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El PSOE respira aliviado y despeja la presión de la investidura de Rajoy a los nacionalistas
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EL ARRANQUE DE LA XII LEGISLATURA

El PSOE respira aliviado y despeja la presión de la investidura de Rajoy a los nacionalistas

Oficialistas y críticos coinciden en que los 10 votos extra que prestaron presumiblemente CDC y PNV al PP para la Mesa abren una "senda" distinta de diálogo y refuerzan sus argumentos

Foto: Pedro Sánchez y Antonio Hernando conversan durante el pleno de constitución del Congreso, este 19 de julio. (Reuters)
Pedro Sánchez y Antonio Hernando conversan durante el pleno de constitución del Congreso, este 19 de julio. (Reuters)

El PSOE vio el cielo abierto en 10 votos. Las 10 papeletas sin firma ni adscripción que aseguraron con holgura para PP y Ciudadanos las vicepresidencias primera y tercera del nuevo Congreso, y que solo podían proceder de los nacionalistas y, más concretamente, de la antigua Convergència Democràtica y de PNV. Una decena de votos anónimos extra que, sumados a los 169 que por sí mismos aglutinan las dos formaciones de la derecha, garantizarían la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno sin que los socialistas tuvieran que mancharse. Eso es lo que quieren los de Pedro Sánchez, que el jefe del Ejecutivo en funciones se emplee a fondo en consolidar esos apoyos con los que no contaba y deje de mirar a Ferraz. Una poderosa esperanza -aunque con cimientos aún poco sólidos- a la que oficialistas y críticos se agarraban para sacudirse, siquiera por un día, la presión por su voto en la investidura.

El partido vive desde el 26-J atenazado por el agobio de que antes o después puede tener que decidir si ayudar a Rajoy con su abstención -la opción defendida, aunque no de forma explícita, por los barones críticos, siempre y cuando el PP se acerque a la mayoría absoluta y nuclee en torno a sí unos 170 escaños-, si ensaya una mayoría alternativa -como quieren los jefes territoriales más fieles a Sánchez y él nunca descarta- o si aboca al país a unas terceras elecciones, a las que miembros de la cúpula ven cada día menos contraindicaciones. La presión ambiental, alimentada por el propio presidente, es y será mayor. Hasta ahora, la doctrina oficial era mantener el no a Rajoy una y otra vez, y encomendarle que busque apoyos entre sus "potenciales aliados", que no son los socialistas. O sea, que se emparejara con Ciudadanos (32 escaños) y Coalición Canaria (uno) para empezar, y siguiera por PNV (cinco) y CDC (ocho), ahora rebautizado como Partit Demòcrata Català.

Los nacionalistas facilitaron la elección de Ana Pastor primero y después aseguraron a PP y C's las vicepresidencias primera y tercera de la Mesa

Y, de repente, ese consejo tomó cuerpo en las primeras votaciones del Congreso de la XII Legislatura. La excusa perfecta para el PSOE. Convergentes y peneuvistas (más los nueve diputados de ERC, los dos de EH Bildu y la representante de CC) metieron una papeleta en blanco en la segunda vuelta de la elección del presidente de la Cámara. Así, Ana Pastor, la candidata pactada por PP y C's, lograba imponerse al jefe de la Cámara saliente, Patxi López, que unió los votos de su grupo a los de Unidos Podemos. De no haberse producido todas esas abstenciones, el socialista podía haber permanecido en el puesto.

El segundo gesto, y este menos esperado, llegó en la votación de las vicepresidencias. Los nombres propuestos por las dos formaciones de derecha, el diputado naranja Nacho Prendes (96) y la popular Rosa Romero (83), sumaban más apoyos que los 169 escaños que dan la alianza de PP y C's. Una decena más, en concreto. A los dos nuevos socios no les hacían falta esas papeletas extra para asegurarse las vicepresidencias primera y tercera de la Cámara, pero ese colchón hacía que fuera imposible que les arrebatasen ambas plazas.

Convergència y PNV se acercan a Mariano Rajoy y al PP

PSOE y Podemos acusan, todos lo niegan

Nadie se atribuyó la paternidad de esos 10 respaldos de más, porque las votaciones de la Mesa son secretas y en urna. Pero enseguida Pedro Sánchez y Pablo Iglesias miraron a CDC y PNV, por lógica, aunque ellos intentaron escurrir el bulto. PSOE (85) y Unidos Podemos (71) clavaron los respaldos a sus aspirantes, así que ninguno de los dos podía ser el 'culpable'. Los peneuvistas afirmaron que en todas las votaciones sus cinco diputados metieron sus papeletas blancas, y el convergente Francesc Homs señaló que él también votó blanco pero lo que hicieron sus compañeros es "secreto". ERC, Bildu y CC negaron que hubiesen prestado diputados. Ligar posible causa y consecuencia también parecía un ejercicio sencillo: CDC necesita mantener su grupo propio en el Congreso y eso requiere que el órgano rector de la Cámara haga una interpretación favorable -y el PP dispone de tres de los nueve puestos-, y el PNV logró un sitio en la Mesa del Senado gracias a la cesión del PP.

