Diccionario político urgente para no perderse en las negociaciones de investidura
Sin haberse producido aún el pleno de investidura, la XI legislatura está siendo prolífica en lo que a nuevos conceptos políticos se refiere, que esconden significados más allá del significante
El juego de las alianzas y el protagonismo de Podemos en la nueva legislatura, una formación liderada por politólogos con verbo fácil a la hora de crear nuevos conceptos y metáforas para definir la realidad política y, al mismo tiempo, filtrarla desde sus gafas gramscianas, ha generado un amplio diccionario político. Para no perderse en las negociaciones de investidura, descifrar las declaraciones públicas de sus líderes y recorrer la mitología producida por Podemos, estos son algunos de los conceptos incluidos en el diccionario político urgente de la XI Legislatura.
Búnker
Fue la primera expresión utilizada por Pablo Iglesias para encasillar a PP, PSOE y Ciudadanos en un mismo frente común. En la ronda de contactos de Mariano Rajoy con otros líderes políticos para abordar la situación en Cataluña, Iglesias se refirió a “los partidos del búnker”, sinónimo de “inmovilismo”, por la negativa de populares, socialistas y Ciudadanos a desenquistar la situación vía reférendum de autodeterminación. "No es tiempo de búnkeres, sino de tender puentes de diálogo" con los independentistas, reclamaba Iglesias al tiempo que marcaba distancias con el resto de grandes fuerzas.
Desde entonces, Ciudadanos dejó de ser el “partido del recambio” para situarlo junto a PP y PSOE en una “gran coalición de tres partidos”. El ultimátum de Iglesias a Sánchez para que abandone las negociaciones de investidura con Ciudadanos ha sido lanzado como una “oportunidad” para desembarazarse de esa gran coalición en favor, dice, de un “gobierno de cambio y progresista”.
Parece que PP, Ciudadanos y PSOE han acordado repartirse la mesa del Congreso. Los 3 del búnker comienzan a cabalgar #3delBunker
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) enero 12, 2016
Gobierno progresista vs. reformista
El líder de Podemos apuesta por un “Gobierno de cambio y progresista”, mientras que Sánchez sigue “soñando” con un Ejecutivo “de cambio y reformista”. Ambos líderes coinciden en el primer apellido -“cambio”-, pero difieren en el segundo: progresista vs. reformista. Para Iglesias, en un gobierno con el segundo apellido de progresista no cabe Ciudadanos, sino que se limita a PSOE, Podemos e Izquierda Unida-Unidad Popular. Sánchez, en cambio, se inclina por tender la mano tanto a Podemos como a la formación de Albert Rivera, que enmarca dentro del “reformismo”. Si bien el adjetivo reformista está adulterado al no ser antagónico al de progresista, las dos formaciones emergentes coinciden en remarcar que son antitéticas e incompatibles entre sí. El candidato socialista a la investidura debe decidir entre unos y otros.
Segunda transición
La reclamación de abrir un “proceso constituyente” con la que irrumpió Podemos en sus inicios, o lo que es lo mismo, romper con el “régimen del 78” elaborando una nueva Constitución, se ha traducido como “segunda transición”. Con el tiempo y a medida que Podemos fue evolucionando hacia posiciones más moderadas, las ansias de “rupturismo” se han ido suavizando hasta el punto de que “segunda transición” ya es sinónimo de reforma constitucional.
Las ansias de “rupturismo” de Podemos se han ido suavizando: “segunda transición” ha pasado a ser ahora sinónimo de reforma constitucional
Una reforma que pasaría por llevar a cabo cambios en el articulado de la Carta Magna, derogar algunos artículos (como el 135) e incluir, en su preámbulo, referencias a un nuevo modelo territorial. El derecho a decidir o referéndum de autodeterminación, una de las reivindicaciones de máximos que mantiene Podemos, incluso se pretende desarrollar mediante el artículo 92 de la actual Constitución. A estas alturas, todas las grandes fuerzas coinciden en la necesidad de reformar la Carta Magna, y el propio Albert Rivera habla sin fisuras de un nuevo “Gobierno de Transición”.
Plurinacionalidad
El Secretario de Política de Podemos, Íñigo Errejón, puso en la agenda este concepto para casar las tesis patrióticas del partido con los nacionalismos periféricos. Un país de países que no solo reconozca la diversidad cultural y política, sino también el derecho a la autodeterminación vía referéndum. El modelo boliviano de Evo Morales, sobre el que Errejón realizó un exhaustivo análisis discursivo para su tesis doctoral, ha sido su fuente de inspiración. No en vano, se trata del único país del mundo que se autodefine como “Estado Plurinacional”, mientras que Ecuador reconoce constitucionalmente la plurinacionalidad y Nueva Zelanda o Noruega reconocen en su estructura estatal a los pueblos indígenas.
Confluencia
La plurinacionalidad defendida por Podemos ha facilitado la alianza con fuerzas territoriales que defienden el “derecho a decidir de los distintos pueblos” de España, como es el caso de Barcelona en Comú, o que son abiertamente nacionalistas, como Anova (impulsora de En Marea) o El Bloc Nacionalista Valencià, que forma parte de Compromís. De hecho, el portavoz de En Comú, Xavier Domènech, ha sido propuesto por Podemos al frente de una nueva cartera, la del Ministerio de Plurinacionalidad. Las confluencias de Podemos son las candidaturas de unidad popular con las que se coaligaron en Cataluña, Galicia y Valencia.
