Los ingenieros olvidados que nos sacaron del apagón: "Mucha gente no sabe ni lo que es el sector del agua"
Cuando se fue la luz, el agua volvió a convertirse en clave. El suministro aguantó el tipo y las centrales hidroeléctricas levantaron el sistema eléctrico, pero ni con esas se consigue atraer talento a las presas
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Cuando el pasado lunes Jesús Mateos descubrió que todo el país se había apagado, pudo respirar algo más tranquilo que la mayoría de los que le rodeaban. Su móvil, como el del resto de españoles, echaba humo con mensajes de todo el que aún tenía conexión a internet. Así que optó por mandar un escueto mensaje tranquilizador a alguno de sus grupos de WhatsApp: "No os preocupéis, el embalse de El Atazar está lleno de agua". Horas después se sabría que la energía hidroeléctrica producida por presas como esta fue clave para poder reiniciar el sistema, liderando la producción en los momentos más críticos.
Mateos, un ingeniero madrileño de 33 años, es uno de los miles de profesionales que trabaja en el sector del agua en nuestro país. Un campo que en los últimos años no ha parado de ganar protagonismo con las distintas calamidades sufridas. Ha sido esencial en la crisis del apagón, lo fue más aún durante las inundaciones de este invierno, en los años que sufrimos la sequía y hasta jugaron un papel importante en la pandemia. Sin embargo, según denuncian, ni con esas han conseguido convertir este mundo en un entorno atractivo para el talento. Solo el 10% de todos los trabajadores del agua tienen menos de 35 años y sus empresas se las ven y se las desean para conseguir gente que trabaje en el sistema hidráulico.
"Es un campo que ha demostrado ser muy importante, pero que no ha sabido venderse bien hasta los últimos años. En ingeniería, por ejemplo, lo más común es que un joven estudie una rama del tipo mecánica o industrial pensando en trabajar en el sector del automóvil y acabé en energéticas como las fotovoltaicas. El agua ni se baraja", detalla Mateos, que además de trabajar en el Canal de Isabel II, la empresa que gestiona en el agua en la Comunidad de Madrid, es presidente de Young Water Professionals Spain (YWP), una red nacional de profesionales que intenta cambiar esa imagen del sector y atraer más talento a la gestión integral del agua. "Es difícil porque no hay estudios específicos para entrar en el sector y encima en otras ramas pueden ofrecer condiciones más competitivas. Pero bueno, poco a poco se va cambiando la inercia", añade.
La situación del sector del agua es solo el ejemplo más llamativo de una crisis de la que los profesionales técnicos llevan tiempo avisando. Falta talento o se está escapando. Según los datos publicados por el primer estudio del Observatorio de la Ingeniería de España, publicado en 2022, nuestro país necesitará en los próximos 10 años unos 200.000 ingenieros más, tanto para cubrir el relevo generacional como para satisfacer las nuevas demandas. El mayor problema para lograr ese objetivo, señalan, es la fuga de talento. Los salarios en nuestro país, si se comparan “con el entorno competitivo en el que se mueve la batalla por el talento a nivel global”, son “descorazonadores”.
Según los datos que ofrece ese mismo informe, el grueso de esos profesionales cobraba, en el momento en el que se hizo el estudio, entre 20.000 y 30.000 euros brutos anuales. Cerca del 60% de ingenieros están en esa horquilla, mientras que solo alrededor de un 20% está por encima de los 40.000. En cuanto a los cargos, cerca del 60% de los directivos generales están entre los 30.000 y los 40.000 euros al año. Llegar a los 100.000 es algo que ni siquiera consiguen muchos de los CEO.
El agua, además, juega con más hándicaps que otras ramas. La mayor parte del sector se mueve entre empresas públicas y compañías que dan servicio a estas instituciones, las llamadas subcontratas. ¿Qué implica eso? "Por un lado, hay muchos profesionales que opositan para hacerse un hueco dentro del sistema, consiguiendo un trabajo fijo y con buenas condiciones, pero que muchas veces se ve como algo estanco, menos dinámico, retador e innovador que el entorno privado. Por otro lado, está el asunto de las subcontratas, que se deben a unos pliegos poco flexibles y que hacen que sus ofertas no puedan ser tan competitivas como las de otras industrias", señala Mateos.
Otras fuentes del sector apuntalan estas tesis. Según contaban directivos del sector hídrico en el periódico Cinco Días en marzo de este año, la inversión pública en la infraestructura hídrica está bajo mínimos. “En los años previos a la crisis financiera, la inversión pública anual en el sector era de 3.000 millones de euros. Y hoy, no llega a la mitad”, señalaba Julián Núñez, presidente de la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras.
