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La semana decisiva (otra más) de Sánchez
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EL DIFÍCIL CAMINO HACIA LA INVESTIDURA

La semana decisiva (otra más) de Sánchez

Llega la hora de la verdad para el líder del PSOE: afronta el cierre de los pactos, la cita a cuatro con Podemos, IU y Compromís, la consulta a las bases y el comité federal. Todo en apenas 7 días

Foto: Pedro Sánchez, durante la reunión de la ejecutiva federal que siguió a las últimas elecciones generales, el pasado 21 de diciembre en Ferraz. (Reuters)
Pedro Sánchez, durante la reunión de la ejecutiva federal que siguió a las últimas elecciones generales, el pasado 21 de diciembre en Ferraz. (Reuters)

Todo puede pasar. En el carrusel en el que se ha convertido (más que nunca) la política española, todo puede ocurrir esta semana. Desde que Pedro Sánchez logre conquistar lo imposible -un acuerdo con Podemos y Ciudadanos- hasta que se conduzca al pleno de investidura sin más apoyos que los puestos pese al mes de negociaciones y se visualice la dolorosa imagen del fracaso. Nada está escrito y nadie sabe muy bien dentro del PSOE cuál es su más inmediato futuro. Los movimientos del tablero se aceleran, porque se agota el tiempo, y cada quiebro, como una pieza de dominó, remueve el árbol. Sánchez se juega su pellejo (otra vez más), y se aproxima al puente que le llevará a La Moncloa o al abismo que le condene como candidato fallido, a la espera de que de aquí hasta mayo sus opciones rebroten o se marchiten. Llega a una semana decisiva, como coinciden muchos en su partido, aunque el líder está acostumbrado a sobrevivir en la adversidad. Llega, eso sí, con la fortaleza de haber ocupado el centro del escenario durante casi un mes y sin ruido de sables interno.

Todo es cuestión de muy pocos días, cuando ya se han cumplido 63 desde el 20-D y quedan 10 para que arranque el pleno de investidura. El secretario general pretende cerrar en las próximas horas su acuerdo con Ciudadanos. Su equipo se reunirá, este lunes, a las 16.30 horas, con Podemos, Izquierda Unida-Unidad Popular y Compromís, una cita que a priori parece abocada al fracaso, por mucho que el PSOE se proclame "optimista". También quiere rematar su alianza con Compromís, IU-UP y PNV, con quienes las conversaciones están ya muy avanzadas. Y, si hay fumata blanca, Ferraz tendrá que convocar la consulta a la militancia. Bien para pronunciarse sobre esos pactos o, si no llegan, como ya se baraja, para promover el respaldo de las bases al proceso de negociación emprendido de Sánchez. Una vía directa para blindarse ante los suyos.

Y es que aún se puede quedar algún socio por el camino y, en la mejor de las hipótesis, afianzar esos pactos bilaterales no tiene por qué traducirse en votos 'sí' a la investidura. La política no son nunca matemáticas, y menos ahora, cuando todos -también el PSOE- miran de reojo la posibilidad de nuevas elecciones el 26 de junio, en caso de que la resolución del sudoku del 20-D se pruebe imposible. Ahora llega la hora de la verdad, en la que todos deben mostrar sus cartas. En la que se deje "el mareo", como dijo el jueves Alberto Garzón.

Garzón: "Si no hay un acuerdo progresista será porque PSOE y Podemos no se han puesto de acuerdo"

El giro de Garzón

Precisamente fue el portavoz de IU-UP el que desbarató la estrategia hilvanada por Ferraz, asfaltando una pista de aterrizaje tan suave para Pablo Iglesias como para que pudiese ceder en su pretensión de exponer su documento programático sí o sí a Pedro Sánchez. Garzón propuso la reunión a cuatro -PSOE, Podemos, IU y Compromís- para desatascar el bloqueo, y enseguida fue aceptada por Pablo Iglesias y por el valenciano Joan Baldoví. Sánchez tardó más de 24 horas en contestar. Recogió el guante. Aunque de inmediato sobrevinieron las discrepancias sobre las mismas expectativas del encuentro. Para Iglesias, es un adelanto de la "foto del nuevo Gobierno". Para el PSOE, una simple reunión más de entre todas las que ha mantenido desde que, el 2 de febrero, el secretario general recibiera la encomienda del Rey de intentar formar Ejecutivo. Garzón, en su carta de vuelta a los tres líderes, remitida hoy, les pide flexibilidad y que todos hagan "lo posible" para derribar al PP.