[Consulte aquí el árbol genealógico de Podemos y sus confluencias]
Se trataría de las clásicas coaliciones electorales, y así fueron inscritas en la Junta Electoral, pero yendo un paso más allá, al tener un carácter más transversal y rehuir de la vilipendiada “sopa de siglas”. Es decir, una unión que no se acaba en lo electoral, deja a un lado la “identidad de partido” y no se limita a formaciones políticas para incluir también movimientos sociales, personas independientes y organizaciones de la sociedad civil (unidad popular vs. frente popular). Una filosofía que se basa en el pluralismo y hace de la heterogeneidad virtud, siguiendo la estela del movimiento 15-M.
Gallinero
El juego de pactos de la nueva legislatura y el creciente interés en todos los movimientos que se producen en la cámara ha llevado a la nueva política al mainstream, hasta el punto de convertirse en tema de debate la distribución de escaños en el hemiciclo. Todo ello con la capacidad de Podemos para condicionar la agenda y llamar la atención sobre las decisiones que le afectan. Es así como el “gallinero”, los asientos situados en la parte alta del Congreso y fuera del tiro de la cámara, se han convertido en un concepto presente en las negociaciones para formar gobierno.
La propuesta de sentar en las últimas filas del hemiciclo a los 65 diputados del grupo confederal de Podemos fue una iniciativa de los socialistas que apoyaron los representantes de PP y Ciudadanos en la Mesa del Congreso. Ahora que Pedro Sánchez ha sido propuesto para investidura, el PSOE se ha mostrado dispuesto a analizar la propuesta alternativa de Podemos para distribuir los 350 escaños de otra forma.
Streaming
Todo empezó con el 15-M y la creciente penetración de los smartphone. El streaming es una forma sencilla de retransmitir en directo por internet un evento que se está grabando con el teléfono móvil. Desde el 15-M se hizo habitual retransmitir (y comentar) por streaming manifestaciones y asambleas. Podemos suele retransmitir por streaming sus ruedas de prensa y, en ocasiones, algunas de las intervenciones en sus consejos ciudadanos. Cuando Pablo Iglesias lanzó su propuesta de un “gobierno del cambio” formado por PSOE, Podemos e IU exigió que todas las negociaciones se retransmitiesen por streaming, con luz y taquígrafos. Transparencia total. El líder socialista, minutos después recogía el guante: "Con luz y taquígrafos. Todas las negociaciones, por streaming, no tengo ningún problema".
El vocablo se colaba así en la negociación de los pactos de investidura, cuyos únicos antecedentes son las negociaciones para formar el gobierno italiano entre el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo y el Partido Democráta de Matteo Renzi, en febrero de 2014, y más recientemente las negociaciones para la investidura del socialista Javier Lambán con el grupo parlamentario de Podemos en Aragón, liderado por Pablo Echenique.
Pacto a la portuguesa
En plena guerra interna con sus barones, Pedro Sánchez viajó a Portugal para reunirse con el Primer Ministro luso António Costa y escenificar su voluntad por replicar el denominado “pacto a la portuguesa”. Costa fue la segunda fuerza más votada, por detrás del conservador Passos Coelho, pero el presidente de la República le encargó la formación de gobierno al socialista porque su rival no estaba en disposición de obtener los votos suficientes de la cámara. Un movimiento similar al realizado por el Rey Felipe VI al encargarle la investidura a Sánchez en lugar de al ganador de las elecciones, Mariano Rajoy.
En Portugal, además, Costa logró la investidura gracias a un acuerdo parlamentario con el Partido Comunista Portugués (PCP) y el Bloco de Esquerda, aunque estas dos fuerzas no forman parte del Ejecutivo.
Pinza
El término se acuñó hace más de dos décadas para referirse al “pacto” entre el popular José María Aznar y el líder de IU Julio Anguita para poner fin al Gobierno de Felipe González, acosado por la sombra de los GAL y otros casos como Filesa o los fondos reservados. Un fantasma que vuelve a revivir en tiempos de pactos ante la negativa del PP a apoyar o abstenerse ante la investidura de Sánchez, al igual que Podemos si el líder socialista no los incluye en el Ejecutivo o sigue negociando con Ciudadanos. Con menos revuelo, algunos comentaristas políticos han aludido ya a la famosa “pinza” tras el principio de acuerdo en PP y Podemos para exigir a la Mesa del Congreso que adelante el pleno de investidura, recortando los plazos al PSOE para buscar apoyos.
El PP en diferido
El líder de Podemos ha trasladado este viernes a Pedro Sánchez que un acuerdo con Ciudadanos supondría “un acuerdo con el PP en diferido”. La formación naranja y los populares son para Iglesias “las derechas”, puesto que Rivera ya no vendría a representar el “recambio” sino el “refuerzo” de los conservadores.
Comando Corcuera
El exministro de Interior del PSOE famoso por su “ley de patada en la puerta”, encabeza el grupo de históricos socialistas que, junto a varios barones, rechazan cualquier tipo de acercamiento a Podemos. Pablo Iglesias se refería a este frente interno en el PSOE como “comando Corcuera”, para escenificar las “dos almas del PSOE”: la inmovilista que apuesta por una gran coalición con “las derechas” y la progresista, que junto “a las bases y su electorado” se inclinaría por un Gobierno de cambio y progresista en el que estuviese presente Podemos e IU. La portavoz de En Marea, Alexandra Fernández, se refería a esta misma "alma inmovilista" con el concepto de "Felipismo zombi".
El juego de las alianzas y el protagonismo de Podemos en la nueva legislatura, una formación liderada por politólogos con verbo fácil a la hora de crear nuevos conceptos y metáforas para definir la realidad política y, al mismo tiempo, filtrarla desde sus gafas gramscianas, ha generado un amplio diccionario político. Para no perderse en las negociaciones de investidura, descifrar las declaraciones públicas de sus líderes y recorrer la mitología producida por Podemos, estos son algunos de los conceptos incluidos en el diccionario político urgente de la XI Legislatura.
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