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Iglesias y Rivera se enzarzan en su nuevo cara a cara y certifican la guerra entre emergentes
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tenso primer debate de la precampaña

Iglesias y Rivera se enzarzan en su nuevo cara a cara y certifican la guerra entre emergentes

La nueva política entierra la cordialidad. Rivera e Iglesias juegan un tenso 'partido de vuelta' en 'Salvados' con un objetivo: dejar claro que jamás compartirán una opción de gobierno

Foto: Pablo Iglesias y Albert Rivera durante el segundo cara a cara en 'Salvados'. (Raúl Guerrero / La Sexta)
Pablo Iglesias y Albert Rivera durante el segundo cara a cara en 'Salvados'. (Raúl Guerrero / La Sexta)

Era el partido de vuelta. La esperada segunda parte del cara a cara que hubo en la precampaña del 20-D en el bar Tío Cuco de Nou Barris, en Barcelona. La venganza, si se prefiere, llegó al Círculo de Bellas Artes de Madrid este domingo para ratificar lo que en los últimos cuatro meses sucedió en el panorama político español: los nuevos partidos están enfrentados, las ideas compartidas de regeneración para ‘derrocar’ al bipartidismo han pasado a un segundo plano y, por no existir, ya ni existe cordialidad entre los dos líderes emergentes.

[Lea aquí: 'Rivera-Iglesias: el que da primero, da dos veces']

El secretario general de Podemos apostó por una corbata negra en su reaparición y el presidente de Ciudadanos optó por hacerlo en mangas de camisa. A solo tres semanas de que comience la campaña definitiva, la del 26-J, los dos dirigentes se batieron en un duelo dialéctico que demostró sin dificultad la lejanía ideológica que existe entre ambos. Aseguraron no haberse ido nunca de cañas juntos… y no hizo falta que lo prometieran. Se enzarzaron hablando de futuros pactos, de los refugiados que se quedan a las puertas de Europa y, cómo no, del tema ‘estrella’ de la campaña: Venezuela. Hasta Amancio Ortega fue objeto de discusión cuando Rivera acusó a su rival de haber llamado al dueño de Inditex “criminal” mientras Iglesias lo negó con cierta indignación. La guerra entre emergentes había comenzado.

Fueron varias las ocasiones en las que el moderador de 'Salvados' (La Sexta), Jordi Évole, instó a los participantes a recuperar el tono cordial del bar Tío Cuco. Pero no fue posible. Lo primero que hicieron fue hablar de pactos pasados y futuros. Ciudadanos no se salió del guion: el mantra de Rivera culpando a Podemos de haber impedido “junto al PP” que hubiera Gobierno fue el esperado. “Para vosotros es un chollo que siga un Gobierno del PP, inmovilista y con casos de corrupción”, atizó el líder naranja. Iglesias respondió con mayor naturalidad que su adversario: “Nosotros lo que queremos es un Gobierno progresista, y la impresión que yo tengo es que vosotros permitís que lo peor del PP y lo peor del PSOE siga en Madrid y Andalucía”.

Precisamente el Partido Socialista fue el único punto en común que encontraron. La novia que Iglesias y Rivera quieren porque sospechan que el enamoramiento puede llegar después del 26 de junio. El candidato de Ciudadanos insistió en defender el acuerdo firmado con Pedro Sánchez, puso en valor su capacidad de pactar con una fuerza distinta a la suya y aprovechó en más de una ocasión para reprochar a Iglesias aquella frase que tanto hirió a las filas socialistas en sede parlamentaria cuando en referencia a Felipe González habló de “la cal viva”. Pero el líder de Podemos quitó hierro al asunto y abrió el melón que realmente importa a los votantes: los nuevos pactos que vendrán. “Hay dos opciones para un Gobierno. Uno en el que esté el PP y otro con Podemos. Tenderemos la mano al PSOE como hasta ahora. Dijimos una cosa y seguimos diciendo lo mismo”, zanjó Iglesias, consciente de que su rival no podría ser igual de contundente.