El encuentro a cuatro parece abocado al fracaso: Podemos quiere Ejecutivo de coalición, el PSOE rechaza el referéndum y hablar ya de sillones

El áspero cruce de declaraciones públicas -la negociación está siendo muy opaca y, desde luego, lejos de la "luz y taquígrafos" y hasta el 'streaming' que prometió Sánchez- ha dejado ver que el acuerdo con Podemos es casi imposible. Como sostuvo Antonio Hernando este sábado, el portavoz socialista, es posible el pacto sólo si Iglesias "no se empeña" en el referéndum en Cataluña, en el "control político" de determinados órganos, en una política económica "que no es realista" y en "vetar" los acuerdos con Ciudadanos. Y tampoco quiere hablar de "sillones", sino de las políticas. Iglesias considera irrenunciable un Gabinete de coalición, y ya ha adelantado que no respaldará ni un acuerdo de investidura ni un pacto de legislatura. O todo o nada. A ello acompaña el peor 'feeling' de Sánchez con Iglesias y la irritación de cuadros y militantes del PSOE con el jefe de la formación morada.

A la reunión a cuatro el equipo socialista acudirá, previsiblemente, con un documento bastante ultimado con Ciudadanos. Si nada se tuerce, porque las discrepancias mayores conciernen a la política fiscal y el mercado laboral. Este domingo la formación naranja, tras su ejecutiva, ya advirtió de que no firmará un acuerdo "a cualquier precio" y de que cuanto más se acerca la fecha límite, el acuerdo global "está en riesgo". Su número dos, José Manuel Villegas, volvió a insistir en que "no hay posibilidad alguna" de un pacto en el que entre Podemos, "por ideología y por programas". Ferraz quiere amarrar los 40 votos de C's porque, aunque Sánchez se estrellara en la investidura, al menos podía exhibir un acuerdo con la cuarta fuerza en el Congreso, y sumar 130 escaños, por encima de los 123 que obtuvo el PP el 20-D.

Emergentes antagónicos e incompatibles

Sánchez desplegó desde el primer día una estrategia: mirar a izquierda y derecha para armar ese "Gobierno progresista y reformista" que desea. Pero sabe, también desde el primer día, que los dos emergentes se han proclamado antagónicos e incompatibles. C's quiere hacer de puente con el PP, mientras Podemos asegura que nunca votará al candidato socialista si firma un acuerdo con Rivera.

Ciudadanos advierte de que aún no hay acuerdo en asuntos "importantes"

Hasta ahora, Ferraz había diseñado una táctica que, sobre el papel, funcionaba: ir avanzando a la vez con C's, Compromís, IU y Coalición Canaria. Eso permitía a Sánchez disponer de un contrapeso de izquierdas, escaso numéricamente -la coalición valenciana aporta cuatro escaños, e IU-UP, dos-, más digerible para la militancia y, sobre todo, una poderosa herramienta para presionar a Podemos. Si IU y Compromís quedaban dentro de la parcela socialista, Iglesias tendría más difícil argumentar su 'no' a la investidura.

El PSOE pretendía acorralar a Podemos atando el 'sí' de C's, IU y Compromís. Ahora avisa de dos opciones: o Sánchez o un Rajoy rodeado por la corrupción

Pero, como dice una dirigente socialista que conoce muy bien el aparato, "los demás actores también se mueven". Y se movieron. IU y Compromís avanzaron que sería más más difícil votar 'sí' si en el pacto no está Podemos, porque su apuesta es la de un Ejecutivo de progreso. Si contara con la abstención de C's, mejor, pero no con su concurso activo. A la vez, Rivera, como anticipan algunos cuadros socialistas, podría no saltar al 'sí' si no hay garantías de que Sánchez sale investido, porque supondría quemarse antes de tiempo cuando el horizonte de nuevas elecciones no se despeja y se juega recibir más votantes del PP.

El PSOE ve "mimbres" para un acuerdo con Podemos, si no se empeña en imponer sus vetos

El equipo negociador quiere avanzar, avanzar, avanzar. Hasta tal punto que a las formaciones con las que dialoga tengan complicado dar marcha atrás o no prestar su respaldo. Ya se ha lanzado un nuevo mensaje, que se repetirá mucho de aquí al pleno de investidura, como advierten en Ferraz: el 3 de marzo -primera votación- o el sábado 5: sólo hay dos alternativas: "O se vota 'sí' a Pedro Sánchez en un Gobierno del cambio o se permite que Mariano Rajoy siga en funciones con toda su corrupción". Palabras de este sábado de Antonio Hernando, calcadas a las del viernes de Óscar López. "Hoy es posible un cambio en España. Hoy es posible que arranque la legislatura y que no haya elecciones como quieren otros", rubricó hoy César Luena, el número dos, desde Toledo.

Rematando con C's, IU y Compromís

En efecto, hay avances. Con CC ya hay pacto finiquitado. Con Compromís, con quien ayer se reunió el PSOE durante cuatro horas, el pacto está ya encarrilado, y apenas queda un encuentro más -probablemente, a partir del martes- para rematar el acuerdo, según confirmaron a este periódico las dos partes, aunque el sentido del voto dependerá del "escenario final". Únicamente resta "perfilar la redacción". Con IU o Ciudadanos, la senda es semejante.

