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La AEB pide árnica a la CNMV para que suavice la circular de 'productos complejos'
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'cocos', deuda estructurada, 'swaps' o derivados

La AEB pide árnica a la CNMV para que suavice la circular de 'productos complejos'

La gran banca no quiere que la CNMV imponga una advertencia estandarizada para alertar sobre el peligro de los 'productos especialmente compelejos'

Foto: José María Roldán (centro) (Efe)
José María Roldán (centro) (Efe)

La maquinaria jurídica de la Asociación Española de Banca (AEB) se ha puesto en marcha en una operación manejada con todas las reservas pero que está destinada a frenar como sea la circular anunciada por la CNMV para clasificar los instrumentos financieros e identificar los denominados productos “especialmente complejos”. Los grandes bancos no están por la labor de modificar toda su literatura comercial de una manera generalizada y solicitan que las advertencias exigidas por el regulador se hagan de una forma individualizada con cada uno de los clientes y sólo cuando sea estrictamente necesario.

La entidad que preside Elvira Rodríguez decidió a principios de septiembre que iba siendo hora de llamar a las cosas por su nombre en el proceloso y cada vez más sofisticado sistema financiero. La experiencia nefasta de las participaciones preferentes, aparte de otras múltiples reclamaciones que recibe la CNMV, movieron el celo supervisor del organismo encargado de velar por el buen funcionamiento bursátil. La consecuencia ha sido la puesta en marcha de un mecanismo de semáforos o ‘banderas de playa’ para avisar con una simple escala de colores acerca de los peligros que comportan las ofertas en el mercado bancario.

Precisamente en atención a este mercado retail, la CNMV ha aprovechado la ocasión para crear una categoría de productos ‘especialmente complejos’ que se ha convertido en el gran elemento de fricción y discordia con la gran banca. La Comisión de Valores se ha mostrado esta vez muy explícita a la hora de definir los instrumentos que están incluidos en este cajón de sastre y ha mencionado expresamente algunas de las iniciativas que están causando furor en la nueva era bancaria. Los célebres ‘CoCos’ (contingentes convertibles), la deuda estructurada, los swaps y los derivados OTC han sido catalogados como productos muy peligrosos para los inversores minoristas.

Mayores facultades de control para la CNMV

El regulador no quiere ni media fisura con este tipo de instrumentos financieros, y para ello se propone elevar las barreras de control mediante una nueva circular que está siendo consensuada con la AEB pero que, en principio, tendría carácter vinculante para las entidades de crédito. Dicha disposición vendría habilitada por la ley del Mercado de Valores en su actualización de noviembre de 2012, cuyo artículo 79 bis faculta a la CNMV para requerir la inclusión de todo tipo de advertencias en la comercialización de los productos que puedan ser adquiridos por particulares.

La futura circular de la Comisión de Valores no tiene desperdicio, cuando menos en su enunciado original, que incluye una leyenda generalizada para que todos los bancos avisen de que los citados productos “no son adecuados para los inversores no profesionales”. Es más, las entidades tendrán que incluir en el prospecto una indicación concreta, señalando que son instrumentos especialmente complejos y no recomendados por la propia CNMV. En el mejor de los casos, el cliente tendría también que firmar su consentimiento de compra admitiendo haber sido consciente de la advertencia del banco.

El carácter generalizado de esta contraindicación es lo que ha motivado la reacción airada de las principales entidades del país, que ven cercenado su margen de maniobra comercial y su estrategia global de ventas en las oficinas bancarias. La circular supone una revolución de procedimientos que han sido moneda de uso común en las relaciones de la banca con sus clientes del tramo minorista. El problema reside en que dicha moneda se ha demostrado falsa en diversas ocasiones y ahora se necesita una purga que devuelva la confianza al mercado. La CNMV tiene la sartén por el mango y, por lo visto, está dispuesta a utilizarla con todas las consecuencias.

La maquinaria jurídica de la Asociación Española de Banca (AEB) se ha puesto en marcha en una operación manejada con todas las reservas pero que está destinada a frenar como sea la circular anunciada por la CNMV para clasificar los instrumentos financieros e identificar los denominados productos “especialmente complejos”. Los grandes bancos no están por la labor de modificar toda su literatura comercial de una manera generalizada y solicitan que las advertencias exigidas por el regulador se hagan de una forma individualizada con cada uno de los clientes y sólo cuando sea estrictamente necesario.

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