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De la estética 'harrington' al lenguaje llano: Pablo Iglesias potencia su perfil antagonista
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LA CAMPAÑA ELECTORAL DE PODEMOS

De la estética 'harrington' al lenguaje llano: Pablo Iglesias potencia su perfil antagonista

En una apuesta a todo o nada en la que sale al ataque y se descuida la defensa, el líder de Podemos quiere que se le identifique con "la gente" y el pueblo al que aspira a representar

Foto: El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

El discurso rupturista y tono desafiante con el que Pablo Iglesias afronta esta campaña electoral, buscando el antagonismo entre 'el pueblo' y las 'élites', no solo se está acompañando de medidas programáticas con melodía transformadora que refuercen esta posición, sino que también se está revistiendo de un lenguaje más desenfadado —con muchos más tacos de lo habitual— y una estética poco institucional. En una campaña en la que Podemos ha asumido considerables riesgos, como si se tratase de una apuesta a todo o nada en la que sale al ataque y se descuida conscientemente la defensa, Iglesias quiere que se le identifique con "la gente" y el pueblo al que aspira a representar, priorizando la chaqueta 'harrington' modelo Alcampo y los vaqueros a la chaqueta de traje o expresiones, repetidas en mítines y entrevistas televisivas, como "mierda", "la puñetera verdad", "pipa", "acojonante", "una cagada cósmica"...

"Malnacidos", "las paridas de Abascal" y más "pipas" —en referencia a las armas— completan el principal arsenal léxico que, en función del registro en el que se emiten, modula el riesgo a forzar una caricatura de sí mismo o de la clase trabajadora con la que pretende identificarse Pablo Iglesias. Asimismo, en la semana de la vuelta de Iglesias se ha retransmitido un nuevo capítulo de su programa de entrevistas con un protagonista poco amable con los poderes establecidos: Evaristo Páramos, el líder del grupo La Polla Records.

Foto: El secretario general de Podemos y candidato de Unidas Podemos a la presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

Un candidato a la presidencia del Gobierno poco común y que rompe los estándares clásicos. El objetivo pasa por movilizar a su electorado y taponar las fugas hacia la abstención. Podemos ha comenzado a remontar en las encuestas desde que Pablo Iglesias regresó a la primera línea política y la campaña se enfoca, precisamente, a la épica de "la remontada".

"Con este Pablo Iglesias podemos superar el 17% de los votos", asegura un miembro del equipo de campaña de Podemos remarcando el nuevo perfil con el que ha vuelto el líder del partido, tras cumplir con su permiso de paternidad, para arrancar la precampaña y que ha acabado de esculpir Pablo Gentili, su jefe de gabinete. Un regreso para el que ha endurecido el discurso y fruncido el ceño más de lo habitual para pasar de la casta a la trama. El imaginario de la trama —un antagonismo que va más allá de lo político— cohesiona la campaña electoral confrontando con la oligarquía española. Esto es, el 'establishment', pero con connotaciones castizas del 'capitalismo de amiguetes'.

El imaginario de la trama —un antagonismo que va más allá de lo político— cohesiona la campaña electoral confrontando con la oligarquía española

El Iglesias 'enfant terrible' regresa, tras un breve intento de adquirir un perfil más presidencial, y a la espera de testarlo en los debates electorales contra el resto de candidatos, comienza a mostrar en las entrevistas cierto tono provocador, un punzante carácter y gesto torcido para "decir la verdad". Una verdad que para sacarla a la luz "no le tiemblan las piernas", insisten los dirigentes de la formación, en agravio comparativo con Pedro Sánchez, y que se topa de frente con la trama, una trama que "vincula a policías corruptos, a medios de comunicación y a grandes empresarios". En el propio programa electoral de Podemos se destaca que el PSOE "representa la reacción más conservadora: mantener lo que hay, no avanzar como país y que "cada vez que hay que enfrentarse a las eléctricas, a la banca o a los fondos buitre para defender los derechos de la gente, al PSOE le tiemblan las piernas".

El antagonista es la trama, esos poderes más o menos ocultos, "que tienen más poder que un diputado", según el mensaje que lleva fijando Iglesias desde su mitin de regreso. Se endurece el tono contra estos poderes, con lo que indirectamente se empuja al PSOE al centro, sin disimular su debilidad a la hora de poner freno a la 'trama', y tratando de ocupar el espacio de la izquierda. Un relato que ha venido a reforzar la investigación abierta por la Audiencia Nacional, con Pablo Iglesias como perjudicado directo por el caso Villarejo.

Un relato que ha venido a reforzar la investigación abierta por la Audiencia Nacional, con Iglesias como perjudicado directo por el caso Villarejo

Para ello se vuelve a recuperar el significado que le dio uno de quienes propusieron hacer bandera de este concepto, el exdiputado Manolo Monereo, para quien la trama "quiere señalar que existe un mecanismo único que organiza una matriz de poder (para hablar con rigor) entre el capitalismo monopolista-financiero, los poderes mediáticos y una clase bipartidista corrupta y dependiente del capital. (…) La trama se organiza, conspira, se articula y controla el poder del Estado, haciendo de la corrupción un componente estructural del sistema político".

El foco de la campaña está girando hacia Iglesias, quien también ha apostado por la omnipresencia, con una agenda desbordada, combinando encuentros con militantes y simpatizantes, grandes mítines, pequeños encuentros sectoriales y visitas a centros de trabajo, debates electorales y una constante presencia en medios de comunicación. La campaña diseñada para ir de menos a más y que parece arrancar con todo en contra pero que, precisamente por las bajas expectativas y la generalización de un desánimo que ha hecho saltar las alarmas en la sala de máquinas del partido, se ve también como una oportunidad para desplegar el mantra discursivo de la "remontada".

El discurso rupturista y tono desafiante con el que Pablo Iglesias afronta esta campaña electoral, buscando el antagonismo entre 'el pueblo' y las 'élites', no solo se está acompañando de medidas programáticas con melodía transformadora que refuercen esta posición, sino que también se está revistiendo de un lenguaje más desenfadado —con muchos más tacos de lo habitual— y una estética poco institucional. En una campaña en la que Podemos ha asumido considerables riesgos, como si se tratase de una apuesta a todo o nada en la que sale al ataque y se descuida conscientemente la defensa, Iglesias quiere que se le identifique con "la gente" y el pueblo al que aspira a representar, priorizando la chaqueta 'harrington' modelo Alcampo y los vaqueros a la chaqueta de traje o expresiones, repetidas en mítines y entrevistas televisivas, como "mierda", "la puñetera verdad", "pipa", "acojonante", "una cagada cósmica"...

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