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El PSOE teme que un enquistamiento de la tensión en Cataluña dañe a Sánchez el 10-N
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LA GESTIÓN DEL GOBIERNO NO ES CUESTIONADA

El PSOE teme que un enquistamiento de la tensión en Cataluña dañe a Sánchez el 10-N

En los territorios, pero también algunos dirigentes en Ferraz, crece la inquietud por los episodios de violencia, porque si se prolongan pueden perjudicar al candidato. Pero antes, creen, él actuará

Foto: Un grupo de policías durante los altercados de este viernes en Barcelona, en la quinta noche de disturbios. (EFE)
Un grupo de policías durante los altercados de este viernes en Barcelona, en la quinta noche de disturbios. (EFE)

"Estamos en el filo de la navaja". El juicio, suficientemente expresivo, también inquietante, de un mando de la cúpula federal del PSOE, refleja cuál es el estado de ánimo del partido. La preocupación profunda por las cinco jornadas consecutivas de violencia en las calles de Cataluña y también por cómo esas imágenes de barricadas, de quema de contenedores, de hogueras, de cascotes, de columnas de humo, de petardos y bengalas, de rostros tapados, pueden afectar a un Gobierno y un Pedro Sánchez que desde que se constató que España caminaba hacia las urnas se le torció la precampaña. En los territorios late la inquietud —aún no es pánico— por cómo sortear una crisis de una gigantesca envergadura que ha apagado mítines y que copa la actualidad de todos los medios a todas horas. Inquietud que algunos dirigentes sienten en Ferraz, aunque de manera quizá menos intensa. Todos aplauden la gestión del presidente, creen que hace lo "correcto", aunque también la reflexión más escuchada es que la violencia debe parar ya. Si la tensión se enquista, si los altercados se siguen sucediendo día tras día, el PSOE y su candidato podrían sufrir el 10-N.

El equipo de confianza de Sánchez había previsto otro camino muy distinto hacia las urnas. Se asumía que el partido tardaría en entrar en calor, que las encuestas podrían acusar en un primer momento la frustración por no haber logrado la investidura y por la ruptura de la izquierda. Pero junto a ese pronóstico se solapaba este otro: a partir de la publicación de la sentencia del 'procés', y con la exhumación de Francisco Franco, comenzaría "otra campaña". Cataluña, un terreno siempre áspero para los socialistas, podría convertirse en un activo electoral para el presidente. El jefe del Ejecutivo, a diferencia de lo que ocurrió en parte del trayecto hacia el 28-A, se lanzaba a cargar contra los independentistas, a plagar su discurso de advertencias y a amenazar con la posibilidad de un nuevo 155 o de la aplicación de la Ley de Seguridad Nacional. Reiteraba en sus entrevistas y discursos que su Gobierno contemplaba todos los escenarios posibles y que actuaría bajo tres principios, "firmeza democrática", "proporcionalidad" en la respuesta y "unidad" de las fuerzas constitucionalistas.

Sin embargo, ese edificio que parecía sólido, y que Ferraz había pintado ante sus cúpulas regionales, comienza a tener grietas pocas horas después de la publicación del fallo del 'procés', tras la que promete que no habrá indultos y sí "cumplimiento íntegro" de la sentencia. El mismo lunes, llegan los primeros disturbios y el colapso del aeropuerto de El Prat. El martes, la tensión se incrementa y ya se registran los primeros ataques de radicales en varios puntos de Cataluña, sucesos que ya asustan al Ejecutivo y que le permiten hablar de "violencia generalizada". El miércoles, Sánchez convoca de urgencia a los líderes de PP, Pablo Casado; Unidas Podemos, Pablo Iglesias, y Ciudadanos, Albert Rivera. Las derechas le piden mano dura y él promete no descartar "ningún escenario". Al final de la jornada, el presidente comparece desde la Moncloa para remarcar que se castigará a los violentos y para advertir de que no era hora aún de medidas excepcionales. "La moderación es otra forma de fortaleza", recetó. El Gobierno, argumenta, no podía caer en "provocaciones", ni sobreactuar.

La cúpula había previsto que Cataluña pudiera convertirse en la gran ayuda para Sánchez, porque le permitiría sacar pecho de su perfil de presidente


Pero los altercados siguen. Cada día, un escalón más. El jueves, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, avisa de que no habría "impunidad" para aquellos que fuesen responsables de conductas criminales. Pero la calle no para. El viernes, el día más sensible, según los propios cálculos del Ejecutivo, las imágenes de la huelga general de seguimiento discreto, para el Ejecutivo, y de las manifestaciones pacíficas en Barcelona —525.000 personas, según la Guàrdia Urbana—, quedan eclipsadas por la quinta noche de graves disturbios en la capital catalana. Ni un despliegue policial apabullante, tanto de Mossos como de Policía Nacional, conseguía sofocar la rebelión violenta en las calles hasta muy entrada la noche.

