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Turismo inmobiliario, salvavidas de Madrid
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DESTINO DE MODA ENTRE LOS INVERSORES

Turismo inmobiliario, salvavidas de Madrid

Madrid ha vuelto a posicionarse en el radar internacional, a pesar del deterioro acumulado tras años de mediocridad institucional

Foto: Las cuatro torres de Madrid. (Reuters)
Las cuatro torres de Madrid. (Reuters)

Madridha vuelto al radar internacional por la puerta de atrás. A pesar del deterioro acumulado tras años de mediocridad institucional, la capital española se ha convertido en escala obligada. El interés folclórico (El Prado,Santiago BernabéuoLas Ventas) ha dejado paso al más crematístico.La liquidación de las joyas inmobiliarias del paísse ha convertido en un fenómeno universal que atrae a millonarios, fondos de inversión o simples oportunistas, deseosos de pasearse por las principales arterias madrileñas y contemplar cómo son las gangas que ofrece un mercado de saldo. Ningún capital extranjero quiere perder la oportunidad de visitar la azotea de algún rascacielos con la promesa de invertir algunos cientos de millones.

Aunque el dinero ha llegado a la capital, muy pocas veces se ha decidido a comprar algo. Tanta visita infructuosa ha derivado en cierto hartazgo de los propietarios, es decir, de las entidades financieras, auténticos amos del nuevomonopolyinmobiliario que se dibuja en Madrid y en el resto del país. “No te molestes, no estamos enseñándolo más”. Esta semana, eltrajín informativo sobre la venta delEdificio España, propiedad delBanco Santander, ejemplifica a la perfección el estado febril del mercado. La visita del multimillonario chinoWang Jialinal rascacielos madrileño para valorar su adquisición, aprovechando su paso por la capital, provocó el entusiasmo institucional de Ayuntamiento y Comunidad.

El interés del hombre más rico de China es poco original. Antes que él, otro medio centenar de inversores llamó a la puerta deEmilio Botínpara visitar el Edificio España durante el último año y medio. Por el emblemático inmueble de los años 50 han pasado millonarios mexicanos, brasileños, venezolanos, asiáticos, israelíes… y fondos de inversión comoNorges,gestor de las pensiones de Noruega, que también ha visitado la capital para estudiar las oportunidades inmobiliarias que se levantan alo largo de los ejes del Paseo de la Castellana y de la Gran Vía. Todos, salvo honrosas excepciones, vuelven a sus cuarteles generales convencidos de la oportunidad, pero despistados por las singularidades locales.

Vista del Edificio España desde la plaza de España. [Luis García (Zaqarbal), Wikimedia]Después del fiasco deEurovegas, la ilusoria ciudad del juego que implicaba el desarrollo inmobiliario de una gran reserva de suelo enAlcorcón, las autoridades locales están ansiosas por aflorar nuevos proyectos que les permitan dinamizar el sector inmobiliario como motor económico y, por ende, traducir estas iniciativas en algún tipo de rédito electoral. Sólo esta urgencia electoral puede explicar eldeseo fervoroso del presidente madrileñoIgnacio Gonzálezpor colocar el Edificio España al rey de los centros comerciales en China, igual que la alcaldesaAna Botellaaccedió a transigir con las exigencias urbanísticas planteadas por el empresarioJuan Miguel Villar Mirparatransformar el complejo histórico deCanalejas.

Por distintos motivos, propios y ajenos, España lleva meses de moda. Somos el destino favorito para los inversores en búsqueda de oportunidades. Nuestra escasa madurez como mercado inmobiliario, sólo hemos atravesado dos crisis desde la llegada de la democracia, ha provocado ajustes quehan aprovechado los inversores extranjeros para tomar posiciones en nuestro mercado. Entre los locales, sólo gigantes comoAmancio Ortegase han atrevido a comprar ladrillo en plena crisis (Torre Picasso), aunque poco a poco otros millonarios comoJuan AbellóoMario Losantosparecen dispuestos a invertir de vuelta en España. El miedo y la inexperiencia, no la falta de dinero, dejaron yermo el sector durante años.

Madridha vuelto al radar internacional por la puerta de atrás. A pesar del deterioro acumulado tras años de mediocridad institucional, la capital española se ha convertido en escala obligada. El interés folclórico (El Prado,Santiago BernabéuoLas Ventas) ha dejado paso al más crematístico.La liquidación de las joyas inmobiliarias del paísse ha convertido en un fenómeno universal que atrae a millonarios, fondos de inversión o simples oportunistas, deseosos de pasearse por las principales arterias madrileñas y contemplar cómo son las gangas que ofrece un mercado de saldo. Ningún capital extranjero quiere perder la oportunidad de visitar la azotea de algún rascacielos con la promesa de invertir algunos cientos de millones.

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