Los partidos exploran un pacto que aislaría a Vox en la Mesa del Parlamento
El acuerdo a cuatro, PSOE, PP, Cs y Adelante, permitiría un reparto "proporcional"y evitaría la foto con el partido de Abascal, pero dejaría la presidencia de la Cámara para los socialistas
El PSOE andaluz no está quieto ni viste luto por la amarga victoria del pasado 2 de diciembre. Susana Díaz se encerró ayer con la ejecutiva, secretarios provinciales, alcaldes y portavoces en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Córdoba para hacer terapia. Está de gira provincial. Hoy le toca Cádiz. Hay una parte de lamerse las heridas pero otra de definir la estrategia y está claro que van a dar la batalla para no perder el poder en Andalucía o al menos para atrincherarse en el Parlamento, donde optan a ostentar la presidencia. El foco estará puesto en Vox, un partido al que quieren aislar mientras remarcan que PP y Cs dependen de sus votos.
Por su parte, Vox quiere sitio en las negociaciones y foco. Ya lo ha dejado claro. Nada de negociar de tapadillo ni de que PP y Cs den por hecho que tendrán sus votos para poder formar un Gobierno mientras que los ningunean o desprecian a sus votantes. Si quieren apoyo, deberán negociar y atender sus peticiones.
Frente a esta reclamación lanzada por el candidato de Vox Francisco Serrano, PP y Cs decidieron guardar silencio y no mostrar sus cartas. Este periódico ha sabido que hay otras vías que se están explorando y que podrían dar paso a un acuerdo a cuatro que aislaría al partido de Santiago Abascal y lo descabalgaría de la Mesa del Parlamento, la primera batalla que se libra para el reparto de poder en Andalucía. Mario Jiménez (PSOE) y Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) descolgaron ayer los teléfonos para hablar con el candidato de Cs, Juan Marín, según confirmó él mismo en una entrevista en 7 Televisión.
El acuerdo que exploran, aún de forma preliminar, estos partidos al margen de Vox permitiría una Mesa plural donde PSOE, PP y Cs tuvieran dos sillones respectivamente y Adelante Andalucía uno. Si Vox quiere asiento, podría pactarse una vocalía sin voz ni voto, exactamente igual que la que ha tenido en esta pasada legislatura IU, aunque la intención inicial es dejarlo fuera. Sería una concesión graciosa del resto de grupos fruto de un acuerdo político unánime.
Presidencia del PSOE
Esta composición permitiría a los 'partidos del cambio', como se autodenominan, tener mayoría en la Mesa, como corresponde al reparto proporcional de escaños. Sin embargo, no garantizaría que tuvieran la presidencia del Parlamento, que quedaría en manos del PSOE. Ante esa oferta de diálogo, Marín dejó claro que de momento sólo hablará con el PP y remarcó que ellos "no van a aislar a nadie", en referencia a Vox, pero no cerró puertas. Eso sí, este partido insistió en que aspira a tener también la presidencia de la Cámara.
El partido de Albert Rivera tendrá que valorar, advierten fuentes de PSOE y Adelante, si quiere ostentar el cargo de segunda autoridad de Andalucía desde el mando de la Cámara autonómica con los votos de Vox. Un Gobierno de coalición de PP y Cs en minoría, con 47 diputados, y con la Mesa del Parlamento en manos del PSOE, podría complicar hasta el límite la iniciativa del Ejecutivo. Además la presidencia tiene el control de los tiempos de la investidura y eso podría alargar los plazos hasta segundas elecciones, señalan fuentes de la formación naranja.
Este es el gran dilema que debe afrontar Cs, un partido que sabe que tendría serias dificultades para explicar que ocupa la presidencia del Parlamento de Andalucía gracias a los votos de un partido a la extrema derecha del arco parlamentario y después de que Albert Rivera haya recibido peticiones en abierto, como la de Manuel Valls o la advertencia del propio grupo parlamentario europeo, de que deben aislar y frenar los populismos de ultraderecha que despegan en España y existen ya en Francia, con Marine Le Pen, o Italia, con Matteo Salvini. La misma noche electoral el líder del grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) en el Parlamento Europeo, Guy Verhofstadt, felicitó a Cs por el resultado obtenido en las elecciones autonómicas en Andalucía, pero también expresó con claridad su preocupación por el auge de Vox.