Hernando anima a Rajoy a seguir por el mismo camino y a convertir las papeletas secretas en "votos públicos" para la investidura, pero explicándolos

El portavoz socialista, Antonio Hernando, declaró "abierta la senda" de entendimiento del PP con nacionalistas e independentistas, y le animó a consolidarla, a convertir esos "votos secretos" en "votos públicos" para la investidura, aunque siempre dejando claro "a cambio de qué" recibe esos apoyos. Pablo Iglesias, mientras, mostraba su "sorpresa" por el comportamiento de CDC y PNV, pues en la práctica supone "comprometer severamente" la vía de un Gobierno alternativo al de Rajoy.

Foto: Mariano Rajoy, durante su comparecencia ante los periodistas en los pasillos del Congreso tras la constitución de la Mesa de la Cámara Baja, este 19 de julio. (EFE)

El presidente en funciones siguió mirando a los socialistas. Pero estos intentaron quitarse el muerto de encima. "¡Se acabó la presión!", exclamaba eufórico a la salida del pleno un destacado dirigente de la cúpula parlamentaria, muy cercano a Sánchez. Un sentimiento de desahogo que era compartido por otros muchos diputados y dirigentes del partido y que era visible en los rostros.

El PP le cede un puesto en la Mesa del Senado al PNV

Presumir la abstención es ir lejos aún

Distintos dirigentes reconocían que el 'pacto' soterrado del PP con los nacionalistas "no prefigura" el camino de la abstención al presidente en funciones para la investidura. Pero esa señal -"y los gestos en política cuentan", apuntaban- sí carga de fuerza a los argumentos esgrimidos por el PSOE, que ha venido insistiendo en que los populares han de tratar de entenderse con sus semejantes ideológicos. "Es evidente que nos viene bien, aunque sea algo iluso pensar que CDC y PNV vayan a abstenerse y resolver la reelección de Rajoy", admitían con palabras casi calcadas varios responsables críticos con Sánchez.

Tardà: "Si alguien cree que hemos votado al PP, que quede claro que es tonto o no conoce a ERC"

"Esto marca un punto de inflexión. Ahora que se consolida esta vía del PP con los nacionalistas, es más fácil que el PSOE se abstenga, y nos ayuda a reafirmarnos en el no. Está claro que nos quita presión", aseguraba una diputada que para nada comulga con el secretario general, pero a la que no le dolían prendas en reconocer que el capítulo de ayer forzaba "la unidad del PSOE", siquiera momentánea y rara, cuando las espadas por el control del partido siguen en alto.

Los críticos reconocen que el gesto de CDC y PNV "viene bien" al PSOE, le "quita presión" y marca "un punto de inflexión" de cara a la investidura

En la dirección socialista advertían de que "de repente, el viento empieza a soplar en una dirección, y no es casual". "La Fiscalía ha rechazado acusar a Artur Mas por malversación en la consulta del 9-N, único delito que le acarreaba penas de cárcel, el Gobierno catalán está ahogado de pasta, CDC necesita grupo... Si el PP ha sabido buscar apoyos para una cosa más intrascendente, como asegurar las vicepresidencias primera y tercera de la Mesa del Congreso, y ha recabado 179 votos con la careta de 'Anonymous', pues que se afane en procurarse la investidura", decían fuentes próximas a Hernando, que celebraban que a los populares se les hubiera "ido la mano" con sus acuerdos, hasta el punto de forzar un gesto que era innecesario. "Ha sido bastante clarificador, porque es una manera de visualizar, con votos, lo que exigimos, que Mariano debe arreglárselas con las derechas", abundaba una integrante de la cúpula parlamentaria, que a su vez emplazaba a CDC y PNV a "explicar" su voto para la Mesa, y a que se dirijan a ambos partidos las preguntas y "no se escapen" de los medios, como hicieron este martes.

El PSOE cree que los nacionalistas "han abierto una senda" en apoyo a Rajoy

Los responsables críticos sumaban a ese mensaje al PP otro para Podemos y, de soslayo, para el secretario general: lo ocurrido en el pleno de constitución del Congreso demuestra, a su juicio, "que no hay Gobierno alternativo posible, porque PNV y CDC no son de izquierdas". "En suma, ni dan los números, ni hay una mayoría progresista", advertían desde la cúpula de dos federaciones de mucho peso.

¿Blanqueo de los nacionalistas?

