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Rajoy se pone optimista y simpático en medio de la angustia del PP ante las elecciones
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con la mitad de diputados amenazados de paro

Rajoy se pone optimista y simpático en medio de la angustia del PP ante las elecciones

El presidente del Partido Popular recupera, para cerrar la legislatura y ante la campaña electoral, la soltura y la ironía que le caracterizaban en sus mejores tiempos de oposición

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

Pese a tener al partido angustiado por las malas perspectivas electorales y a la mitad de sus diputados amenazados por el paro, Mariano Rajoy ha recuperado para cerrar la legislatura el desenfado y la ironía que le caracterizaban en sus mejores tiempos de oposición. Suelto y casi simpático, el presidente del Gobierno declara que no entregará su cabeza por los pactos, que los debates electorales son su "medio natural" y hará lo que diga su jefe de campaña en la materia ("o no"), y que el criterio para hacer las listas es "poner a los mejores". Y habla del futuro dando por hecho que seguirá en La Moncloa.

Hasta ante el desafío separatista en Cataluña, el frente más político que se ha encontrado estos cuatro años, el jefe del Ejecutivo vuelve a recurrir a sus antiguos juegos de palabras para decir lo que quiere y que cada cual interprete lo que pueda.

Después de hacer balance de sus cuatro años en el poder, preguntado por los mecanismos para frenar una eventual declaración de independencia en la cámara catalana recién constituida, Rajoy respondió que lo tiene todo previsto, como es su obligación en calidad de presidente del Gobierno. Pero añadió que espera que se imponga el sentido común para que no tenga que hacer "lo que usted está pensando". A saber si el artículo 155 de la Constitución, el Tribunal Constitucional reforzado en sus competencias, la intervención de la autonomía a través de la ley de seguridad nacional o directamente la pareja de la Guardia Civil.

El líder del PP se aferra al discurso sobre la recuperación económica como eje de su oferta para seguir en el poder, aunque en los distintos comicios celebrados desde 2014 no haya servido de mucho a su partido para evitar los sucesivos fiascos. Hasta cinco, según la cuenta que lleva José María Aznar. Es evidente que Rajoy ha sabido dar la vuelta a la economía en menos de cuatro años, que ha pasado de estar al borde de la quiebra a tasas de crecimiento y empleo históricas, y de ese mensaje no se va a mover a estas alturas.

En el Gobierno se ratifican en que igual que la corrupción es su cruz de impopularidad, el balance económico es su fuerte. Enfrente ven a un PSOE que concurre a los comicios precisamente lastrado por el pasado reciente de su desastrosa gestión económica en la crisis, mientras que los partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, se mueven entre las ocurrencias, los programas económicos subcontratados o 'de diseño', o "el intervencionismo más trasnochado". Y sin ninguna experiencia de gestión.

Rajoy hace balance y se lanza a la campaña volcado en la economía porque entiende que es "lo que interesa a la gente", y si ahora se presenta más suelto, optimista y hasta ocurrente es porque está convencido de que el mensaje acabará por funcionarle, según reiteran en fuentes gubernamentales. "Lo tiene muy interiorizado" y está tan orgulloso de la recuperación como aparenta, comentan. E igual que parecía apesadumbrado y rígido en los tiempos de las malas noticias y las negociaciones contra las cuerdas (el rescate, la crisis del sistema bancario o los datos de paro crecientes de 2012), ahora se relaja e ironiza sobre las críticas de sus adversarios.

Los últimos datos de empleo, de crecimiento, de recaudación, la situación de la prima de riesgo y demás cifras positivas de la economía son los que permiten el regreso del Rajoy más suelto y optimista, según sus partidarios. Por eso, si le plantean que el precio de un hipotético pacto del PP con Ciudadanos fuera su cabeza, responde que él la tiene "bien situada" y que no dejará que se la cambien de sitio. Y aprovecha para recordar la ambivalencia de los de Albert Rivera: "Hay que reflexionar el voto porque algunas fuerzas le dan un uso distinto de aquel para el que fueron votadas".

Sobre los debates electorales, obsesión de los partidos emergentes para hacerse sitio a la hora de la verdad, el presidente del Gobierno dice que son su "medio natural". Se refiere a que de los aspirantes a jefe del Ejecutivo nadie ha participado hasta ahora en más que él. Tiene trampa, porque todos sus rivales se estrenan en esos menesteres. Le interesa el 'mano a mano' con Pedro Sánchez y un lío de tipo asambleario con todos juntos: desde el socialista a Podemos, Ciudadanos, IU y hasta UPyD. Por eso pide que se haga con orden, porque todos los demás se pelearán por salir.

Para mayor despiste, Rajoy se encomienda a su jefe de gabinete y de campaña, Jorge Moragas. "Aquí está el director de campaña del PP y como todo el mundo sabe, yo me pongo a sus órdenes incondicionalmente. O no tanto", soltó en el Palacio de la Moncloa para quitarse de encima la pregunta correspondiente. Sus ministros y demás altos cargos se fueron a sus despachos encantados con el fondo y el tono empleado por Rajoy para hacer balance de la legislaura.

La semana que viene llegarán los resultados del próximo barómetro del CIS, cuyo trabajo de campo se hizo precisamente en plena eclosión de Ciudadanos, después de las elecciones autonómicas catalanas. No suelen registrar en términos de intención de voto el optimismo económico que destila el presidente del Gobierno.

Pese a tener al partido angustiado por las malas perspectivas electorales y a la mitad de sus diputados amenazados por el paro, Mariano Rajoy ha recuperado para cerrar la legislatura el desenfado y la ironía que le caracterizaban en sus mejores tiempos de oposición. Suelto y casi simpático, el presidente del Gobierno declara que no entregará su cabeza por los pactos, que los debates electorales son su "medio natural" y hará lo que diga su jefe de campaña en la materia ("o no"), y que el criterio para hacer las listas es "poner a los mejores". Y habla del futuro dando por hecho que seguirá en La Moncloa.

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