Rivera tendría que explicar un pacto con Vox en el grupo liberal europeo, que exige que se frene a las "fuerzas xenófobas, nacionalistas y populistas"
La candidatura con la que Cs concurrirá a las europeas en la que se integrará En Marche!, el partido del presidente de Francia, Emmanuel Macron, lleva entre sus objetivos “impedir que las fuerzas xenófobas, nacionalistas y populistas prevalezcan” en esos comicios. Un mensaje que diga que Cs ostenta la presidencia del Parlamento de Andalucía gracias a Vox, partido que recibió la noche electoral la primera felicitación de Le Pen, no sería nada fácil de explicar a sus socios europeos y sería una bomba en el seno de esta alianza.
Cs se lava las manos
En esta encrucijada, Cs depositó en el PP la responsabilidad de negociar con Vox y trató de lavarse las manos ante futuros acuerdos. Sin embargo, tras la primera reunión de PP y Cs este martes en el Parlamento andaluz, donde ambos dejaron clara su voluntad de desalojar al PSOE del Gobierno autonómico, el líder popular, Juanma Moreno, también insistió en que ellos no van a abrir negociaciones con Vox. Entonces, se le preguntó, ¿cuentan con los votos de Vox pero si dialogar y sin negociar con este partido? La respuesta fue afirmativa. “El acuerdo se limitará a PP y Cs. Vox ha expresado su plena voluntad de apoyar cualquier cambio en Andalucía”, agregó.
Esto podía interpretarse como que el pacto de PP y Vox ya estaba cerrado por arriba, por Pablo Casado y Santiago Abascal, ambos antiguos compañeros de Nuevas Generaciones. Sin embargo, una advertencia de Abascal en Twitter y el posterior mensaje público del juez en excedencia Francisco Serrano advirtiendo de que no aceptarían ningún “desprecio” a sus votantes encendieron las alarmas. Si quieren sus votos, deberán negociar.
Aunque desde el primer momento PP y Cs han metido la Mesa del Parlamento dentro de la negociación global de todas las instituciones de la Junta de Andalucía, junto al futuro Gobierno, esta estrategia abriría otro escenario. La guerra por el poder en el Parlamento no se libraría y se alcanzaría un acuerdo a cuatro sin Vox, lo que les ahorraría la foto.
Esto no tendría que interferir en la votación del futuro Gobierno de Andalucía. PP y Cs necesitan al menos el apoyo de cuatro de los 12 diputados de Vox para tener una investidura. Aquí, la reflexión que viene de todos los grupos políticos consultados con experiencia parlamentaria es clara: dan por descontado que Vox no podría permitirse bloquear un cambio de Gobierno en Andalucía y que, aunque lo aíslen de la Mesa del Parlamento, no tendría más remedio que dar luz verde a esa coalición de derechas que acabaría con 36 años ininterrumpidos de PSOE en el poder autonómico. Cs insiste en otra premisa: pide al PSOE que se abstenga e impida que Vox tenga la llave. La partida no ha hecho más que comenzar y hay aún muchas posibilidades sobre la mesa.
El PSOE andaluz no está quieto ni viste luto por la amarga victoria del pasado 2 de diciembre. Susana Díaz se encerró ayer con la ejecutiva, secretarios provinciales, alcaldes y portavoces en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Córdoba para hacer terapia. Está de gira provincial. Hoy le toca Cádiz. Hay una parte de lamerse las heridas pero otra de definir la estrategia y está claro que van a dar la batalla para no perder el poder en Andalucía o al menos para atrincherarse en el Parlamento, donde optan a ostentar la presidencia. El foco estará puesto en Vox, un partido al que quieren aislar mientras remarcan que PP y Cs dependen de sus votos.