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Verstrynge, con Podemos: “A Iglesias no hace falta llevarle en burro a La Moncloa”
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Verstrynge, con Podemos: “A Iglesias no hace falta llevarle en burro a La Moncloa”

Treinta años después, el exsecretario general de Alianza Popular (AP) vuelve a hacer campaña a pie de calle. Pero esta vez en favor del partido morado. Así ha sido

Foto: Verstrynge, en la sede de Podemos en Guadalajara.
Verstrynge, en la sede de Podemos en Guadalajara.

Son las dos de la tarde y un Saab blanco con aspecto destartalado avanza bajo el Sol del corredor del Henares. En el salpicadero luce una cajetilla azul de Gitanes mientras el conductor apura las últimas caladas de su cigarrillo de tabaco negro francés. “Lo que ha hecho Pablo es un caso de estudio, ¿sabes? Algún día se tendrá que hacer una tesis o un libro sobre cómo Podemos, en dos años y medio, pasó de la nada a tener opciones a La Moncloa”, asegura el piloto. Un controvertido personaje político que ha recorrido buena parte del arco político: Jorge Verstrynge.

Apenas unas horas antes el exsecretario general de Alianza Popular (AP), el antecedente del Partido Popular (PP), ha comparecido en un juicio por la multa impuesta a raíz del escrache a la vivienda de la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. Al salir del Juzgado, el hombre al que los populares deben todavía la estructura organizativa con que se mantiene el partido ha pasado por casa, el tiempo justo de coger las llaves del coche y salir zumbando hacia Guadalajara para hacer campaña por Podemos. Y El Confidencial le ha acompañado.

Al fin y al cabo, Verstrynge volvía a repartir propaganda por las calles treinta años después de su última campaña electoral. Fue en las elecciones generales de junio de 1986, tres décadas justas, como número dos 'aliancista'. “Joder, sí que ha pasado tiempo”, expresa con sorpresa cuando se le comenta el aniversario. Ahora lo hace como “electrón libre” -según su propia denominación- para el partido morado.

“Allons enfants de la Patrie...”. Los compases de 'La Marsellesa' suenan como tono de llamada del móvil. “Deben ser los chicos de Ariel”, asegura, en alusión al cabeza de lista por Podemos en Guadalajara, Ariel Jerez, otro de los profesores del 'clan de Somosaguas' de la Facultad de Ciencias Políticas. El teléfono deja de sonar y la conversación vuelve a los inevitables derroteros políticos. “Si pierde es normal que Mariano se vaya a su casa, o lo quieran llevar. Es una cuestión generacional. Nosotros, los viejos, tenemos que quedarnos para apoyar. Es la hora de los jóvenes, y eso también en el PP. Es lícito, es normal y es bueno”, reconoce el profesor, que bombardea con preguntas y análisis sobre la situación en Ciudadanos, en PSOE y en Podemos.

El motor del coche sueco se relaja al enfilar el centro de Guadalajara, donde ondean dos banderolas de PSOE y Ciudadanos. “Mira, aquí sigue vigente el pacto Sánchez-Rivera”, advierte con sorna.

Guadalajara, campo de batalla

En la calle Mayor de la capital alcarreña el calor se hace notar. Genoveva Bueno, más conocida como Geno entre sus compañeros y número tres al Congreso por Guadalajara, recoge los trastos de la mesa colocada por su formación. Los cabezas de listas a Congreso y Senado, Ariel Jerez y Bego Rojas, llegan al lugar después de haberse pateado la ciudad. La mañana ha sido intensa porque se espera la visita, el miércoles, de Pablo Iglesias. Y eso son palabras mayores.

Los saludos con el comité de campaña, media docena de personas, son rápidos. Unas cuantas fotos para las redes sociales, una firma del famoso catálogo programa (“Cuando pasa alguien del partido le hago que me lo firme”, confiesa su propietaria) y rumbo al Casino para un aperitivo rápido y una comida austera.