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"Aislar a Torra"

Los rostros del presidente, en su comparecencia desde Bruselas, y de Marlaska, al filo de la nueve de la noche, desde la Moncloa, reflejaban la tensión y hasta cierto punto el abatimiento. El jefe del Ejecutivo continuaba apelando a la "moderación" —el Estado no debe ceder al "impulso de la exaltación"—, aunque ya por la tarde, el ministro elevaba un punto más la presión y dirigió a los independentistas violentos este mensaje: "Vamos a aplicar el Código Penal con toda contundencia". Se enfrentan, les recordó, a seis años de cárcel. Pero ese avisó no aplacó las protestas en una Barcelona tomada de nuevo por el caos.

Los comentarios son coincidentes: los ciudadanos piden "minuto y resultado" y "no entra en detalle", que se alarguen estas protestas "no ayuda"...

La virulencia de las protestas, y su potencial impacto en las urnas, ha agudizado la inquietud interna que ya se percibía hace una semana. Todos los dirigentes consultados por este diario, incluso aquellos que no están tan alineados con Ferraz, aplauden la gestión del presidente. Consideran que está haciendo "bien" actuando con prudencia, porque no hay motivos suficientes, aducen, ni para aplicar la Ley de Seguridad Nacional —la cooperación con los Mossos está siendo "extraordinaria", como siempre recalcan Sánchez y Marlaska—, ni para activar un nuevo 155 —ni el Govern ni el Parlament se han saltado la legalidad—. Pero asumen que esa posición puede no ser comprendida. "La salida de Pedro ha sido la correcta. La gente querrá siempre mano dura, pero también soluciones. La posición de equilibrio es la de Estado, aunque evidentemente tenga sus riesgos", analiza un dirigente andaluz. "Acierta el Gobierno con su estrategia. Hay que ir aislando cada vez más a Quim Torra y a Carles Puigdemont. Lo que hay que hacer es seguir así, no ponerse nerviosos, no exasperarse", sostiene un presidente autonómico de mucho peso en el PSOE.

Plaça Urquinaona, zona cero de los violentos enfrentamientos en la quinta noche de disturbios

Junto a esa aprobación a la respuesta del presidente se percibe cierta angustia. Los cuadros consultados, mandos territoriales de primer nivel, mantienen que un enquistamiento de la tensión puede acabar lastrando a Sánchez, un sentimiento del que es consciente Ferraz. Es decir, el miedo es que se multipliquen las imágenes de violencia y se aproximen cada vez más al 10-N, y que pueda cundir la sensación de que el Gobierno es incapaz de controlar una situación de gravísimos desórdenes públicos.

"La gente no entra en el detalle del 155 o de la LSN. Puede pensar que no se hace lo suficiente para atajar los disturbios. Es un riesgo, y Torra no ayuda. Todos estamos horrorizados con lo que vemos, y como las teles nos lo ponen en bucle... La gente pide minuto y resultado, quieren a todos detenidos y punto", expresa una baronesa territorial, que teme que los altercados se prolonguen más en el tiempo, con el efecto corrosivo que pueda comportar. "Una vez que sacas a la gente a la calle cuesta mucho meterla en casa, y en Cataluña los independentistas han perdido el oremus. Me da que esto no va a ser pasajero", añade. "El Gobierno lo está haciendo de diez, pero creo que este tema nos puede dañar muchísimo, y si se alarga en el tiempo desde luego no ayuda. Además de que a tres semanas de unas elecciones, y con este caos en Cataluña es imposible hacer una campaña", valora un secretario de Organización regional de una federación relevante.

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"Así no podemos llegar al 10-N"

El sentir en el PSOE es, ahora mismo, bastante compartido entre quienes tienen monitorizada la campaña en sus territorios. Eso sí, nadie se atreve a hacer pronósticos categóricos. Primero porque, como señala otro jefe del aparato autonómico, tres semanas en política son un mundo, y también porque con una situación tan volátil, "es complejo establecer una incidencia o direccionalidad en el voto", hasta qué punto puede perjudicar más o menos al PSOE. "Los ciudadanos lo que ven es un problema de desorden público, sí, pero no de quebrantamiento de la ley por parte de las instituciones, como en 2017. Y ve que, a diferencia de lo que ocurrió hace dos años, los Mossos trabajan con la Policía. Los aparatos tendemos al nerviosismo con rapidez, pero hay que mantener la calma", señala un diputado. "En el equilibrio está el éxito, aunque todo es muy complejo. Lo que se vive en Cataluña es poco edificante y es difícil predecir las consecuencias electorales. Irá bien... o eso deseo", manifiesta una presidenta autonómica.

