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Felipe, el expresidente que no admite "lecciones" de Podemos
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ESTRENO DEL EXPRESIDENTE EN LA CAMPAÑA DEL 20-D

Felipe, el expresidente que no admite "lecciones" de Podemos

González debuta en la recta final hacia las generales en Madrid en un mitin de ánimo a la tropa. Carga contra el partido de Iglesias por sus lazos con Venezuela y caricaturiza a Rivera como el nuevo Aznar

Foto: Felipe González, flanqueado por Meritxell Batet, Sara Hernández y Ángel Gabilondo, al término de su mitin en el polideportivo Valdebernardo de Madrid, este 8 de diciembre. (EFE)
Felipe González, flanqueado por Meritxell Batet, Sara Hernández y Ángel Gabilondo, al término de su mitin en el polideportivo Valdebernardo de Madrid, este 8 de diciembre. (EFE)

Felipe González se las sabe todas. O eso dice. Atesora años y experiencia. En la clandestinidad, como secretario general del PSOE, como presidente del Gobierno, como expresidente. Y por eso cuando mitinea parece que imparte doctrina, que amonesta y premia según de quién hable y a quién se dirija, tirando de mochila. Pero ahora, con más razón, que hay unos chavales jóvenes, nuevos y que pretenden comer territorio al PSOE. Pablo Iglesias y Albert Rivera. Que vienen a ser -así los pintó- sucedáneos, la marca blanca de la izquierda bolivariana o de la derecha de José María Aznar. Para él son poco más que unos niñatos que no peinan canas y no saben de qué va la película de la política. Él sí. "Yo sí sé de qué va esta fiesta". Así que "lecciones, las justas", sobre todo de la formación morada, su principal blanco a combatir.

No se había estrenado aún en la campaña del 20-D. Había aparecido del brazo de Pedro Sánchez en múltiples actos. Lo apoya y lo apuntala y lo defiende. Y pide a los suyos que hagan lo mismo. Pero no había comenzado su 'tournée' por calles y polideportivos. Este martes debutó. El primero de sus cuatro actos programados y coordinados por Ferraz. En el modesto distrito de Vicálvaro, en Madrid. Seguirán Badajoz, el 15, y Sevilla, el 18, con Susana Díaz. Estrella absoluta, sin Pedro Sánchez de orador principal -aterrizado de A Coruña, se fue directo a 'El hormiguero'-, y con Meritxell Batet -la número dos por la capital-, Ángel Gabilondo y Sara Hernández -la baronesa regional- de teloneros. 500 personas (700, según el partido) abarrotaban el centro deportivo municipal. Un espacio pequeño, un aforo pequeño para todo un expresidente del Gobierno.

Lo que está claro es que Felipe gusta. Gusta a su parroquia que al comienzo de su intervención coreó el "¡presidente, presidente!" y que se calentó en varias ocasiones. Aplaudiendo varios pasajes de sus casi 50 minutos de doctrina en vena. Casi una hora de discurso, por cierto, que acusó el broncíneo rostro del expresidente con varias perlas de sudor que se tuvo que enjugar nada más bajar del escenario gracias al pañuelo que le tendió un militante.

“Yo siempre perdía las encuestas, y ganaba las elecciones“, porque “una cosa es la opinión pública y otra es la publicada“, presume el socialista

Allí estaba él para animar a la alicaída tropa socialista que ve cómo su partido roza la lona en las encuestas. De ellas habló, para recordar que él las venció. "Yo siempre perdía las encuestas, y ganaba las elecciones", porque "una cosa es la opinión pública y otra es la publicada". "A veces se le parece, pero casi nunca", advirtió, para comprar la idea que ha venido machacando la dirección en la última semana, desde que salió el CIS: que el sondeo ha sido "manipulado" por el Gobierno para hundir las expectativas del PSOE.

González sermonea, pero su charla de hoy más parecía a veces un discurso desordenado, un cajón desastre en el que cabía de todo, desde Venezuela hasta Grecia, de Aznar a Rajoy, de Ciudadanos a Podemos, de la España imperial hasta la amenaza de secesión en Cataluña.

"Se han olvidado ya de Venezuela"

Pero él arrancó con Venezuela. Y para zurrar, sin condescencia alguna, a Podemos. Sobre todo a Podemos, como horas antes había hecho Pedro Sánchez desde A Coruña. Se mostró "muy contento" por la victoria de la oposición venezolana -"de la democracia"- en las legislativas del pasado domingo, "contra todos los pronósticos, contra todos los medios". "Los que hablan aquí de las puertas giratorias se han olvidado ya de Venezuela y de lo que cobraban por asesorar a ese Gobierno, a ese Gobierno que arruinó al país más rico de América Latina". En la coctelera, elecciones en Venezuela, chavismo y los cobros de Juan Carlos Monedero, ex número tres de la formación morada. El país latinoamericano toca la fibra sensible del expresidente, que ejerce de abogado defensor de varios opositores a Nicolás Maduro. "No fiaros [sic] de nadie que cobre por asesorar" al Gobierno chavista, aleccionó.

En otro momento, volvió a afear a la formación morada que enterrara su ligazón con Caracas. "Ahora ni hablan de Venezuela, parece que no conocen Venezuela. Para no hablar, no hablan ni de Grecia". Iglesias, dijo, ni siquiera ha invitado a su campaña al primer ministro heleno, Alexis Tsipras, de Syriza. "Yo respeto más a Tsipras que a los epígonos que se olvidan de él aquí".

