Beltrán de la Lastra aterriza en Bestinver sin intención de 'volverse loco' con los cambios

Jornada de presentación en sociedad. Tres días después de instalarse en la oficina madrileña de Juan de Mena, el nuevo responsable de Bestinver cumplió la protocolaria cita de puertas abiertas. Beltrán de la Lastra cumplió primero en la presentación ante analistas de los resultados trimestrales de Acciona, propietario de la gestora, donde acaparó todo el protagonismo, y luego dobló turno para atender a los medios, en riguroso vis a vis, y formalizar así su aterrizaje oficial. Aun así, su verdadero debut al frente de la firma tuvo lugar el pasado martes a través de una carta dirigida a los inversores.

Como expuso muy claro en su presentación, el nuevo director de inversiones de Bestinver transmite la imagen de tipo prudente, como puede inferirse también observando su trayectoria. Antes de iniciar esta nueva etapa, De la Lastra llevaba los últimos 18 años viviendo (casado y con tres hijas) y trabajando en Londres, siempre bajo la marca de JP Morgan, la entidad que le dio su primera oportunidad recién licenciado. Y allí habría seguido de no ser por la oferta que los Entrecanales llevaron a su puerta para continuar con la obra construida por el gurú Francisco Paramés a lo largo de 25 años.

En lo que a su nuevo rol respecta, el responsable de Bestinver tiene claro que llega a un sitio consolidado y reconocido, por lo que evitará “el riesgo de volverse loco” y hacer grandes cambios. De hecho, ese fue el principal mensaje de su carta a los inversores: “Las carteras actuales, construidas por el anterior equipo gestor, mantienen un potencial de revalorización atractivo por lo que no sorprenderá que nuestras decisiones de inversión estén encaminadas a ofrecer continuidad a los clientes de Bestinver”. Es decir, habrá modificaciones en las posiciones de la cartera, pero sólo descartará por completo algunos valores.

De la Lastra hace ver que no está hecho de la misma pasta que Paramés, aunque su modelo de gestión también sea value. En ese sentido, su discurso desprende algo más de pragmatismo que el catón austriaco de su antecesor. “No tengo la presión de transformar Bestinver, pero tengo claro que debemos aprovechar nuestro trabajo de análisis fundamental para cubrir otro tipo de activos (renta fija)”. La clave del éxito, en su opinión, pasa por “hacer y explicar bien las cosas”, que no venderlas bien, un reto al que se llega alineando los riesgos de las carteras con los retornos esperados a largo plazo.

Este discurso tranquilo y mesurado choca frontalmente con el entorno de presión que va a tener que soportar del mercado por las expectativas generadas con su llegada a Bestinver. Sabe que habrá comparaciones, siempre odiosas. A pesar de ello, ha procurado vivir ajeno a todo lo publicado sobre su llegada y la salida de Paramés, aunque reconoce que alguna información llegó a incomodarle. O sea, aunque rehúye el papel de estrella, también tiene su prurito profesional, sobre todo en un sector donde todos los meses el performance de las carteras pone a cada gestor en su sitio.

La sombra de Paramés es muy alargada, aunque sólo será cuestión de tiempo “para ganar credibilidad”. De momento, De la Lastra recoge el testigo con un 25% menos de patrimonio bajo gestión, incluidas las salidas de algunos vips como Abelló y Koplowitz, pero convencido de que el proyecto “ofrece más visibilidad ahora que antes”. Este motivo ha permitido su primer fichaje de campanillas para renovar a los antiguos gestores (Álvaro Guzmán y Fernando Bernad) y sumar al equipo a Ricardo Cañete, procedente de Mutuactivos, nuevo responsable de la cartera de renta variable ibérica. Y no será el último.