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Lafuente vs Lorenzo: combate 'socialista' por un hueco en la futura CNMC
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LOS PRESIDENTES DE LA CNE Y DE LA CMT VELAN ARMAS

Lafuente vs Lorenzo: combate 'socialista' por un hueco en la futura CNMC

Los jefes socialistas de la CNE y la CMT pugnan por hacerse con un puesto en el consejo de administración del futuro regulador mayor del Reino

La puesta de largo de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) está generando un interesante toma y daca entre los dos presidentes que actualmente dirigen los más importantes organismos sectoriales de supervisión económica. La CNE, encargada del sistema energético, y la CMT, responsable del mercado de las telecomunicaciones, van a desaparecer dentro de muy pocas semanas pero sus respectivos jefes, ambos nombrados en la época de Zapatero, quieren pasar a ‘mejor vida’ como consejeros de postín en esta nueva entidad, llamada a convertirse en el regulador mayor del Reino.

Lafuente versus Lorenzo. Más o menos, éste podría ser el cartel del combate que, de manera callada y sigilosa, mantienen los dos pesos pesados que estos días consumen sus mandatos al frente de las respectivas comisiones en proceso de extinción. Entre los apostantes se mantiene como favorito el presidente de la CMT, Bernardo Lorenzo, candidato natural del PSOE después de los acuerdos previos que había alcanzado hace un par de meses el portavoz socialista, Valeriano Gómez, con el ministro de Economía, Luis de Guindos.

El pacto se sustentó sobre la base de repartir poderes dentro de la futura CNMC con la creación de dos salas encargadas respectivamente de velar por los sectores de energía y telecomunicaciones. De esta forma el Gobierno adaptó algunas de las imposiciones que exigía la comisaria europea, Neelie Kroes, al tiempo que facilitaba el respaldo de los grandes partidos del arco parlamentario, incluyendo a los nacionalistas del PNV y CiU. El consenso político se rubricó finalmente cuando el PP concedió generosamente que todos los servicios técnicos de la antigua CMT siguieran manteniendo su sede en Barcelona.

Rubalcaba interpretó esta solución como una victoria particular, teniendo en cuenta que fue el Gobierno socialista el que propició en 2004 el traslado a la Ciudad Condal dentro de un ejercicio de descentralización ciertamente oneroso para las arcas públicas pero que otorgó un importante rédito político al entonces ministro de Industria, José Montilla. El blindaje territorial de los supervisores de las ‘telecos’ ratifica ahora la decisión de hace ocho años y confiere, de entrada, una ventaja decisiva para que el actual presidente de la CMT pueda continuar su carrera en el futuro regulador único.

Pero el gozo de Bernardo Lorenzo puede acabar en el pozo de la ruptura con el Gobierno del Partido Popular que el líder socialista acaba de proclamar a raíz del caso Bárcenas. La prioridad ahora dentro del PSOE no es precisamente la CNMC, que ha quedado supeditada a la nueva estrategia de oposición a Rajoy. En definitiva, el PP puede verse abocado a nombrar hasta ocho consejeros de los diez que se sentarán en la futura comisión reguladora, dejando los dos restantes a los principales grupos nacionalistas del País Vasco y Cataluña.

El principio de una gran amistad entre los dos Albertos

Esta última opción es la que aporta mayor ‘chance’ al presidente de la CNE, Alberto Lafuente, designado para el cargo por el antiguo ministro de Industria, Miguel Sebastián, hace ahora dos años. Lafuente ha sabido adaptarse al cambio como el que más y ha sido uno de los que mejor ha entendido las urgencias de la reciente reforma energética impulsada por el secretario de Estado, Alberto Nadal. En medios del sector energético se asegura que entre ‘ambos Albertos’ ha surgido el principio de una gran amistad que podría prosperar de manera definitiva con Lafuente como vocal de excepción en la CNMC.

Si el Ministerio de Economía tiene que asumir la renuncia del PSOE lo más lógico es que el PP evite la aplicación de un rodillo que deje en evidencia la sagrada independencia de una institución tan poderosa como puede ser la CNMC. Lo mejor es enemigo de lo bueno y para eso la prudencia política aconseja nombrar dirigentes que aporten su experiencia y, a poder ser, sean deudos, o cuando menos agradecidos, del poder instituido.

El presidente de la CNE responde perfectamente a este doble perfil que, por otra parte, no satisface en ningún caso su colega de la CMT. Lorenzo tiene una vinculación demasiado descarada con los antiguos gobiernos socialistas donde ha ocupado altos cargos de máxima responsabilidad, habiendo sido incluso secretario de Estado de Telecomunicaciones.

La ley que regula la CNMC fue aprobada el 5 de junio y en la misma se establecía un plazo de dos meses para que el Consejo de Ministros acordase el Real Decreto que debe desarrollar el reglamento con los estatutos de la nueva entidad. Quedan pues dos semanas escasas para que el Gobierno cumpla el calendario previsto e inmediatamente después el ministro de Economía tiene que presentar al Congreso de los Diputados la lista con los nombres de los nuevos comisionados. De todos los beneficiarios, los únicos que parecen tener el puesto asegurado son los representantes del PNV y de CiU. En ambos casos los candidatos que más y mejor suenan proceden de la CNE. Una es la antigua vicelendakari, Idoia Zanarrutzabeitia, y el otro es el que fuera alcalde de L´Escala (Girona), Josep María Guinart.

La puesta de largo de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) está generando un interesante toma y daca entre los dos presidentes que actualmente dirigen los más importantes organismos sectoriales de supervisión económica. La CNE, encargada del sistema energético, y la CMT, responsable del mercado de las telecomunicaciones, van a desaparecer dentro de muy pocas semanas pero sus respectivos jefes, ambos nombrados en la época de Zapatero, quieren pasar a ‘mejor vida’ como consejeros de postín en esta nueva entidad, llamada a convertirse en el regulador mayor del Reino.

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