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Al PP se le escurre el veraneo gallego: Miño y Sanxenxo cambian de manos
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el cambio político frustra el estío popular

Al PP se le escurre el veraneo gallego: Miño y Sanxenxo cambian de manos

Las elecciones municipales han dejado a la formación fuera de los ayuntamientos de los destinos de playa favoritos de Fraga y Rajoy, tradicionalmente bajo control 'popular'

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy,  acompañado por el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, visita las Rías Baixas en 2013. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acompañado por el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, visita las Rías Baixas en 2013. (EFE)

Al PP también se le ha escurrido el veraneo gallego en las urnas el 24M. Sanxenxo, en Pontevedra, y Miño, en la costa de A Coruña, las dos localidades que cada estío escogían Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno, y Manuel Fraga, sempiterno presidente de la Xunta y presidente fundador del PP, para sus vacacioneshan cambiado de manos después de décadas encadenando corporaciones de color azul.

Estos dos municipios en primera línea de playa ejemplifican, como pocos, el naufragio de una política urbanística de cemento masivo más propia del Levante que de la costa galaica que han endeudado sus Ayuntamientos hasta el límite de lo insoportable hipotecando el presupuesto de sus vecinos. El de Miño carga con una urbanización fantasmagórica (1.127 chalés y parcelas) con campo de golf añadido que Fadesa dejó a medio hacer y a medio vender antes de quebrar. El consistorio, que no exigió aval a la constructora, ledebe unos 25 millones de euros a los propietarios a los que expropió a precios irrisorios querecurrieron en los tribunales en un periplo que arrancó en 2002 y del que todavía no han visto ni un euro.

La costa de Sanxenxo, con un crecimiento explosivo en bloques de apartamentos y hoteles, tiene muchos inmuebles bajo la lupa judicial por irregularidades en su construcción, sentencias de demolición parcial por ejecutar y una veintena de imputaciones a cargos o excargos públicos por licencias dudosas pendientes de resolver.

En Miño, donde descansan los restos de Fraga no muy lejos del chalé familiar de Perbes y que fue objetivo de las bombas de los independentistas en 1988, el 13 de junio fue investido como alcalde un hombre que no pensaba serlo, entre otras cosas, porque sólo cosechó 234 votos de los 3.638 vecinos que votaron. El nuevo alcalde 'por sorpresa' es Ricardo Sánchez Oroza, de Compromiso por Galicia (CxG), formación nacida de una escisión del Bloque Nacionalista Galego y que el pasadojueves ya se desvinculó de su candidato en Miño, en cuanto este se negó a soltar el acta y anticipó que pactó con el PP para aferrarse al bastón de mando ya sin el paraguas de ninguna sigla. Este argentino afincado en Miño tonteó con varias siglas y pasó por el PSOE hasta que halló acomodo en CxG-Concellos Transparentes como número uno de la lista y entró en la corporación por los pelos con un 6% del voto. En sus primeras horas como regidor, a Sánchez lo tuvo que escoltar la Guardia Civil porque los vecinos, con cabreo monumental, lo abuchearon y le arrojaron monedas.

Su investidura, inesperada para todos menos para él, fue una jugada estratégica del PP para cerrar el paso al PSOE, que tenía los mismos concejales (6) pero más votos. La sorpresa fue mayúscula en el salón de plenos cuando los seis concejales de la derecha, que manda en Miño desde 1936 con distintos nombres, le dieron su voto a Sánchez para bloquear a los socialistas, que era la lista más votada. También fueron abucheados los seis ediles del PP, entre ellos el regidor saliente, Jesús Veiga, que entró al pleno con una sonrisa enigmática que era el preludio del as que se guardaba en la manga. No en vano su antecesor, el popular Juan Maceiras, alcalde durante una década, es un figura mundial del póquer.

Sanxenxo, la Marbella gallega a la que regresa Rajoy cada verano y alguna vez más como pontevedrés que es -últimamente acude a una casa rural de Ribadumia por razones de seguridad-, es otro gran ejemplo de cómo se enmaraña la política entre siglas y nombres propios.

Gonzalo Pita, independiente al frente de SAL (Sanxenxo Agrupación Liberal) que deriva de una escisión del PP, le ha dado la estocada a los populares al arrebatarles un Ayuntamiento que es la joya de la corona turística de las Rías Baixas y un escaparate estival para viejos y nuevos ricos en caros barcos de recreo.

Pita tenía enfrente al veterano Telmo Martín, constructor expedientado por pactar sobreprecios, investigado por cohecho y exalcalde de un municipio en el que mandó durante 16 años, los más efervescentes en grúas y ladrillos.

Martín había regresado a sus orígenes políticos para este 24M después de fracasar, dos veces, en el asalto al Ayuntamiento de Pontevedra y pasar por el Congreso como uno de los diputados más ricos, sino el que más. Aunque fue el candidato más votado, la alianza a cuatro bandas de SAL, BNG, PSOE y Sanxenxo Pode, la mareílla local, lo ha dejado fuera de juego inesperadamente.

Telmo Martín y Rafael Louzán, expresidente de la Diputación de Pontevedra otro peso pesado que ha sido descabalgado por sorpresa de su cargo, son los dos nombres propios del PP en Pontevedra a los que el partido de Rajoy y Alberto Núñez Feijóo arropó sin sonrojo por su tirón electoral a pesar de las manchas judiciales que arrastraban.

En Sanxenxo estaba, también, el bar donde Rajoy conoció a su mujer, Elvira Fernández en los 90, y que cerró sus puertas hace un año. El pueblo de descanso de Rajoy es, ahora, territorio de un cuatripartito del que participa Podemos mientras que la tierra en la que reposa Fraga, en Miño, está en el limbo con un alcalde que nadie esperaba, al que los vecinos tildan de chaquetero y que no sabe si mandar con la derecha, que lo votó, o con la izquierda (PSOE) de la que salióbajo las siglas de un partido “galleguista”, escindido del nacionalismo.

Al PP también se le ha escurrido el veraneo gallego en las urnas el 24M. Sanxenxo, en Pontevedra, y Miño, en la costa de A Coruña, las dos localidades que cada estío escogían Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno, y Manuel Fraga, sempiterno presidente de la Xunta y presidente fundador del PP, para sus vacacioneshan cambiado de manos después de décadas encadenando corporaciones de color azul.

Mariano Rajoy Verano
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