Hay un contraste evidente a priori entre lo que representa Podemos, o su imagen, y el establecimiento, muy 'vintage' -o 'demodé'- con salones donde las mesas de juego conservan su tapete verde de otros tiempos. Pero el menú es barato (10 euros) y el sitio, tranquilo. El almuerzo discurre, cómo no, en torno a la situación política, al partido y a la campaña electoral. “Guadalajara es un hueso duro de roer, es una zona muy conservadora”, reconoce Jerez, que también advierte cambios con respecto al 20-D: “Hay algo más de pasotismo en la gente, mucha hartura después de los últimos meses”.

Su gente está convencida de que esta vez podrán contar con escaños en base a algunas percepciones: ha aumentado el interés de la gente mayor y el número de personas que piden papeletas para votar con discreción. “Parece mentira pero en los pueblos, en 2016, todavía hay gente que no quiere exteriorizar su voto a Podemos”, explica otra de las anfitrionas, Azucena.

Desde luego, Guadalajara está 'on fire' esta campaña. La semana pasada acudió Albert Rivera y poco después lo hizo Mariano Rajoy. Y este miércoles se espera una visita relámpago del propio Iglesias.

El personal anda motivado pero la tarea de Verstrynge no es sólo hacer campaña sino también elevar la moral. “¡Mirad lo que habéis conseguido en un par de años, hombre!”, anima. “Y eso sin estructura de partido, con gente sin dedicación exclusiva y con medios de lo más humildes”. Pero no todo es política como tal. “Lo mejor en campaña es tomar mucho gazpacho y Sargenor, que es aspartato de arginina. Os lo digo por mi propia experiencia”, recomienda a los candidatos, que toman nota. Otros preguntan todo tipo de curiosidades: desde cómo era Manuel Fraga a cómo mejorar una campaña electoral.

Una campaña de 1.693 euros

A las cinco de la tarde el comité pone rumbo a la sede de Podemos en Guadalajara. Un pequeño local atestado de militantes que están dedicados en cuerpo y alma a doblar papeletas electorales para el Senado y a encartarlas en sobres. La labor es aburrida e ingrata pero es lo que toca. Cuando Verstrynge entra por la puerta hay aplausos y los podemistas se vienen arriba. “¡Sí se puede, sí se puede!”, corean a voz en grito. Pablo Iglesias, sonriente desde un cartel, observa la escena.

Manos a la obra. El invitado llegado desde Madrid toma asiento y comienza la labor como uno más tras algunas fotos. Y no puede evitar sonreírse cuando le informan de que el pequeño local fue hasta fechas muy recientes la sede de UPyD en la ciudad. Claro que las sonrisas se tornan en gesto de preocupación cuando también le exponen la dificultad de hacer frente al alquiler. O la pedrada que rompió el cartel con el nombre del partido en la fachada.

Y es que esta es una campaña humilde en comparación con la de los grandes partidos. “El buzoneo para el Congreso lo paga la estatal pero el del Senado lo abonamos nosotros”, apunta Fernando Plaza, secretario general de Podemos en Guadalajara. Plaza, que tuvo una breve experiencia política en la Izquierda Unida de Julio Anguita de los años 90, cuenta que retomó el interés con el surgimiento del partido morado porque “no querían ser una simple bisagra”. A partir de ahí entró en una espiral en la que le roba horas al sueño, a la familia y al ocio: “El que peor lo lleva es mi hijo de 6 años. A ver cómo le explicas que estás haciendo algo para que el día del mañana su futuro sea mejor”.

La economía es (casi) de guerra. Una asignación de 1.693 euros para hacer campaña por toda la provincia y unos 4.000 euros conseguidos gracias a microcréditos de afiliados y militantes. Un núcleo duro y activo de unas 25 personas aunque en situaciones de movilización total pueda reclutarse a tres centenares.

