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La 'línea roja' de Pedro Sánchez: perder con Podemos y no recuperar Extremadura o CLM
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La 'línea roja' de Pedro Sánchez: perder con Podemos y no recuperar Extremadura o CLM

Sánchez se la juega en las elecciones del domingo, que se celebran apenas 10 meses después de su victoria en las primarias del PSOE y cuando su autoridad en el partido aún está en construcción

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (d), acompañado por el candidato socialista a la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara (i). (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (d), acompañado por el candidato socialista a la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara (i). (EFE)

Pedro Sánchez se la juega en las elecciones del domingo, que se celebran apenas 10 meses después de su victoria en las primarias del PSOE y cuando su autoridad en el partido aún está en fase de construcción. ¿Resistiría ese precario liderazgo una debacle histórica en las urnas, con los socialistas superados por Podemos en el cómputo global de votos como fuerza hegemónica de la izquierda e incapaces de recuperar alguno de los feudos históricos que les arrebató el PP en 2011, como Extremadura o Castilla-La Mancha? Muy probablemente, no.

El PSOE cosechó en las últimas elecciones municipales, celebradas hace cuatro años, el peor resultado de su historia: un 27,7% de los votos. Ahora, Sánchez ni siquiera podría soñar con rozar ese listón, tras la irrupción con fuerza de Podemos y Ciudadanos, dos partidos de nuevo cuño que no existían en 2011. Salvando las distancias entre unas elecciones generales y otras locales y autonómicas, en las que suelen primar los rostros por encima de las siglas, el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) daba al PSOE una intención de voto del 24,3% en unos comicios legislativos.

Para, al menos, salvar la cara, Sáncheznecesitaría, por un lado, arrebatar al PP Extremadura o Castilla-La Mancha, dos comunidades autónomas que siempre han estado en manos de los socialistas, con la única excepción de estaúltima legislatura;y, por otro, conservar el poder en el Principado de Asturias, el único territorio, además de Andalucía, donde hoy gobierna el PSOE. Cualquier otro escenario –es decir, perder Asturias y que José Antonio Monago y María Dolores de Cospedal siguieran al mando en Extremadura y Castilla-La Mancha, respectivamente–sería sinónimo de cataclismo.

La situación en Castilla-La Mancha resulta especialmente endiablada. Cospedal, según el último sondeo del CIS, perdería la mayoría absoluta en esa comunidad, pero obtendría más escaños (14-15) que el socialista Emiliano García-Page(13), quien, sin embargo, lograría unas décimas más que los populares en intención de voto. ¿Quién tomaría entonces la iniciativa para intentar formar Gobierno en esa comunidad? Cospedal podría ser investida presidenta con el apoyo de Ciudadanos (3-4 escaños), pero aún está por ver si el partido de Albert Riverarespaldaría al PP o se inclinaría por el PSOE.

También está en el aire el futuro político de Extremadura, gobernada durante los cuatro últimos años por el PP con el apoyo contra natura de IU. El CIS otorga a los socialistas de Guillermo Fernández Vara una horquilla de 26 a 28 escaños, muy alejados de los 33 que marcan el umbral de la mayoría absoluta. El PSOE sólo podría alcanzar esa cota con el apoyo de Podemos, que según el CIS lograría ocho diputados, mientras que los populares se quedarían a las puertas de ese objetivo incluso con el voto de los cuatro parlamentarios que el barómetro concede a Ciudadanos.

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En Asturias se dibuja, igualmente, un complejo mosaico de apoyos cruzados en el que, de nuevo, será determinante el papel de Podemos y Ciudadanos. El PSOE, que gobierna el Principado desde 1999, volvería a ganar las elecciones, pero sólo podría gobernar con el respaldo de la formación que lidera Pablo Iglesias. De no ser así –el presidente asturiano, Javier Fernández, no ve con simpatía a Podemos–, el PP podría hacerse con el Ejecutivo autonómico siempre que lograra el respaldo de Ciudadanos y Foro Asturias, el partido creado por el exministro popular Francisco Álvarez Cascos.

Así como en las recientes elecciones andaluzas todo el mérito de la pírrica victoria socialista fue para Susana Díaz, que protagonizó deliberadamente una campaña a su medida y sin injerencias de Ferraz, el domingo todas las miradas estarán clavadas en Sánchez. Suyo será el mérito si el PSOE salva los muebles, reforzando así el precario liderazgo del secretario general del partido. Pero si losresultados fueran calamitosos, muy pocos dudan de que no tardarían en alzarse voces que reclamaran su cabeza. En ese caso, las primarias convocadas para el próximo 26 de julio podrían contar, muy probablemente, con más de un aspirante.

Pedro Sánchez se la juega en las elecciones del domingo, que se celebran apenas 10 meses después de su victoria en las primarias del PSOE y cuando su autoridad en el partido aún está en fase de construcción. ¿Resistiría ese precario liderazgo una debacle histórica en las urnas, con los socialistas superados por Podemos en el cómputo global de votos como fuerza hegemónica de la izquierda e incapaces de recuperar alguno de los feudos históricos que les arrebató el PP en 2011, como Extremadura o Castilla-La Mancha? Muy probablemente, no.

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