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Feijóo impone la solución venezolana para mantener la galleguidad de NCG
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RAJOY CEDE ANTE LAS PRETENSIONES DE SU DELFÍN

Feijóo impone la solución venezolana para mantener la galleguidad de NCG

"Si Rajoy tiene que elegir entre hacer caso a Guindos o a Feijóo, ¿con quién se queda?". "A Feijóo con los ojos cerrados". Ayer se confirmó con la venta de NCG

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (d), y jefe del Ejecutivo gallego, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (d), y jefe del Ejecutivo gallego, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)

"Si Rajoy tiene que elegir entre hacer caso a Guindos o a Feijóo, ¿con quién se queda?", preguntaba hace tiempo un financiero metido en la subasta de NCG Banco (Novagalicia) pero poco fajado en las turbulencias de la política española. "A Feijóo, con los ojos cerrados", le contestaron en Galicia. Y así ha sido. Hace tiempo que el ministro de Economía dejó de oponerse a los deseos del presidente de la Xunta y candidato destacado a suceder al presidente del Gobierno, obsesionado con mantener la independencia y la "galleguidad" de NCG. La imagen de vender una caja nacionalizada a un inversor extranjero sería buena para la Marca España, pensó Guindos. Y ayer el gallego consumó su victoria con la adjudicación de NCG al venezolano Banesco, adelantada en exclusiva por El Confidencial.

El presidente gallego fue el muñidor de la fusión de Caixa Galicia (La Coruña) y Caixanova (Vigo) en 2010 cuando se plantearon las fusiones con ayudas del FROB como solución al hundimiento de las cajas españolas. Feijóo rechazó de plano cualquier operación con entidades de otras comunidades (hubo un proyecto muy avanzado entre Caixa Galicia, Caja Madrid y CAM) para mantener todo el poder sobre las gallegas. La operación, bendecida por un informe de KPMG y ayudada con 1.162 millones, resultó un desastre dada la situación crítica de las dos cajas: tuvo que ser nacionalizada en septiembre de 2011 con otra inyección de 2.465 millones, una cifra que seguía muy lejos del agujero de la entidad, que tuvo que ser cubierto con otros 5.425 millones del rescate europeo en 2012. En total, 8.981 millones.

Aun así, Feijóo se empecinó en mantener una entidad independiente y "gallega" aunque fuera con dinero de todos los españoles, máxime tras la venta del Pastor al Popular. Así lo prometió en las elecciones autonómicas de octubre del año pasado. Desde entonces, ha maniobrado para buscar una solución que le permitiera salirse con la suya, con la inestimable colaboración del presidente de la entidad, José María Castellano (exconsejero delegado de Inditex), que no ha dudado en enfrentarse al mismo FROB que lo nombró para conseguirlo. Después de fracasar en atraer inversores privados (sólo consiguió 70 de los 1.000 millones que prometió) y de que no se le aceptara dar EPA (garantías sobre pérdidas futuras) a una serie de fondos 'amigos', se ha volcado en que la subasta fuera ganada por un candidato que cumpliera sus condiciones.

Por ello, la obsesión de Feijóo era evitar que un banco español absorbiera "su" caja. Eso conllevaría su absorción y, por tanto, la pérdida de la independencia, amén de la desaparición de los servicios centrales, el cierre de numerosas oficinas y, lo más importante, el cambio de sede fiscal. El enemigo público número uno de Galicia pasó a ser Isidre Fainé, el presidente de La Caixa y el banquero más interesado en NCG porque la entidad catalana tiene una importante laguna en esa comunidad autónoma. Los medios afines a la Xunta han desplegado una durísima campaña en contra de La Caixa, y las promesas de Fainé de mantener la marca y la sede no sirvieron de nada.

Cambio de Guggenheim por Banesco

Eso sí, para salirse con la suya, Feijóo ha tenido que cambiar de caballo a mitad de la carrera. Su apuesta inicial era el fondo norteamericano Guggenheim, un nombre con enorme glamour para impulsar la Marca España y uno de los inversores internacionales más reputados. Pero el Banco de España torció el gesto: no quería un fondo gestionando un banco. No tenía capital, ni expertise y su único objetivo era darle el pase cuanto antes para ganar dinero. Feijóo presionó para que se le aceptara y, a cambio, que el supervisor pusiera todas las condiciones que quisiera: oferta por la totalidad del banco (Guggenheim pretendía pujar sólo por el 51%), mantenimiento del empleo y un depósito de 800 millones para cubrir posibles déficits de capital futuros. El fondo los cumplió religiosamente. Pero en Cibeles seguían sin estar convencidos.

El presidente de Banesco, Juan Carlos Escotet. (EFE)Así que Feijóo tuvo que buscarse otro candidato que le permitiera cumplir su objetivo: Banesco. El grupo venezolano de Juan Carlos Escotet había comprado el minúsculo Banco Etcheverría, precisamente a NCG, y esta era su gran oportunidad de tener una posición relevante en España. Tenían la ventaja de que ya eran un banco, luego no tenían que poner el depósito de los fondos, y el Banco de España ya lo tenía supervisado. A cambio de su apoyo, la Xunta le exigió cumplir esos objetivos de independencia y galleguidad, y, por supuesto, hacer una oferta muy competitiva (temeraria, según sus rivales). Escotet se avino a esas condiciones y ayer se alzaba con la victoria.

Enormes incógnitas

Esta decisión tan influida por criterios políticos deja muchas dudas en el aire. Para empezar, dar entrada a una entidad venezolana en el sistema financiero español es cuando menos arriesgado por el peligro de ser nacionalizada por el régimen de Nicolás Maduro, aunque Banesco insiste en que su sede está en Madrid y que una eventual expropiación de su negocio en Venezuela no afectaría a su capital ni a NCG. También está el problema de que el tamaño de Banesco es aproximadamente la mitad del de NCG, lo cual dificulta que pueda rescatarlo en caso de nuevos problemas. Además, una oferta tan agresiva puede poner en peligro su propia viabilidad si las cosas salen mal.

Pero nada de esto ha importado a la hora de tomar la decisión. El Gobierno puede presumir de que, por fin, alguien paga dinero por una entidad nacionalizada (1.000 millones, aunque con importantes garantías) y de que los inversores extranjeros están como locos por entrar en España, puesto que esta operación se suma a la entrada de inversores latinoamericanos en Sabadell y Popular. Y, sobre todo, Feijóo se sale con la suya, que era lo que importaba.

"Si Rajoy tiene que elegir entre hacer caso a Guindos o a Feijóo, ¿con quién se queda?", preguntaba hace tiempo un financiero metido en la subasta de NCG Banco (Novagalicia) pero poco fajado en las turbulencias de la política española. "A Feijóo, con los ojos cerrados", le contestaron en Galicia. Y así ha sido. Hace tiempo que el ministro de Economía dejó de oponerse a los deseos del presidente de la Xunta y candidato destacado a suceder al presidente del Gobierno, obsesionado con mantener la independencia y la "galleguidad" de NCG. La imagen de vender una caja nacionalizada a un inversor extranjero sería buena para la Marca España, pensó Guindos. Y ayer el gallego consumó su victoria con la adjudicación de NCG al venezolano Banesco, adelantada en exclusiva por El Confidencial.

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