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Lo que los datos de la abstención revelan de la estrategia del PP para ganar las generales
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el 35,09% del electorado no fue a votar

Lo que los datos de la abstención revelan de la estrategia del PP para ganar las generales

La derecha no ha logrado convencer a sus electores de que acudieran a las urnas, mientras que la izquierda sí lo consiguió, aseguran los expertos. Pero no será así, ni mucho menos, en las generales

Foto: Rajoy, en la rueda de prensa en la que aseguró que el PP no cambiará nada tras las elecciones. (EFE)
Rajoy, en la rueda de prensa en la que aseguró que el PP no cambiará nada tras las elecciones. (EFE)

12.070.240 personas (el 35,09% del electorado) no fueron a votar en las pasadas elecciones autonómicas y municipales. Cuatro años antes, en 2011, el porcentaje fue menor (un 33,84%), lo que llama poderosamente la atención por distintos factores. En los últimos doce meses, desde la irrupción de Podemos con sus cinco eurodiputados, la sociedad ha sufrido una repolitización notable, tanto por el tiempo que se dedica en los grandes medios a los análisis políticos como por las conversaciones a pie de calle, que cada vez más se centran en este clase de temas. Estamos, además, en crisis económica, con un contexto en el que la pérdida de poder adquisitivo y las situaciones de precariedad impulsan con fuerza a personas y colectivos a traducir sus opiniones en votos. Y, por último, en estos comicios ha existido una oferta electoral mayor, con varias fuerzas con opciones de gobernar o de influir. Sin embargo, ninguno de estos elementos parece haber sido decisivo para movilizar masivamente a los votantes.

La abstención daña al PP

Para Rafa Rubio, experto en comunicación política y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense, esta situación puede explicarse porque parte del voto que iba a parar a los partidos tradicionales, y en especial al PP, se ha quedado en casa. Mientras que el votante joven y el de los sectores políticamente concienciados sí han acudido a las urnas, quienes tenían dudas entre votar a los partidos de siempre o a alguno nuevo han terminado resolviendo el asunto por la vía más sencilla, la de no ir a los colegios electorales.

La abstención suele dañar, asegura el asesor electoral Fran Carrillo, a los partidos que se han desgastado con la tarea de gobierno, mientras que no afecta a aquellos que representan a los descontentos y a los excluidos, que tienden más a votar para expresar su malestar. Desde su perspectiva, estas elecciones ratificarían esa visión, ya que han sido o votantes del PSOE y, sobre todo los del PP, los que dejaron de acudir a la cita electoral.

Los votantes de la derecha no sintieron miedo porque Podemos pudiera alcanzar grandes cuotas de poder

Otro factor que explicaría el aumento de la abstención respecto de 2011, es que en esos comicios, señala Rubio, “había un problema muy concreto y plenamente identificado, como era la crisis, y una opción de cambio muy clara, y eso produjo que la gente se movilizara”. Ese no ha sido el contexto de las últimas elecciones.

“Ya no estamos en la era postfranquista, cuando el hecho de ir a votar era visto como una obligación democrática. Hoy la gente va a las urnas para conseguir cosas o a solucionar algo. Y esa sensación no estaba presente para muchas personas del centro y del centro derecha. No veían a Podemos o a Ciudadanos como alternativa de gobierno y como no han percibido que su voto sirviera para algo, se han abstenido”. En sentido inverso, tampoco sintieron miedo por la posibilidad de que Podemos alcanzase grandes cuotas de poder, de modo que se encontraron sin grandes motivaciones para ir a votar.

La gente quería castigo, no cambio

La lectura que deja el porcentaje de abstención, asegura Carrillo, es que “la gente, más que cambio, pedía castigo a una forma de hacer política, y es en esos terrenos donde más voto se ha movilizado”. Una tesitura que no le ha venido bien a Ciudadanos, que ha perdido una buena oportunidad para consolidarse: “El número de concejales que ha perdido C’s en la última semana respecto de lo que anunciaban las encuestas se corresponde con el porcentaje de aumento de la abstención”.

El elector del PP que se ha quedado en casa porque no veía peligro va a regresar a las urnas

Ese, sin embargo, no va a ser el contexto de las generales, que variará sustancialmente. En principio, porque la participación suele subir, ya que, asegura Rubio, "en el sistema español hay un toque presidencialista que moviliza más voto, pero sobre todo porque el elector del PP que se ha quedado en casa porque no veía peligro va a regresar a las urnas. Los pactos entre PSOE y Podemos van a ayudar mucho al PP”. O, en otras palabras, el voto útil volverá a jugar a favor de los populares: según Carrillo, “el miedo a que pueda llegar Podemos al poder volverá a llevarnos al marco polarizado que Pablo Iglesias ha manejado las últimas semanas, el de oponer exclusivamente PP a Podemos, un marco que provocó que Ciudadanos desapareciera al final de la campaña del mapa cognitivo y sentimental de la gente”.

La estrategia del PP para ganar las generales

En definitiva, que las elecciones municipales y autonómicas pueden acabar por salirle bien a Rajoy. La estrategia del miedo, la visualización de un enemigo claro y la posibilidad de igualar a Podemos y PSOE puede acabar con el trasvase de voto hacia Ciudadanos y Vox, y además llevar de la mano a las urnas a los votantes populares menos convencidos. La propuesta de un cierre institucional que impida que Podemos gobierne el país (ya sea como fuerza dominante o como minoritaria que apoye a los socialistas) constituirá la oferta principal de Rajoy. Como se trata de un mensaje que viene bien a los de Iglesias, porque les coloca como alternativa principal a los populares, es más que probable que los argumentos de fondo en la campaña de varios meses que nos espera sigan siendo las acusaciones de bolivarianos y amigos de los etarras por una parte de unos, y la de corruptos y antidemócratas por la contraria. Arriola piensa que así se ganarán las elecciones, y a los de Podemos no les viene nada mal, de modo que…

12.070.240 personas (el 35,09% del electorado) no fueron a votar en las pasadas elecciones autonómicas y municipales. Cuatro años antes, en 2011, el porcentaje fue menor (un 33,84%), lo que llama poderosamente la atención por distintos factores. En los últimos doce meses, desde la irrupción de Podemos con sus cinco eurodiputados, la sociedad ha sufrido una repolitización notable, tanto por el tiempo que se dedica en los grandes medios a los análisis políticos como por las conversaciones a pie de calle, que cada vez más se centran en este clase de temas. Estamos, además, en crisis económica, con un contexto en el que la pérdida de poder adquisitivo y las situaciones de precariedad impulsan con fuerza a personas y colectivos a traducir sus opiniones en votos. Y, por último, en estos comicios ha existido una oferta electoral mayor, con varias fuerzas con opciones de gobernar o de influir. Sin embargo, ninguno de estos elementos parece haber sido decisivo para movilizar masivamente a los votantes.

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