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No es el único dato alarmante. De lo comprometido para invertir entre 2022 y 2027 solo se ha ejecutado cerca de un 15%. Y la palma se la lleva la renovación de las redes de distribución de agua. "El ritmo de renovación de tuberías es tan lento que tardaríamos 400 años en modernizar la red", añadía Jesús Maza, presidente de la Asociación Española de Empresas Gestoras de Agua Urbana (DAQUAS).
Para Mateos, todos estos datos muestran por qué cuesta tanto atraer talento al sector. Si no se pueden ofrecer condiciones competitivas, los ingenieros, a los que les llegan ofertas de manera continuada por la falta de mano de obra cualificada, miran en otros entornos. "Se juntan muchas cosas. No es solo falta de inversión, también hay que pensar en lo poco que pagamos de factura de agua. Eso hace más difícil elevar los gastos de personal y otras inversiones. Lo bueno es que muchas empresas se han dado cuenta de que hay que salir a captar profesionales y que hay que competir. Tanto a nivel ingeniería como a nivel de formación profesional hay que generar atractivo, que no sea solo una cosa de que tienes gente a tu alrededor que lo conozca", añade.
¿Qué hacemos con las centrales hidráulicas?
Desde YWP esperan que lo ocurrido el pasado lunes sea una nueva ventana para poner en valor la importancia del sector. El suministro de agua potable, uno de los puntos críticos que recordaban todos los expertos en catástrofes (se recomienda llenar botellas e incluso bañeras para sortear los cortes), estuvo garantizado durante todo el periodo sin luz en casi todo el país. Pero además esa misma materia prima fue esencial para recuperar el servicio. Durante las horas más tensas del apagón, en la tarde noche del 28 de abril, la generación hidroeléctrica llegó a cubrir el 30% de la demanda, siendo la energía que más aportaba, por encima del ciclo combinado.
Sin embargo, la energía hidráulica, señalada por todos los expertos como fuente protagonista en la transición energética por ser limpia y a la vez poder funcionar como estabilizador al ser síncrona, no está lejos de la polémica. En los últimos años, sus centrales han vivido distintas batallas para ver qué se hace con ellas.
La más importante de estas batallas llegó hasta el Tribunal Supremo. El Gobierno ordenó en 2021 demoler 12 de las 21 centrales hidroeléctricas que acabaron su concesión en 2020 y de esa demolición debían encargarse las compañías que las explotaban: Endesa e Iberdrola. Esas eléctricas decidieron plantar cara al Ejecutivo para evitar cargar con los costes de los derrumbes de unas instalaciones que producen unos 15 MW. El Supremo tuvo que actuar el pasado diciembre para dar la razón al ente público. No se sabe si la batalla judicial ha acabado.
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Este es solo el último ejemplo, pero también hay otras grandes luchas. Grupos ecologistas llevan años pidiendo que se desmantelen muchas de estas centrales por el coste que tienen para el ecosistema respecto a la poca energía que producen y celebraron la decisión de retirar esas 12 en 2020. Además, se ha señalado a las empresas que las explotan por vaciar muchos de sus pantanos con la idea de producir energía barata y jugar con la marginalidad del sistema eléctrico. Estas prácticas acabaron, por ejemplo, con sanciones a Iberdrola en 2021.
Sin embargo, el Estado ha ido dando bandazos en este sentido, pues muchos de estos espacios los explotan entes públicos. El Canal de Isabel II es un buen ejemplo de ello. La compañía posee la mayor potencia instalada en generación de energía eléctrica de la Comunidad de Madrid, con 112,9 megavatios distribuidos en 78 instalaciones. Además, es el mayor productor eléctrico de su sector en Europa.
Mateos señala la importancia que pueden tener estos espacios en el futuro de la energía, con las centrales reversibles como uno de los lugares clave para el almacenamiento de energía renovable y cuya instalación ya se debate por toda España. Son centrales que aprovechan las horas en las que sobra energía para bombear agua a las partes altas con la idea de que esa agua pueda volcarse y mover las turbinas cuando falte potencia.
"Lo que creo que ya todos nos hemos ido dando cuenta es que el agua es un bien escaso y que debemos gestionar con máximo cuidado para poder garantizar nuestro futuro. Antes ni siquiera se pensaba que fuera un recurso delicado, ahora solo falta que este cambio en la mentalidad se vaya plasmando en la realidad que nos rodea", termina el ingeniero.
Cuando el pasado lunes Jesús Mateos descubrió que todo el país se había apagado, pudo respirar algo más tranquilo que la mayoría de los que le rodeaban. Su móvil, como el del resto de españoles, echaba humo con mensajes de todo el que aún tenía conexión a internet. Así que optó por mandar un escueto mensaje tranquilizador a alguno de sus grupos de WhatsApp: "No os preocupéis, el embalse de El Atazar está lleno de agua". Horas después se sabría que la energía hidroeléctrica producida por presas como esta fue clave para poder reiniciar el sistema, liderando la producción en los momentos más críticos.