Octavillas a pie de calle

Son las siete pasadas y toca movilización callejera de nuevo. Un puñado de afiliados vuelven a plantar el stand de Podemos en la calle Mayor y hay que apoyarles. Pero antes, Jerez, Rojas y Verstrynge compran miel para el líder de Podemos en un veterano establecimiento y dan un paseo para visitar la Biblioteca. Algunos espontáneos saludan al profesor y comentan sus apariciones televisivas. El poder de la pequeña pantalla se hace notar.

“Yo creo que al salir en la televisión y haber estado en la derecha, alguna gente que no nos cogería la propaganda lo hace”, comenta Nico, encargado de las redes sociales. Verstrynge sube y baja la calle con su paquete de octavillas. Con unos tiene más suerte que con otros. No faltan quienes le reconocen y le hacen algún comentario. Otros pasan en silencio. Lo normal.

“A mí es que esto me gusta. El trato con la gente lo disfruto mucho. Todavía recuerdo la que se armó cuando decidí hacer campaña a pie de calle en las municipales de 1983 por AP incluyendo a Vallecas, que entonces era un 'feudo rojo' sobre el que parecía que no se podía poner un pie si, como poco, no tenías carné del PSOE. Es lo que yo llamo el 'maning', de ir dando la mano”, recuerda sobre su enfrentamiento electoral con Enrique Tierno Galván y su presencia en el barrio madrileño, donde llegaron a recibirle con una botella que le golpeó de refilón.

Calle arriba, calle abajo, la enjuta figura del profesor y contertulio continúa repartiendo propaganda hasta las ocho y media pasadas. Es hora de regresar a Madrid. Abrazos y besos de despedida, peticiones de regreso tras las elecciones y cruces de dedos: “¡Que haya suerte!”

De Fraga a Iglesias (y Sira)

El Saab vuelve al trote por el corredor del Henares. En una de las salidas de Guadalajara aparece por el carril contrario un imponente Seat 1500. Un comentario sobre el coche da pie a una conversación de regreso a tiempos pretéritos. En los años 80, cuando le consideraban el 'delfín' de Fraga, llegó a asegurar que llevaría al 'patrón' de la derecha a La Moncloa aunque fuera a lomos de un pollino. “A Pablo no hace falta llevarle en burro, se basta él solo”, contesta con viveza cuando se le pregunta por el mismo método para el líder de Podemos.

La siguiente pregunta va a bocajarro: ¿por qué ahora sí participa en actos electorales y tiempo atrás fue vetado por algunos sectores de Podemos? “Supongo que el partido también va cambiando. En todo caso, antes de la campaña me invitaron en Oviedo y en Logroño a dar charlas y participaré en el acto final en Córdoba. También estaba previsto Jaén pero al final se ha caído de agenda. Cosas que pasan".

El coche llega al centro de Madrid con el tubo de escape cada vez más cascado. "A ver, para mí lo importante no es de dónde se viene sino a dónde se va. Pónlo por ahí si quieres". No es el único consejo: "Puedes titular la crónica 'El retorno del Jedi', jajaja. Aunque pensándolo bien, ya estoy muy mayor para eso. Bueno, pon lo que gustes". Sira, una joven perrita boxer, salta alrededor de su amo buscando caricias cuando abre la puerta de su casa.

Así ha sido un día de campaña con Verstrynge, apóstol a pie de calle de Podemos.

Son las dos de la tarde y un Saab blanco con aspecto destartalado avanza bajo el Sol del corredor del Henares. En el salpicadero luce una cajetilla azul de Gitanes mientras el conductor apura las últimas caladas de su cigarrillo de tabaco negro francés. “Lo que ha hecho Pablo es un caso de estudio, ¿sabes? Algún día se tendrá que hacer una tesis o un libro sobre cómo Podemos, en dos años y medio, pasó de la nada a tener opciones a La Moncloa”, asegura el piloto. Un controvertido personaje político que ha recorrido buena parte del arco político: Jorge Verstrynge.

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