesar de la guerra accionarial
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Los inversores mantienen su confianza en El Corte Inglés a pesar de la guerra accionarial

Los bonos del gigante de la distribución cotizan por encima de la par y con una rentabilidad inferior a cuando se colocaron, a pesar de la tensión interna desatada por la entrada de un inversor catarí

Foto: Sede de El Corte Inglés.
Sede de El Corte Inglés.

Por el momento, parece que la sangre no ha llegado al río de los mercados. Las aguas revueltas en las que navega actualmente el accionariado de El Corte Inglés, debido a la oposición de dos accionistas de referencia, Grupo Ceslar y Corporación Mancor, a la entrada de un inversor catarí ha desatado un huracán interno y mediático cuyas consecuencias, al menos por el momento, parecen inocuas para los inversores.

El principal termómetro que existe actualmente para medir la confianza de los mercados en el gigante español de la distribución son los bonos que emitió en Irlanda a principios de año, con vencimiento en 2022, una deuda que se mantiene impasible tanto ante el enfrentamiento accionarial como ante el acuerdo sellado con Primefin, sociedad controlada por el ex primer ministro catarí H.E. Sheikh Hamad Bin Jassim Bin Jaber Al Thani.

Los 600 millones de deuda que emitió El Corte Inglés a través de su filial Hipercor cotizan en el mercado secundario, donde se intercambian estos valores una vez emitidos, por encima de la par, en 103,6 enteros, nivel un 0,73% superior a los 102,8 puntos en que se movían hace un mes, cuando se anunció el acuerdo con Primefin. Aunque el hecho de que no haya habido un castigo inversor indica que los bonistas se muestran tranquilos ante la guerra accionarial, también es cierto que la negociación de estos bonos se caracteriza por su bajo volumen.

Sea como fuere, la realidad es que la buena acogida que desde su colocación ha tenido la deuda de El Corte Inglés también se refleja en la rentabilidad exigida a estos valores, que actualmente se mueve en el 3,23%, frente al cupón del 3,875% con que se emitieron. Esta colocación, no obstante, se llevó a cabo sin la calificación de una agencia de rating y supuso el estreno de la compañía presidida por Dimas Gimeno en el mercado de bonos internacional.

Fue el pasado 9 de enero cuando El Corte Inglés realizó una primera colocación privada de bonos por importe de 500 millones que, una semana después, el 16 de enero, amplió en otros 100 millones por "las buenas condiciones que ofrece el mercado y la buena aceptación por parte de los inversores", dijo entonces la compañía. Cuatro días después, el 20 de enero, esta deuda empezó a cotizar en la Bolsa de Irlanda con una gran aceptación por parte de los inversores, que le llevaron a marcar su máximo el 4 de marzo en 105,17 enteros.

Enfrentamiento por el socio catarí

Este movimiento sirvió para acomodar la situación financiera de la compañía y se interpretó como el primer gran paso del cambio de modelo que quiere introducir el nuevo equipo gestor liderado por Dimas Gimeno. El segundo ha sido, precisamente, el acuerdo con Primefin, que consiste en un préstamo a tres años, a un tipo de interés inicial del 5,25%, pero que si no se cumplen determinadas condiciones puede llegar al 7,5%, pagadero con títulos de la autocartera.

En función de la evolución del grupo, cuando se cumpla el plazo previsto, el inversor catarí podrá hacerse con una participación de entre el 10% y el 15,25% del capital, acuerdo al que se han opuesto Cesla y Mancor, que controlan cerca del 20% de la compañía. Consideran que debería haberse recurrido a otras vías, como una ampliación de capital o el mercado de renta fija, donde, precisamente, los bonos de El Corte Inglés están demostrando tener demanda.

Ceslar y Mancor, propietarios del 20% del capital de El Corte Inglés, se oponen a la entrada del socio catarí, pacto que se tratará echar para atrás en los tribunales

Ceslar, controlada por la familia Areces Galán, marcó ayer un hito en la historia de la compañía al denunciar públicamente esta operación, contra la que prevé tomar acciones legales dirigidas a lograr su reversión y a aclarar quién está detrás de la sociedad, con sede en Singapur, que ha cobrado una comisión de 17 millones de euros por intermediar en este pacto.

A pesar de esta guerra abierta en el accionariado del grupo, y del deseo de echar para atrás una operación de 1.000 millones de euros, con las implicaciones que ello tendría en las finanzas de El Corte Inglés, que cuenta con esta inyección para seguir acomodando su situación financiera, los inversores se muestran tranquilos. Al menos, por el momento.

Por el momento, parece que la sangre no ha llegado al río de los mercados. Las aguas revueltas en las que navega actualmente el accionariado de El Corte Inglés, debido a la oposición de dos accionistas de referencia, Grupo Ceslar y Corporación Mancor, a la entrada de un inversor catarí ha desatado un huracán interno y mediático cuyas consecuencias, al menos por el momento, parecen inocuas para los inversores.

Inversores Irlanda Dimas Gimeno
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