No obstante, pese a los castillos que se construían los dirigentes socialistas, sanchistas o no, la investidura sigue estando en el mismo punto complicado que ayer y anteayer. Ciudadanos no ha tornado al sí y aún se antoja difícil que el PNV, con unas elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, y una formación independentista como CDC, que pilota el barco de la desconexión de España, opten por facilitar la investidura de Rajoy, que al menos hasta ahora ha sido poco sensible a las demandas nacionalistas. El PSOE, de momento, puede despejar el balón -"antes nos miraban solo a nosotros, ahora pueden mirar a más partidos", indicaban, por ejemplo, en el entorno de la andaluza Susana Díaz-, pero sabe que la pregunta sigue cayendo del mismo lado: en su tejado.

La reelección de Rajoy, sin embargo, sigue estando en el mismo punto: C's no ha dado el sí y parece difícil que PNV y Convergència den su abstención

Ferraz mantiene inalterable el no ahora y en todas las votaciones a Rajoy, y sigue sin descartar ni las terceras elecciones ni liderar una alternativa en caso de que el PP tropiece. No lo ha hecho Sánchez en ningún caso, y este martes tampoco lo hizo su número dos, César Luena, en la Ser: "Puede formar parte de la lógica" que dé el paso la segunda fuerza más votada, aunque también es cierto que ya lo intentó en la pasada legislatura y no lo logró. Algunos críticos que recelan mucho de los movimientos del líder creen que la dirección pretende "blanquear a los nacionalistas" aplaudiendo que hablen con el PP para que luego sea más difícil vencer las resistencias internas en caso de que la pelota pase a Sánchez, y así pueda buscar una mayoría con Podemos y los independentistas.

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Por el momento, el PSOE se toma un respiro. Emplaza a Rajoy a que vaya a la investidura y se granjee los apoyos necesarios, y no le mire siquiera. Y el 'pacto' con CDC y PNV les "carga de argumentos". Aunque sea por unos días. Lo ideal para ganar tiempo al tiempo y permitir a Sánchez apartarse de los focos una vez más tras el 26-J.

Aplausos ahora a lo que antes era anatema

Ya nadie parece rasgarse las vestiduras por la alianza, explícita o implícita, de un partido de implantación nacional -ahora el PP- con nacionalistas e independentistas. No hay críticas en la derecha, pero tampoco en el PSOE, al que le "parece bien" que Mariano Rajoy se entienda con esas fuerzas. 

Ni en Ferraz ni en los territorios se critica el pacto de la derecha con los soberanistas. Aunque eso no ocurría de puertas adentro. En diciembre, el comité federal ató en corto al secretario general, advirtiéndole de que no podía ni sentarse a dialogar con quienes defendieran el derecho de autodeterminación o con partidos que buscan romper España. Pedro Sánchez no se salió de esa hoja de ruta y subrayó que no haría descansar nunca la gobernabilidad en los independentistas. 

Los críticos nunca llegaron a fiarse de él, y ahora piensan que esa posibilidad, un pacto con Podemos y los nacionalistas, no se ha enterrado del todo. Estos dirigentes, para explicar su posición, sostienen que tampoco creen positivo para el país un acuerdo del PP con los independentistas, pero también defienden que Rajoy se entienda con fuerzas cercanas ideológicamente

El presidente asturiano, Javier Fernández, animó este martes al presidente en funciones a conseguir un pacto como el que ha trenzado para la Mesa de cara a su investidura, y a seguir el ejemplo de José María Aznar en 1996, cuando firmó un pacto con PNV y CiU. Fernández, uno de los barones más críticos contra Sánchez, aseguró que "sería una insensatez" que los socialistas bloqueasen ahora la formación de gobierno liderado por el PP, y más cuando no hay una alternativa entre la izquierda y cuando no deberían repetirse las elecciones, informa Efe.

El PSOE vio el cielo abierto en 10 votos. Las 10 papeletas sin firma ni adscripción que aseguraron con holgura para PP y Ciudadanos las vicepresidencias primera y tercera del nuevo Congreso, y que solo podían proceder de los nacionalistas y, más concretamente, de la antigua Convergència Democràtica y de PNV. Una decena de votos anónimos extra que, sumados a los 169 que por sí mismos aglutinan las dos formaciones de la derecha, garantizarían la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno sin que los socialistas tuvieran que mancharse. Eso es lo que quieren los de Pedro Sánchez, que el jefe del Ejecutivo en funciones se emplee a fondo en consolidar esos apoyos con los que no contaba y deje de mirar a Ferraz. Una poderosa esperanza -aunque con cimientos aún poco sólidos- a la que oficialistas y críticos se agarraban para sacudirse, siquiera por un día, la presión por su voto en la investidura.

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