Ferraz baraja si pide el aval de la militancia al proceso de negociación en caso de que no logre cerrar los acuerdos antes de que toque convocar la consulta

Las siguientes jornadas serán claves para desbrozar el panorama. A Sánchez se le acerca también la hora de elegir. Porque "en algún punto se bifurca el camino" y hay que optar, recuerdan los veteranos. O izquierda o derecha. Ninguna suma da por sí sola. La primera requeriría de la abstención de los independentistas, que Sánchez -y sobre todo los barones críticos- no quiere, y la segunda, o la abstención del PP o la de Podemos, hoy imposibles. "Ni a Compromís, ni a C's, ni a ninguno le interesa apoyar porque la investidura no sale. En el fondo de todo, está que tenemos sólo 90 escaños, y con ellos es muy difícil gobernar", analiza un dirigente que observa con inquietud los movimientos de las últimas semanas.

César Luena ve "avances" en la negociación

El reloj corre imparable. Y Sánchez tiene otro deber ineludible. Cerrar la negociación para poder citar a su ejecutiva y que esta convoque tanto la consulta a la militancia como el comité federal. La fecha que se baraja para la votación en urna es el sábado 27, pero el sufragio online comenzaría, según el reglamento, dos días antes, el jueves 25. Conclusión: la dirección ha de convocar el referéndum, como tope, este miércoles. Pero aún no hay nada claro. Ni si llegará a tiempo el acuerdo (y con quién), si habrá consulta y cuál será la pregunta.

Las dudas del referéndum

En Ferraz, como indicaron fuentes socialistas consultadas por este periódico, se baraja una fórmula para el caso en que no se cierren los pactos antes del miércoles y se mantenga en pie el plebiscito: pedir a la militancia que respalde el proceso de negociación liderado por Sánchez, sin más precisiones. Un formato que le serviría para tener manos libres hasta la votación del 5 de marzo y aun después, si mantiene su condición de candidato designado por el Rey. Los críticos recelan porque creen que el secretario general quiere usar la consulta para "blindarse" en el poder y esquivar el control de los barones en el comité federal. Estos, no obstante, podrán pronunciarse después de las bases, en principio el 29 de febrero. La dirección publicitó el gesto del líder como una profundización democrática en el PSOE.

Si Sánchez no logra la investidura, puede reabrirse la batalla interna, aunque para entonces habrá quedado reforzado por el referéndum a las bases

El referéndum -un plebiscito 'Pedro sí o Pedro no'- es una baza que puede ayudar a reforzar a Sánchez. El único riesgo es que lo empañe una baja participación. La comparación inevitable es con las primarias internas de 2014, en las que el diputado madrileño salió elegido secretario general: 132.850 votos emitidos, el 66,76% del total (198.123). Ahora, los afiliados podrán votar telemáticamente durante tres días, y no sólo en urna.

Esta semana marcará el tablero político de Sánchez y las posibilidades de que España tenga un nuevo Gobierno. Como dicen algunos inquilinos de Ferraz, el ambiente está enrareciéndose porque se percibe que el sueño se complica y se escapa. Y entonces, añaden, habrá que "empezar a pensar cómo gestionar el vacío y la frustración" si no hay investidura. Porque Sánchez perderá su posición de centralidad, su estrella quedará algo desvaída, ya no tendrá colectivos con los que reunirse a diario, porque quizá la batalla interna reverdezca. Y no es poca cosa. El candidato ha disfrutado de un mes de armisticio. Y los barones, salvo pequeñas dudas, le han dado libertad de movimientos. Pero todos velan armas.

Todo puede pasar. En el carrusel en el que se ha convertido (más que nunca) la política española, todo puede ocurrir esta semana. Desde que Pedro Sánchez logre conquistar lo imposible -un acuerdo con Podemos y Ciudadanos- hasta que se conduzca al pleno de investidura sin más apoyos que los puestos pese al mes de negociaciones y se visualice la dolorosa imagen del fracaso. Nada está escrito y nadie sabe muy bien dentro del PSOE cuál es su más inmediato futuro. Los movimientos del tablero se aceleran, porque se agota el tiempo, y cada quiebro, como una pieza de dominó, remueve el árbol. Sánchez se juega su pellejo (otra vez más), y se aproxima al puente que le llevará a La Moncloa o al abismo que le condene como candidato fallido, a la espera de que de aquí hasta mayo sus opciones rebroten o se marchiten. Llega a una semana decisiva, como coinciden muchos en su partido, aunque el líder está acostumbrado a sobrevivir en la adversidad. Llega, eso sí, con la fortaleza de haber ocupado el centro del escenario durante casi un mes y sin ruido de sables interno.

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