El candidato de centro reiteró su voluntad de sentarse a la mesa de negociación con populares y socialistas después de las elecciones, y descartó hacerlo con Podemos, o "el partido comunista”, por tener modelos antagónicos. Iglesias aprovechó para afirmar -al calor de las últimas encuestas- que la opción que él lidera es ya “la opción más fuerte para ganar al PP” y se burló de Ciudadanos por defender la gran coalición “desde una postura extraña” porque para eso, matizó, “no hacéis falta”.

El debate internacional cruzó el charco hasta aterrizar en Venezuela, asunto sobre el que el clima de cordialidad entre los dirigentes fue irrecuperable

La discusión se extendió a la educación concertada -uno de los grandes temas de la campaña-, la sanidad pública, el desempleo y las exigencias de Bruselas… pero el plato fuerte llegó a la hora de debatir sobre el drama de los refugiados. Faltó respeto en los turnos de palabra y la tensión empezó a subir irremediablemente. Rivera recuperó el “no te pongas nervioso, Pablo” tan sonado entre todos los líderes políticos durante los debates del 20-D y defendió la obligación de “dar asilo político a la gente que huye de la guerra”, recordando su reciente viaje a un campo de refugiados en Grecia. Iglesias criticó las palabras de su rival político e incluso lanzó un dardo difícil de esquivar: “¿A esas personas les dijiste que querías bombardear su país?”. La respuesta fue inmediata: “Tu demagogia es insultante”, replicó el líder centrista.

El debate internacional cruzó el charco hasta aterrizar en Venezuela, asunto sobre el que el clima de cordialidad entre los dirigentes fue irrecuperable. Rivera reprochó a Iglesias “su falta de ayuda en la crisis humanitaria existente en el país” e incluso le hizo una petición: "Tú que tienes mano, que conoces a la gente del Gobierno de Maduro, ayúdanos a sacar a los presos políticos". Afirmación que no gustó al secretario general de Podemos, que aprovechó para calificar el viaje del dirigente naranja a Caracas de “sobreactuación” y a quien acusó de “preocuparse por los derechos humanos según dónde” y de “hablar de Venezuela porque ayuda electoralmente”. Las interrupciones fueron constantes y los reproches, reiterativos. “Tú puedes ayudarnos”, remachaba Rivera. “Lo mismo que dice el PP, es lo que dices tú”, insistía Iglesias.

De nuevo fue Évole quien zanjó el jaleo lanzando otra pregunta al aire: y que, aunque se trataba de responder si era más fácil prometer que gobernar, los candidatos a la presidencia prefirieron obviar para retomar el debate de los pactos y ‘colocar’ su mensaje, que era de lo que se trataba. Rivera se defendió de los ataques de Iglesias por “criminalizar a votantes del PP y PSOE” justificando su postura de centro e Iglesias auguró la intención de Ciudadanos de pactar con los populares… lanzando, eso sí, un mensaje claro: Unidos Podemos solo contempla un Gobierno en coalición con los socialistas y esperan “contar con él”. El turno de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez llegará finalmente el 13 de junio, cuando a solo 12 días para la cita final con las urnas y en un debate a cuatro, deberán pronunciarse entre hipótesis y ofertas de la nueva política.

Era el partido de vuelta. La esperada segunda parte del cara a cara que hubo en la precampaña del 20-D en el bar Tío Cuco de Nou Barris, en Barcelona. La venganza, si se prefiere, llegó al Círculo de Bellas Artes de Madrid este domingo para ratificar lo que en los últimos cuatro meses sucedió en el panorama político español: los nuevos partidos están enfrentados, las ideas compartidas de regeneración para ‘derrocar’ al bipartidismo han pasado a un segundo plano y, por no existir, ya ni existe cordialidad entre los dos líderes emergentes.

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