Los dirigentes sitúan como marco temporal este fin de semana. Pero como dice una responsable de Ferraz: "Estamos en el filo de la navaja"

¿Qué hacer entonces? Varios dirigentes sitúan como marco temporal este fin de semana. Es decir, que si pasada la 'huelga de país' y las masivas manifestaciones en Barcelona, no se recupera poco a poco la normalidad en las calles, habrá que actuar de manera más contundente. Esa era, de hecho, la previsión que manejaba el Gobierno: la jornada más complicada, para Interior, sería la de este viernes, y se esperaba que se produjera un cierto reflujo de las movilizaciones y de las protestas violentas. Pero el fenómeno podría no remitir, y es dudoso que el Gobierno aguante más imágenes de altercados en Cataluña sin activar otro escenario de respuesta más dura. "Así no podemos llegar al 10-N", se escucha por boca de varios responsables.

Radiografía de los radicales que están protagonizando los disturbios en Cataluña

"A partir de este sábado, ya no hay más excusas. No hay más huelga general que valga. No puede instalarse un clima insurreccional en la comunidad, de 'revolución de octubre'. Si la ciudadanía percibe que el Gobierno no está a la altura, puede que nos perjudique", indica un cargo regional. "Habrá que ver cómo evoluciona todo, pero por ahora no nos va bien electoralmente", completa un barón regional. Otro conviene que puede haber daño al partido, pero también que hay que estar preparados, puesto que estas protestas son, para muchos independentistas que habían creído en la "ilusión" que le vendían sus líderes, "su último cartucho".

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El PSOE está, en efecto, "en el filo de la navaja". En una situación mucho más complicada de lo previsto. Y en Ferraz algunos dirigentes también muestran inquietud. "Esto puede escapársenos de las manos y puede que nos veamos obligados a tomar medidas que no sabemos si favorecen o no en un marco que no es el nuestro. Nos la jugamos a cara o cruz y no manejamos todas las variables", indica una fuente de Ferraz. No es la única. "Si esto se enquista nos perjudica. Y entonces tendremos poca salida, porque haga lo que haga Pedro le irá mal. Es que, ¿qué más se puede hacer? Un 155 no borra las manifestaciones de un plumazo, y con él hubo lío en Cataluña. Lo que Pedro necesita es que esta movida pare. Y parará, más pronto que tarde", confía un miembro de la ejecutiva.

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¿Qué hacer?

Para otra responsable de primer nivel, "si se consigue controlar y reducir la actuación de los radicales, se valorará positivamente la acción proporcionada del Gobierno, y si no se activará algunas de las opciones preparadas. Pero sí, lo que está pasando es muy grave y un desafío para los valores democráticos". Las próximas horas, advierte esta fuente, "serán cruciales", también para saber si Sánchez redirecciona la nave y pasa a otro escenario. "Y si se abre otro panorama, Pedro sabrá afrontarlo con determinación. Hay que medir muy bien las acciones y los tiempos", recomienda una presidenta autonómica.

En el núcleo de Sánchez, se insiste en que está evaluando la situación al minuto. No se descarta nada, tampoco declarar el estado de alarma

El límite temporal del fin de semana opera también para el núcleo duro de Sánchez. "Estamos pendientes de la evolución y no demos nada por zanjado, pero sí, más o menos el margen es ese", subraya un peso pesado del Ejecutivo y del partido. Pasado ese plazo, si la revuelta violenta en las calles continúa, el presidente podría contemplar no solo la LSN o el 155, sino otros resortes como la activación del estado de alarma, previsto en el artículo 116 de la Constitución. En 2010, el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero lo declaró a raíz de la huelga de controladores aéreos. Con ello, los militares tomaron el mando en las torres de los aeropuertos civiles y los vigilantes del aire pasaban a ser considerados personal militar, por lo que incurrían en graves penas si no cumplían con su trabajo. ¿Se plantea Sánchez decretar el estado de alarma? "No se descarta nada, pero se actúa conforme a los hechos", indicaba este ministro del Gobierno.

