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'Juego de tronos' en las torres negras para hacerse con el poder de La Caixa
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FAINÉ RECOMPENSA A SUS ALIADOS TRAS RELEVAR A NIN

'Juego de tronos' en las torres negras para hacerse con el poder de La Caixa

La salida de Juan María Nin de La Caixa es el final de una larga batalla soterrada con el presidente, Isidre Fainé, que era un secreto a voces en Barcelona

Pinche en la imagen para ver el vídeo con los cambios en La Caixa

La salida de Juan María Nin como número dos de La Caixa es el final de una larga y soterrada batalla con Isidre Fainé, un secreto a voces que se negaba siempre desde las torres negras de la Diagonal. Al final, la victoria ha sido para el presidente, que ha sustituido al primer ejecutivo bancario por su delfín, Gonzalo Gortázar, la estrella emergente de la entidad. El actual desenlace es la última de una serie de guerras intestinas al más puro estilo de Juego de tronos que se remonta años atrás y en las que Fainé siempre ha salido victorioso, con la aquiescencia de respectivos Gobiernos que le han permitido acumular un poder absoluto de la tercera entidad española.

Esta serie de enfretamientos entre distintas casas por el poder se inició con el destronamiento del último gran 'rey' de La Caixa, Josep Vilarasau, en diciembre de 2002. Formalmente, la presidencia fue para Ricard Fornesa, pero la verdadera batalla estalló entre sus dos directores generales: Fainé y Antoni Brufau, el primer gran rival de nuestro Tywin Lannister catalán. El entonces conseller de Economía de la Generalitat, un tal Artur Mas, obligó a deshacer la bicefalia. El vencedor fue Fainé, mientras el derrotado recibió la compensación dorada –hablamos de una lucha de caballeros, no de una guerra sangrienta– de la presidencia de Repsol, en la que todavía se mantiene pese a los innumerables intentos de sustituirle.

La segunda gran guerra de esta canción de hielo y fuego financiera estalló en junio de 2007, cuando Fainé sucedió a Fornesa en la presidencia, un salto que le obligó a nombrar un director general. La batalla se libra entre sus tres directores generales adjuntos, sus generales de confianza: Tomás Muniesa, Antoni Massanell y Marcelino Armenter. Pero Fainé da el mayor golpe de efecto en la historia centenaria de la entidad al contratar a alguien que no es de la casa para ocupar el puesto de primer ejecutivo: Juan María Nin, entonces consejero delegado del Sabadell, quien ve la oportunidad de su vida de pasar de la segunda división en que juega entonces el banco de Josep Oliu a la primera. Un fichaje que se anuncia como mucho más que un director general: "Siempre he tenido claro que mi sustituto tenía que ser él", aseguró Fainé.

Pero como sabe todo el que participa en el juego de tronos, no se deben dejar agraviados que puedan convertirse en enemigos futuros. Así que Fainé trata de contentar a los tres derrotados con distintas responsabilidades dentro de la entidad, donde cabe todo el mundo; Muniesa dirigirá la rama aseguradora, Massanell queda como número dos del área bancaria (lo que posteriormente será CaixaBank) y consejero de Telefónica; y Armenter pasa a dirigir el banco Herrero en Asturias. Tras la venta de este, curiosamente al Sabadell, le busca distintos acomodos hasta que lo nombra presidente de la última adquisición de la entidad, Banco de Valencia. Los tres son también directores generales adjuntos de La Caixa.

El poder de Nin asusta a Fainé

Pero pronto queda claro que Nin no está dispuesto a ser un mero peón a las órdenes de Fainé, sino que quiere dar su impronta a la entidad, para lo que se trae a su mano derecha en el Sabadell, Juan Antonio Alcaraz, que ejerce un férreo control de la red como director general de negocio. El ejecutivo, que también pasa a consejero delegado cuando el negocio bancario se traspasa a CaixaBank, empieza a acumular un poder cada vez más grande y eso despierta primero el recelo de la vieja guardia de corps de Fainé y, finalmente, del propio presidente. Empieza a abrirse una brecha de desconfianza entre ambos sólo comparable a la que dividió a Francisco González y José Ignacio Goirigolzarri en el BBVA y que acabó con la salida del actual presidente de Bankia. Ya se sabe, el príncipe quiere ser rey antes de tiempo y el rey quiere serlo hasta la muerte.

