Barcelona es cosa de tres: Ada Colau, Ernest Maragall y Jaume Collboni empatan

La alcaldía de Barcelona, la segunda ciudad de España y capital de Cataluña, está en el aire. No hay todavía un ganador claro. Con más del 95,3% escrutado, todo apunta a un empate técnico entre Ada Colau de Barcelona en Comú (BeC) y Ernest Maragall (ERC) con 10 escaños, mientras que Jaume Collboni (PSC) les sigue a ambos de cerca con 8. El escenario es similar al que vaticinaban los ‘trackings’ que se habían realizado durante toda la semana, que apuntaban a que la alcaldía sería necesariamente para uno de los dos. Pero ambos han de pactar si quieren el sillón de primer edil, para lo que Collboni se ha situado como hombre fuerte del Ayuntamiento.

La tercera posición será para el socialista Jaume Collboni, que mejora resultados y pasa de 4 a 8 concejales, seguido de Manuel Valls, de Ciudadanos, que pasa de 5 a 6. Junts per Catalunya pasa a su vez de 10 a 5, el PP de 3 a 2 y CUP, que en 2015 logró 3, se queda en blanco, al igual que Barcelona és Capital (BCAP), la candidatura apoyada por la ANC.

Se descarta así la circunstancia de que en el ayuntamiento barcelonés existiesen hasta cuatro fuerzas que se declaran abiertamente independentistas y que iban desde la extrema izquierda de la CUP hasta la derecha montaraz de JxCAT, aunque durante las últimas semanas esta candidatura se llegó a definir incluso como socialdemócrata.

En este escenario, el socialista se convierte en una pieza clave a la hora de formar gobierno. En principio, el propio Collboni había descartado pactar con un independentista. Por si fuera poco, la química entre Collboni y Maragall no es buena. Hay entre ambos un rechazo ideológico y viejas rencillas que no harán fácil un acuerdo. El alejamiento de ERC de los posicionamientos de la izquierda española no ayuda tampoco a allanar el camino. Y no hay que olvidar que los republicanos frustraron hace poco el nombramiento del líder del PSC, Miquel Iceta, como senador, lo que le impidió, a la postre, presidir la Cámara alta. Son acciones y estrategias que, poco a poco, han ido alimentando un rechazo mutuo entre dos partidos que llegaron a ser socios de gobierno municipal y socios de gobierno autonómico, pero que han llegado a una situación en la que no son más que cordiales enemigos.

Mandará un puñado de votos

Pero Maragall tiene quien le quiere. JxCAT no le negará sus votos para conquistar la importante plaza catalana. Lo han dicho por activa y por pasiva. Pero ambos suman tan solo 15 escaños, lo que les aleja del 50% del consistorio. Pero enfrente no tienen a un bloque homogéneo: Manuel Valls es refractario a que Colau siga. De hecho, Manuel Valls repitió en campaña hasta la saciedad que tiene dos grandes enemigos: el independentismo y el populismo de los comunes. Le tendrán al lado para votar en contra de Maragall, pero es más difícil que lo tengan al lado para votar a favor de Colau.

Ello deja al consistorio de la capital catalana en un estado de precariedad máxima: podría gobernar la lista que haya sacado más votos, aspecto en el que Maragall gana por la mínima. Y es muy posible que solo un puñado de sufragios sean los que decidan quién gobernará la segunda ciudad española durante los próximos 4 años.

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Es de destacar el importante aumento de la participación en estas elecciones. Es cierto que ha habido menos afluencia que en las elecciones generales del pasado mes de abril, pero el aumento respecto a las anteriores municipales, a las 6 de la tarde, había sido del 6%. Y si nos atenemos a las europeas, el aumento es espectacular: 15 puntos más e media tarde, respecto a los comicios del 2014.