Iglesias ha sido muy contumaz en sus críticas a Sánchez por la actitud del PSOE respecto a las puertas giratorias, y suele recurrir al ejemplo de González, que pasó por Gas Natural. "Yo nunca cobré por misiones internacionales, ¡nunca! Porque uno no debe crearse dependencia económica de un Gobierno extranjero que pretenda representar a los ciudadanos españoles". Aplausos. "La edad sirve para la experiencia, para saber qué pasa en el mundo y en Europa", proclamó, reivindicándose. "Acepto las críticas, pero lecciones las justas porque sé de qué va esta fiesta", redondeó. Más aplausos.

Cuando Rivera habla de la “segunda Transición“, critica, “es lo que decía Aznar con Rato y con Rajoy hace 20 años, en el 95“, antes de ganarle a él

Ciudadanos también tuvo su ración. Felipe se burló de que Albert Rivera preconizase la llegada de una "segunda Transición". "Es lo que decía Aznar con [Rodrigo] Rato y con [Mariano] Rajoy hace 20 años, en el 95". Justo antes de las elecciones en las que el dirigente del PP le ganó, aunque por poca diferencia, las generales del año siguiente. Y para abundar en la caricatura, llamó al líder de la formación naranja "ese Rajoy disfrazado que estaba en el debate" de ayer lunes en Atresmedia. Y si penalizó a C's por su "ocurrencia" a la hora de hablar de la "segunda Transición", también le atizó por su propuesta de eliminación del Senado.

Entre unos y otros, España camina, según el pronóstico de Felipe, hacia una "Cámara a la italiana", fragmentada, pero sin los italianos al frente, un mensaje que ya ha ido amasando en los últimos meses.

"No pactar" con los "liquidacionistas"

En definitiva, González defiende la trayectoria y la historia de un "gran partido", el PSOE, con un proyecto que entiende más solvente y a caballo entre los "inmovilistas" como Mariano Rajoy y los "liquidacionistas", adjetivo que recurrentemente endosa a Podemos. Por cierto que ya se encargó de advertir de que "no se puede pactar" con estos últimos, los "liquidacionistas".

Sánchez tiene que sacar no uno, sino “cientos de miles de votos más“ para que el PSOE vuelva a ser “primera fuerza política“ del país, dice González

Sánchez está pidiendo en campaña "un voto más que Rajoy" para asegurar el "cambio" en España. A Felipe se le quedan cortos. El PSOE, con él a la cabeza, "tiene que sacar cientos de miles de votos más" para ser "primera fuerza política otra vez". No hay cuestionamiento alguno del candidato. No saldrá por boca del expresidente ni salió hoy. "No sólo apoyo a Pedro Sánchez. Estoy a su disposición por si le sirve de algo lo que he aprendido", gritó.

Felipe acudió para arengar a las huestes socialistas. Las que tenía delante, en el polideportivo Valdebernardo, tenían un perfil clarísimo: simpatizantes -y no demasiados, que sólo se había habilitado menos de medio aforo- en su mayoría mayores. Viejos rockeros del socialismo. Más dirigentes, cargos públicos y los primeros miembros de la lista, entre los que por cierto no se sentaba Irene Lozano, la número cuatro, fichaje estrella de Sánchez pero totalmente apartada de los focos después del incendio creado en el PSOE por su rápida incorporación desde las filas de UPyD. "Ni me resigno ni quiero que os resignéis", pidió Felipe, que apremió a los presentes a pensar en "todo lo positivo" construido por el partido. Sobre todo por contraste con el PP, que no ha aprobado en sus años en el poder "ni una ley que haya supuesto progreso o una ampliación de libertades".

No al abatimiento

Lo de ir con la cabeza alta y sin esconderse fue también el mantra repetido por los demás oradores. Sara Hernández apeló al "orgullo socialista". Meritxell Batet subrayó que el PSOE de 2015 cuenta con "los valores de siempre pero con políticas nuevas", y "con el mejor candidato", Pedro Sánchez. Tal vez fue Ángel Gabilondo el que asumió ese rol de general (sin galones en el partido, porque no es ni militante) que intenta luchar contra el abatimiento y la depresión. "Algunos vienen de casa cansados. Pues no. Ni cansados ni desengañados. No podemos permitirnos estar desengañados".

Gabilondo tiene otra impronta distinta al mitinero clásico. Más que gritos, ensarta frases cargadas de ironía y humor, a veces aliñadas con citas de filósofos, que él es experto de la cosa. Y con esas herramientas deslizó un mensaje semejante al de Felipe. O al de Sánchez. El de campaña. Contra los emergentes, "los nuevos que vienen con nuevas arrogancias". Contra Ciudadanos y su llamada a votar "con ilusión" el 20-D: "No es ilusión lo que nos falta. No nos quedemos cegados por ilusionistas conservadores, que son prestidigitadores que acabarán poniéndonos, como en la Asamblea de Madrid, en brazos del continuismo conservador".

Y que nadie se confunda. "Si de votar se trata, conviene que los socialistas votemos al Partido Socialista". Que todos caigan, dijo Gabilondo, en que no tienen "sangre morada, ni azul, ni naranja". Sino "roja".

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Felipe González se las sabe todas. O eso dice. Atesora años y experiencia. En la clandestinidad, como secretario general del PSOE, como presidente del Gobierno, como expresidente. Y por eso cuando mitinea parece que imparte doctrina, que amonesta y premia según de quién hable y a quién se dirija, tirando de mochila. Pero ahora, con más razón, que hay unos chavales jóvenes, nuevos y que pretenden comer territorio al PSOE. Pablo Iglesias y Albert Rivera. Que vienen a ser -así los pintó- sucedáneos, la marca blanca de la izquierda bolivariana o de la derecha de José María Aznar. Para él son poco más que unos niñatos que no peinan canas y no saben de qué va la película de la política. Él sí. "Yo sí sé de qué va esta fiesta". Así que "lecciones, las justas", sobre todo de la formación morada, su principal blanco a combatir.

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