Slim se quita la careta con Realia y pone contra las cuerdas a la CNMV
Tras tomar el control efectivo de FCC sin lanzar una opa, el mexicano ha puesto a su mano derecha en Portland y ha lanzado una opa en Realia que deja atrapados a los minoritarios
Triple mortal para Carlos Slim. Y triple mortal para la CNMV, el regulador de la bolsa española o, como les gusta decir a los anglosajones, el perro guardián (watchdog), aunque sin especificar si se trata de un dóberman o de un yorkshire. El mexicano se quitó ayer definitivamente la careta cuando anunció un acuerdo con Bankia para comprarle su 24,9% de Realia a través de Inmobiliaria Carso, con el compromiso de lanzar posteriormente una opa sobre toda la sociedad, ya que una máxima que está intentando respetar la entidad en todas sus desinversiones sobre cotizadas es que todos los minoritarios se beneficien de sus mismas ventajas.
El problema es que, en esta operación, los minoritarios han vuelto a quedarse atrapados a pesar de sus esfuerzos, porque fue la propia FCC, sociedad que tiene a Slim como primer accionista desde el pasado diciembre, la que animó la cotización al anunciar que había decidido romper con su plan estratégico y no vender Realia.
De hecho, desde que Slim irrumpió en FCC en diciembre y empezó a filtrarse su rechazo a la opa ya en marcha de Hispania, el valor se ha disparado un 70%, al pasar de los 0,51 en que cerró el pasado ejercicio a los 0,86 euros en que concluyó ayer la sesión, antes de conocerse las intenciones del azteca.
Aquí empiezan a multiplicarse los problemas para la CNMV, que se enfrenta ya no sólo a un quiebro de la ley de opas en FCC, ya que Slim está demostrando tener el control efectivo de la constructora a pesar de haber comprado sólo un 25,6%, sino también a una posición de ventaja en otras dos cotizadas, Portland y Realia, derivada precisamente de la posición de control que tiene en la matriz.
La última semana es especialmente ilustrativa. Después de conseguir cambiar el consejo de FCC sin que la CNMV haya denunciado un cambio de control ni una situación de concierto con el segundo accionista, la familia Koplowitz (motivos de opa), el jueves Slim nombró a su mano derecha, Gerardo Kuri Kaufmann, nuevo consejero delegado de Portland y dejó vancate la presidencia, sillón para el cual la compañía tenía buscado un relevo.
Dos días después, el sábado, el grupo de infraestructuras anunció el nombramiento de Miguel Martínez Parra como nuevo director general de Administración y Finanzas, cargo desde el que garantiza a Slim ya no sólo el control de la caja, sino que son muchas las voces que aseguran que se trata del auténtico mando en la sombra.
Pero el doble mortal llegó el miércoles, al anunciar que a través de su propia inmobiliaria iba a lanzar una contraopa en Realia. Aquí sí, el azteca ha lanzado una oferta sobre toda la empresa a pesar de que podría haber comprado sólo la participación de Bankia, que está obligada a vender, y haber repetido la jugada de FCC, opción a la que la entidad nunca ha estado abierta, porque siempre intenta vender con opas para dar la misma ventaja al minoritario.
Suma y sigue, porque tanto el consejo de Realia como el de FCC también tendrán que quitarse ahora la careta ante los minoritarios de la inmobiliaria. Por una parte, porque aunque los 0,58 euros de Slim son un 18% superiores a los 0,49 euros de Hispania, son casi un 50% inferiores al precio de cotización, donde el valor se ha disparado precisamente al calor de la irrupción de Slim.
Y aquí llega otro movimiento interesante de la última semana. El viernes, junto al movimiento de Portland, el mexicano también colocó a Kuri Kaufmann en el consejo de Realia, el mismo órgano de administración que ahora se enfrenta a una guerra de opas protagonizada por ellos mismos.
Con estas cartas sobre la mesa, y a la espera de posibles mejoras de precio de Hispania, el consejo de Realia, y con él los representantes de FCC, deberá poner negro sobre blanco cuál es su valoración de la empresa. Porque, también en la última semana, con motivo de la presentación de resultados del año 2014, la propia Realia ha concedido a sus activos un valor de liquidación neto (NNAV) de 449 millones, equivalente a 1,46 euros por acción. Ahora toca justificar importes mucho más bajos que, fuera de los focos, siempre se han rechazado.
Y a la CNMV le toca analizar si, realmente, con la compra del 25,6% se puede tomar el control efectivo de tres cotizadas, cambiar el plan estratégico, cambiar los consejeros delegados, cambiar los puestos directivos clave y suspender un proceso de venta con una opa en marcha para terminar pactando con tu antiguo socio y decir que no se están haciendo un quiebra a la normativa.
"El problema de la Ley de Opas es que está hecha para que nadie lance opas", dice un viejo alto cargo del organismo supervisor. Y razón no le falta, porque aunque su máxima es que se debe presentar una oferta sobre el 100% cuando se toma el control de la sociedad, abre la puerta a la picaresca al afirmar que se entiende por tener el control cuando se posee más del 30%, ya sea sólo o en concierto, o se nombra a la mitad del consejo. Y aquí, por el momento, parace que el watchdog no ve nada raro... y por tanto, que Slim no controla FCC, ni Portland, ni Realia. Aunque al menos, a esta última, sí que le ha terminado lanzando opa, pero porque así lo ha exigido Bankia.
Triple mortal para Carlos Slim. Y triple mortal para la CNMV, el regulador de la bolsa española o, como les gusta decir a los anglosajones, el perro guardián (watchdog), aunque sin especificar si se trata de un dóberman o de un yorkshire. El mexicano se quitó ayer definitivamente la careta cuando anunció un acuerdo con Bankia para comprarle su 24,9% de Realia a través de Inmobiliaria Carso, con el compromiso de lanzar posteriormente una opa sobre toda la sociedad, ya que una máxima que está intentando respetar la entidad en todas sus desinversiones sobre cotizadas es que todos los minoritarios se beneficien de sus mismas ventajas.