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Javier de Paz flanquea a Zapatero mientras Rato se pasea por Génova
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'EMPRESARIOS' EN LA NOCHE ELECTORAL

Javier de Paz flanquea a Zapatero mientras Rato se pasea por Génova

A la vista de todos los ojos. La noche electoral celebrada ayer domingo dejó algunos protagonistas inesperados. En Ferraz, la sede del PSOE, la noche transcurría

A la vista de todos los ojos. La noche electoral celebrada ayer domingo dejó algunos protagonistas inesperados. En Ferraz, la sede del PSOE, la noche transcurría con pesadumbre ante la que se veía venir. Tal vez por este motivo, pues no estaba previsto ni anunciado, el líder de los socialistas y presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se trasladó hasta el cuartel general del partido para realizar una breve comparecencia.

El viaje del Palacio de La Moncloa a la calle Ferraz en coche oficial dura  menos de cinco minutos. Zapatero llegó con gesto serio tras la cortinilla que le ocultaba en el asiento de atrás. A su lado, de refilón, un acompañante especial. No era su jefe de gabinete, José Enrique Serrano; ni su primo monclovita, José Miguel Vidal; ni siquiera el pitoniso José Blanco o el otrora gurú de cabecera Miguel Barroso, ahora entregado a la causa sucesoria de su mujer Carme Chacón.

Zapatero aterrizó en Ferraz escoltado por Javier de Paz. Se supone, por el breve trayecto en coche, que no le recogió de camino. El presidente del Gobierno vivió la trascendental tarde del domingo acompañado, entre otros, por su inseparable amigo, castellano-leonés como él, viejo compañero de juventudes socialistas y ahora, con el tiempo, durante la hegemonía del PSOE en el poder, consagrado como consejero de Telefónica y presidente de su filial Atento.

Javier de Paz tuvo al menos la deferencia de no acompañar a Zapatero durante su intervención ante los medios. Ese 'papelón' fue para otros, acostumbrados a dar la cara, como Elena Valenciano, Manuel Chaves, Elena Salgado, Leire Pajín, José Blanco y José Antonio Alonso. El consejero de Telefónica aguardó entre bambalinas, lejos de los focos, tal vez confiado en que nadie le vio llegar a Ferraz dentro del coche oficial del presidente del Gobierno.

A varias paradas de metro de distancia, el Partido Popular celebraba su apabullante victoria. Noche de vino y rosas. La cúpula popular se acicalaba antes de asomarse al balcón de la victoria y en los corrillos compartía confidencias y enhorabuenas uno de los suyos, Rodrigo Rato, que ahora ocupa su tiempo como presidente de Caja Madrid (o Bankia) a pesar de que su verdadera vocación, como bien quedó claro tras su breve paso por el FMI, es la política (el poder).

El que fuera vicepresidente del Gobierno con Aznar y ministro de Economía durante la década virtuosa quiso revivir los días de miel y gloria en la zona cero popular. Su despecho con Mariano Rajoy por la sucesión digital es ya agua pasada. A él le basta y le sobra con el afecto y reconocimiento de Esperanza Aguirre, la reelegida presidenta de la Comunidad de Madrid, a su vez primera accionista de Caja Madrid (o Bankia), para mantener el pulso con el partido.

En cualquiera de los casos hubiera bastado con una llamada al móvil, pero no es lo mismo. Cuenta el ejercicio de cuerpo presente. El triángulo perfecto que forman lo público, lo privado y lo partidista quedaba así ayer de manifiesto una vez más, a pesar de la naturalidad con que unos y otros entran y salen de Génova y Ferraz; suben y bajan del coche oficial, como si todo formara parte lógica del sistema.

A la vista de todos los ojos. La noche electoral celebrada ayer domingo dejó algunos protagonistas inesperados. En Ferraz, la sede del PSOE, la noche transcurría con pesadumbre ante la que se veía venir. Tal vez por este motivo, pues no estaba previsto ni anunciado, el líder de los socialistas y presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se trasladó hasta el cuartel general del partido para realizar una breve comparecencia.

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