Grande-Marlaska: "Aplicaremos el Código Penal con toda contundencia"

En los territorios recomiendan salir a contar la "verdad", explicar que no se pueden tomar medidas que encrespen los ánimos y sí aquellas que reconduzcan el conflicto, incidir en que los hechos han dado la razón al presidente al no aceptar una coalición con Podemos porque, con la crisis en Cataluña, la debilidad del Gobierno habría sido total, denunciar la oposición "desleal" de PP y Cs y sus planteamientos, que no contribuyen a la "solución"...

placeholder Manifestantes contra la sentencia del Supremo sobre el 'procés', este 18 de octubre en Barcelona. (Reuters)
Manifestantes contra la sentencia del Supremo sobre el 'procés', este 18 de octubre en Barcelona. (Reuters)

A la vista de las dificultades que está teniendo el PSOE para lograr una remontada —ya sería una victoria mantener los 123 escaños y no perder ninguno—, algunas fuentes vuelven la cara hacia la Moncloa. Hacia el gurú de Sánchez y el arquitecto de su estrategia, Iván Redondo. Miembros de la cúpula federal y de los territorios apuntan que tal vez no fue una buena idea hacer descansar la campaña en elementos que nunca han sido terreno confortable para el PSOE, como Cataluña o la economía. Los socialistas siempre se han movido mejor si polarizan sobre el eje izquierda-derecha. Así se planteó el 28-A, que otorgó un triunfo holgadísimo al candidato. Ahora hay más dudas de que funcione el diseño de campaña del 10-A. "Que Cataluña fuese a funcionar como un bálsamo solo lo puede decir un indocumentado, o bien alguien tan acostumbrado a asesorar a la derecha que igual no se ha dado cuenta de que ahora asesora al PSOE", desliza un integrante de la dirección.

Foto: Un policía nacional ha sido herido en la cabeza. (@urisole)

El presidente cuenta con cierto margen para hacer virar la nave. Pero cada vez los tiempos son más cortos. Quedan tres semanas para las urnas, solo tres. Y si Cataluña no sale de escena, los nubarrones pueden poblar el cielo socialista, hasta opacar incluso una medida estrella como la exhumación de Francisco Franco, que ha de producirse sí o sí la próxima semana. El 10-N se complica, si es que alguna vez fue una prueba sencilla para Sánchez.

Comparecencias diarias del ministro

Así como el Govern está más 'desaparecido' en esta gravísima crisis de orden público, el Ejecutivo socialista quiere trasladar el mensaje de que está a los mandos y controlando la situación. El pasado 10 de octubre se constituyó un comité de coordinamiento de seguimiento de la situación en Cataluña que se ha ido reuniendo a diario. El jueves la presidió Pedro Sánchez y tras el encuentro compareció el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, desde la Moncloa. Ayer viernes dio otras dos ruedas de prensa, una pasadas las 11:30 y la otra cerca de las 21 horas

En la última, lanzó un mensaje algo más rotundo: "Vamos a aplicar a los independentistas violentos el Código Penal con toda contundencia, y también al que actúa fuera de la ley". Los radicales, recordó, se enfrentan a penas de hasta seis años de cárcel. 

Marlaska también hizo un balance de las marchas que confluyeron este viernes en Barcelona y que discurrieron de forma pacífica. Apuntó que aunque congregaron a 500.000 manifestantes, esta cifra es menor a la de los 1,8 millones de la Diada de 2014 o a las 600.000 personas que salieron a la calle el pasado 11 de septiembre. También apuntó que el seguimiento de la huelga general estuvo muy por debajo de lo que esperaban las Fuerzas de Seguridad [consulte los datos aquí en PDF]. 

El ministro del Interior seguirá compareciendo durante el fin de semana y también en los próximos días, hasta que pase la crisis. 

"Estamos en el filo de la navaja". El juicio, suficientemente expresivo, también inquietante, de un mando de la cúpula federal del PSOE, refleja cuál es el estado de ánimo del partido. La preocupación profunda por las cinco jornadas consecutivas de violencia en las calles de Cataluña y también por cómo esas imágenes de barricadas, de quema de contenedores, de hogueras, de cascotes, de columnas de humo, de petardos y bengalas, de rostros tapados, pueden afectar a un Gobierno y un Pedro Sánchez que desde que se constató que España caminaba hacia las urnas se le torció la precampaña. En los territorios late la inquietud —aún no es pánico— por cómo sortear una crisis de una gigantesca envergadura que ha apagado mítines y que copa la actualidad de todos los medios a todas horas. Inquietud que algunos dirigentes sienten en Ferraz, aunque de manera quizá menos intensa. Todos aplauden la gestión del presidente, creen que hace lo "correcto", aunque también la reflexión más escuchada es que la violencia debe parar ya. Si la tensión se enquista, si los altercados se siguen sucediendo día tras día, el PSOE y su candidato podrían sufrir el 10-N.

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