El desencuentro empezó a exhibirse en público, como durante la reunión del FMI de octubre del año pasado en Washington, cuando ni siquiera se sentaban juntos a desayunar delante del resto de primeros espadas de la banca española. Y explica la dura pelea de Fainé con Luis de Guindos para que la Ley de Cajas permitiera la compatibilización de la presidencia de la nueva fundación en que debía convertirse La Caixa con la del banco (CaixaBank). Lo lógico habría sido que él (que cumplirá 72 años dentro de 10 días) se hubiera retirado a la fundación y que hubiera dejado el banco en manos de Nin. Pero la desconfianza en su número dos le hace pelear a brazo partido para conseguir esa compatibilidad durante dos años, lo que lleva a que todo el mundo conozca esta norma como la 'enmienda Fainé', a semejanza de aquella 'enmienda Florentino'.

El ascenso de la nueva generación

Mientras tanto, también emerge una nueva generación de guerreros más jóvenes que pueden constituir otra amenaza para el trono de La Caixa. El líder de este nuevo ejército es Gonzalo Gortázar, de 48 años, cuyo potencial es inmediatamente advertido por el viejo zorro de Fainé. Con gran visión, lo atrae a su bando, lo asciende a director financiero y lo empieza a preparar para ser su delfín. Incluso empieza a ningunear a Nin cuando lo manda a representar a CaixaBank a encuentros internacionales del sector a los que asisten los consejeros delegados de los demás bancos, lo cual, como es lógico, eleva el enfado del consejero delegado y desata los rumores en el mundillo. Es cierto que Gortázar tiene un enorme hándicap: no es catalán, sino vasco. Pero si ya puso un número dos que no era de la casa, ¿por qué no nombrar ahora un no catalán, con el simbolismo que eso tendría en pleno desafío soberanista?

Así, quedaba fijado el tablero para la batalla definitiva por el trono. Y Fainé, una vez conseguido su propósito en la ley de cajas de la mano de un Gobierno que, al igual que el anterior, no le niega nada, lanzó otro de sus golpes más audaces: la semana pasada, al elegir el patronato de la nueva fundación, en vez de nombrar número dos a Nin, entrega ese cargo a Jaume Giró –director de comunicación captado de Repsol a su antiguo enemigo Brufau–, también integrante del nuevo ejército de la generación de Gortázar. Según cuentan, los bramidos de Nin se oyeron hasta en el campo del Espanyol.

Una rendición honorable

El consejero delegado se dio cuenta de que ya tenía la batalla perdida y pactó una rendición honorable, porque no está dispuesto a aguantar más en esa situación. Eso es lo que precipita los acontecimientos y fuerza la sucesión en el consejo de ayer lunes, donde Gortázar por fin asciende a los altares a mayor gloria de su mentor Fainé. Y eso que el momento no puede ser más comprometido, en plena puja de La Caixa por Catalunya Banc y Barclays, y con los test de estrés a la vuelta del verano.

Para que todo duela un poco menos, Fainé, como los Lannister, siempre paga sus deudas, de manera que ha ofrecido a Nin unas condiciones honrosas que facilitaran la salida: secretaria, chófer, tres consejos (Repsol, Gas natural y el austriaco Erste Bank) y una indemnización de 5 millones de euros. No obstante, todo el mundo le augura un futuro de mayor altura fuera de La Caixa cuando termine el obligado periodo de incompatibilidades con cualquier competidor. De rebote, también ha saldado cuentas con los tres de la vieja guardia, nombrando a Massanell vicepresidente con responsabilidad sobre las áreas inmobiliaria e internacional.

Así pues, Fainé consolida su victoria en el juego de tronos de La Caixa. Su poder es absoluto en una entidad que ha afianzado su liderazgo en España tras absorber a Banca Cívica y Banco de Valencia, aunque con el agujero de Galicia tras el fiasco en la puja por NCG Banco. Y si se hace con Barclays y Catalunya Banc, ese liderazgo será casi insultante. Un banco impresionante que legar a sus herederos cuando no le quede más remedio que retirarse. Y a buen seguro que entonces viviremos una nueva guerra. Siempre habrá un libro más. Y ya se sabe: en el juego de tronos, o ganas o mueres.

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